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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 31 de octubre de 2017

VENEZUELA. Carta abierta al Excelentísimo y antitaurino Arzobispo de Maracaibo / por Francisco A. de Jongh Sarmiento.




Excelentísimo
Monseñor Ubaldo Santana Sequera
Arzobispo de Maracaibo
Presente.-

Se debe aceptar a todas las personas, sin clasificarlas por su condición social, su idioma, su raza, su cultura o religión.

Papa Francisco, Noviembre de 2016.


Con mi mayor respeto y consideración, me dirijo a usted, muy cordialmente, en la oportunidad de exponer los siguientes aspectos, frente a su posición en contra de los espectáculos taurinos que se han celebrado en la ciudad de Maracaibo, en el marco de la Feria Internacional de la Chinita durante los últimos 52 años.

Al respecto, quien suscribe esta misiva, un zuliano-merideño, católico practicante, ministro de altar, mariano, chiquinquireño, profesional del derecho, profesor universitario y con una profunda convicción taurina, preocupado con sus continuas declaraciones sobre los espectáculos taurinos feriales y viendo que desde el año 2011 ha venido manifestándose en contra de las corridas de toros, señalando, entre otras cosas, que es inconcebible utilizar el nombre de la Santísima Virgen María para llevarse a cabo espectáculos tan “crueles y violentos”.

Respetado Monseñor, la Iglesia católica propugna como uno de sus ideales más preciados, y así lo establece el Catecismo de la Iglesia Católica cuando estatuye: “La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.”

No conozco ninguna norma emanada de la iglesia católica que discrimine o segregue a su grey de acuerdo a sus creencias o gustos, en este caso, seamos taurinos o no, más aún de aquellos que tienen a la tauromaquia como una tradición o una cultura, entendiendo a la cultura como un Derecho Humano universalmente reconocido y consagrado en nuestra Constitución Nacional.

Por contrario, desde el libro del Génesis se ha dicho que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios y su igualdad se deriva esencialmente de su dignidad personal y de los derechos que dimanan de ella. 

Sobre este particular, la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Sobre la Iglesia en el mundo actual se dispone: “Hay que superar y eliminar, como contraria al plan de Dios, toda [...] forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión” (GS 29,2).

La Iglesia Católica siempre ha guardado una estrecha relación con la tauromaquia y las fiestas taurinas. Así podemos mencionar que los monjes Cartujos fueron los que hacia los siglos XVI y XVII dieron origen a los reconocidos toros fraileros, que sirvieron de raíz fundacional para las ganaderías de reses bravas como Cabrera, Gallardo, Miura, Vázquez y Vistahermosa. 

Si bien es cierto que el Papa Pio V promulgó en 1567 la bula De Salute Gregis, de un carácter altamente prohibitivo y que castigaba con excomunión a quienes asistieran a las corridas de toros, todas estas prohibiciones y censuras fueron levantadas, posteriormente, por el Papa Clemente VIII el 13 de enero de 1596 a través de su Suscepti numeris.

Ya luego, en el Código de Derecho Canónico de 1983, promulgado por San Juan Pablo II, no se prescribe prohibición alguna, y solo el parágrafo 1 del canon 285 establece: "Absténganse los clérigos por completo de todo aquello que desdiga de su estado, según las prescripciones del derecho particular". Se relega, así el casuismo, se remite al derecho particular que tendrá en cuenta las circunstancias de lugar y tiempo.

Más recientemente, el actual Pontífice, el Papa Francisco, a través de su Carta Encíclica Laudato Si’, Sobre el cuidado de la casa común, del 24 de mayo de 2015, el Santo Padre propone la ecología integral, en la que ve al mundo como órdenes abiertos unos a otros, todos interconectados, pero principalmente realza la singularidad del ser humano, trayendo entonces a colación, según sus propias palabras, su reflexión sobre la Piedad el pasado año 2016, cuando expresó: "¿Cuántas veces vemos a gente que cuida a gatos y a perros y después dejan sin ayuda al vecino o vecina que pasa hambre?... No se puede confundir con la compasión hacia los animales, que se exagera en el interés hacia ellos, mientras deja indiferente ante el sufrimiento del prójimo"

También es necesario recordar que existió durante muchos años una tradición inherente al misacantano, es decir, al sacerdote recién ordenado que celebra su primera misa. Una vez finalizada la celebración eucarística del nuevo sacerdote, éste debía organizar una corrida de toros para el pueblo del que sería su pastor y con la carne del ganado lidiado se realizaba un festín para todos sus habitantes o, si así lo disponía, el dinero recogido del espectáculo era donado a una institución benéfica u obra pía. De ese término, “misacantano”, deriva el de “toricantano”, con el que se conoce al novillero que toma la alternativa y se convierte en matador de toros.

En los países en los que se celebran corridas de toros la relación entre la iglesia y las ferias, más específicamente las ferias taurinas, es aún más estrecha. Sobre este aspecto podemos referir que, por lo general, las corridas de toros de pueblo y ciudades se celebran en honor al patrón en fiesta. Así se encuentra la Feria del Señor de los Milagros en Lima, la Feria de San Isidro en Madrid, la Feria de San Juan en Alicante, la Feria de la Medeleine (Magdalena) en Mont de Marsan, la Feria Internacional del Sol en Mérida, que inicia con las Ferias y Fiestas de la Inmaculada Concepción y que incluye también la Feria de la Candelaria, la Feria de San Fermín en Pamplona, la Feria de la Macarena en Medellín, entre otras, de la que no escapa, por supuesto, la Feria Internacional de la Chinita en Maracaibo.

Monseñor, la grey católica es una sola, sin divisiones ni discriminaciones, sino unida en una sola fe y que eleva, al igual que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, a la libertad y la igualdad como don preciado que dimana de autoridad divina.

Sean tomadas estas líneas, no como un reproche o denuncia, sino como motivo de reflexión en el que usted, como pastor del rebaño marabino, garantice el libre desenvolvimiento de la personalidad de todos los que nos cobijamos bajo el manto de nuestra amada y venerada Virgen, Nuestra Señora de Chiquinquirá, mediadora ante su amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.

Se despide, implorando su bendición, atentamente

Francisco A. de Jongh Sarmiento.

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