A mis 76 años, 65 de ellos viendo toros por todo el mundo, no quiero exagerar si afirmo que llevo vistos cerca de 15.ooo festejos a lo largo de mi vida en la que La Tauromaquia ha sido y sigue siendo gran parte de mi ser, de mi estar y de mi vivir. Gracias a mis ojos y a mi mente he tenido la inmensa suerte de dedicarme por entero a ver y a comentar en la radio, en la prensa, en la televisión y mediante mis libros y en infinidad de conferencias en muchas ciudades del mundo, sobre todo en Europa y en las Américas, una experiencia tan descomunal que no soy capaz de asumir en su integridad porque me desborda.
Perdonen mis lectores si consideran que lo que acabo de decir es autobombo. Lo comprendería. Es la primera vez que lo hago. ¿Por qué? para apoyarme en todo ello para poder decir que lo sucedido ayer en Las Ventas fue una de esas poquísimas ocasiones en la que un torero arma la marimorena, lo que vulgarmente llamamos, un “lío”. La locura colectiva, unánime, sin ninguna clase de distingos, sin que nadie, nadie, nadie.. pueda negar la evidencia de estar asistiendo y sintiendo en el fondo de sus almas que la segunda faena que cuajó ayer Andrés Roca Rey en Madrid frente a un torazo con casi seis años de edad logró concitar uno de los muy pocos momentos más unánimemente clamorosos que hayamos visto y gozado en nuestra vida.
Un faenón tan grande y tan redondo, solamente lo consiguen los elegidos por los dioses. Roca Rey es uno de ellos sin discusión posible de ninguna clase porque ayer logró torear como quienes mejor hayan toreado en la historia del toreo. Y ya se sabe que a lo largo de esa historia poquísimos diestros han logrado aunar el valor, la destreza y el arte – sí, el Arte con mayúsculas – en tamaña medida que hasta podríamos calificarla de estratosferica. Ajena a cualquier serie. Inmedible por su grandiosidad. Habrá quienes cuenten cada lance y cada pase y hasta los latidos del corazón de Andrés mientras toreaba, tanto en redondo como al natural, la más aristocráticas de las suertes, ayer elevada a la enésima esencia y a la impresionante potencia. Un monumento al natural así quedará para siempre en las mentes y en las almas de cuantos ayer pudimos verlo en directo y a través de la televisión que, actualmente, abarca todos los confines del mundo. Poder ver y sentir tal maravilla, es un regalo de incalculable valor. Un regalo que alborotará nuestras mentes mientras Dios permita alargar nuestras vidas.
El trasunto, además, llegó precedido de otra actuación, esta vez dramática en grado sumo frente a un imponente toro , sobrero, del Conde de Mayalde que, nada más salir y al ser recibido por Roca Rey con el capote a la espalda en un alarde de valor sin posible medida porque la suya fue una apuesta a todo sin saber nada sobre como le iba a embestir su esta vez feroz enemigo, sufrió una brutal y escalofriante cogida que le dejó cual si hubiera atravesado la vida, dañado sus carnes y rota en pedazos su vestimenta en décimas de segundo.
Pues, a pesar del terrible percance que para cualquier otro torero hubiera sido suficiente motivo para irse rápidamente a la enfermería, a Andrés le revistieron con grandes vendas su destrozada taleguilla y, cojeando perceptiblemente, atravesó el ruedo de parte a parte para brindar la muerte de este toro a S.M. El Rey Don Juan Carlos I, que acompañado de su hija mayor, S. A. R. Infanta Elena, había vuelto una vez más a Las Ventas para ver la corrida.
Hago un alto para decir que toda esa clase de gentuza que actualmente manda en España gracias al apoyo de una pandilla de traidores natos y no solo me refiero a los infectos independentistas catalanes, también a los andrajosos que ahora mismo ansían compartir el Gobierno con el político más falso de la Hisoria de España, tendrían que ser obligados al menos una vez para que vieran al pueblo español de cualquier clase como y con qué cariño ovaciona al Rey que nos trajo la Democracia. Una democracia que es el no va más de la tolerancia como jamás la haya habido a lo largo de los siglos. Oigan, y se la quieren cargar como sea…
Brindada la faena al Rey, a tal Señor tal honor, y pese al palizón y a la cornada que Roca Rey llevaba tapada por las vendas que cubrían sus piernas y por la actitud nétamente heroica del torerazo, los energúmenos del 7 y no pocos más de otras latitudes de la plaza, osaron exigir al limeño colocaciones “puras” como si el toro fuera obediente sin serlo. La laboriosa faena de creciente factura, hubiera sido de oreja de haberla cerrado con una buena estocada. Lo impidió la muy defectuosa colocación del estoque… y Adres pasó por sus doloridas piernas a la enfermería de donde salió para hacerse cargo de la lidia del último toro de la tarde.
De la corrida de Parladé, casi con seis años los seis imponentes toros, destacaron, además del en principio deslucido sexto antes de romper en bravo y ancastada y crecidamente noble, los corridos en primer y segundo lugares que más nobles y hasta más dulces no los habrán tenido en sus manos tanto El Cid como López Simón.
Los aprovecharon en sendas faenas – la de El Cid en su mejor versión salvo con la espada y la de López Simón bien sin mayores añadidos – que fue premiada con una oreja sin que nadie la protestara pese a su defectuosa colocación. La clásica tolerancia de los reventadores de Las Ventas con los “pobrecitos”… Ambos espadas, el veterano en su despedida definitiva en Madrid, y el de Barajas en trance de recuperación, no nos dejaron ningún recuerdo que anotar con sus segundos oponentes. El Cid fue tratado con mucho cariño en reconocimiento a sus muchas grandes faenas en Las Ventas a lo largo de su vida.
Al contrario se comportaron inexplicablemente con Roca Rey frente al sobrero del Conde de Mayalde que hizo de tercero y casi lo mata. Luego no les cupo más remedio que rendirse a la clamorosa evidencia del faenón del llamando “condor”… No le hacen falta ningún apelativo al mejor de los mejores que hayan nacido en el tan lejano aunque más hermano que ninguno del antiguo Imperio Español. Y no le hacen falta porque, además se ser ya español por derecho, lo es y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos. Y desde ayer, como sumamente predilecto entre los más predilectos que hayan nacido en la Madre Patria.
Gracias a cuantos me hayan leído y perdonen mis faltas.
Madrid. Plaza de Las Ventas.
Miércoles 22 de mayo de 2019. Tarde medio calurosa con llenazo y la reventa por las nubes.
Cinco toros de Parladé magníficamente presentados y de vario juego en mitad y mitad. los mejores y hasta diríamos más dulces, primero y segundo. Por devolución del tercero consecuencia de su evidente invalidez, se corrió un sobrero de El Conde de Mayalde, bien presentado y de muy difícil juego.
El Cid (pavo y oro): Pinchazo, media estocada y dos descabellos, ovación. Media estocada, aviso y ovación de despedida con saludos.
López Simón (verde ingles y oro): Estocada. aviso y generosa oreja. Mdia estocada y descabello, palmas con saludos.
Andrés Roca Rey (albaricoque y oro): Bajonazo, aviso y ovación. Gran estocada, dos orejas y clamorosa salida a hombros por la Puerta Grande.
- Parte médico de la herida sufrida por Roca Rey.
Herida por asta de toro de 6cm, en tercio superior cara posterior muslo derecho que rompe fascia superficial y lesiona musculatura isquiotibial. Contusiones y erosiones múltiples. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros bajo anestesia local.
Pronóstico: Reservado que no le impide continuar la lidia
FDO: Máximo García Leirado
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