Supone siempre una alegría y una satisfacción ver triunfar a un torero, pero lo es muchísimo más cuando ese torero es un torero marginado por el circuito que todo lo puede, pero que no saben nada de toros, ni de toreros, ni del toreo, ni del arte de torear.
¡Qué alegría!
¡Qué alegría!
Antolín Castro
Otra vez lleno y primera aparición del ‘huído del bombo’, Julián López El Juli. También reaparición tras su grave percance en el ojo de Paco Ureña y una confirmación deseada, por quienes vislumbran a los buenos toreros, de David de Miranda.
Los toros de Juan Pedro Domecq, la ganadería estrella de las figuras, completaban el cartel de esta undécima.
Digamos que a los toros les salvó la campana, pues tras lidiar birrias con cuernos toda la tarde, además de inválidos y descastados, el sexto salvó las vergüenzas del ganadero y eso puede cubrir el expediente, pero no lo que representa ver animales mortecinos y sin alma alguna.
‘Qué alegría’ dice nuestro titular y les puedo asegurar que es eso lo que me anima a escribir en este día. Supone siempre una alegría y una satisfacción ver triunfar a un torero, pero lo es muchísimo más cuando ese torero es un torero marginado por el circuito que todo lo puede, pero que no saben nada de toros, ni de toreros, ni del toreo, ni del arte de torear. Se conforman con tan poco que solo nos enseñan a los toreros que menos valen y dicen, ocultando -no se sabe bien las razones- a todos esos diestros que sí saben torear. Debe ser que mostrarlos es poner en cuestión la auténtica valía de quienes nos venden como los mejores.
Qué alegría que un torero llamado David de Miranda, un auténtico desconocido hoy en Las Ventas para más del 90% del aforo, sea ahora mismo un descubrimiento, como una aparición, de personalidad, valor sin cuento, serenidad, despliegue de repertorio y, por encima de todo, ajuste. Todo cuanto hizo estuvo presidido por el conjunto de esas virtudes y, entonces, no es de extrañar que la plaza entera se rindiera a sus pies.
Qué alegría defender a estos toreros desconocidos allá donde tienes ocasión de hacerlo, evitando que se conformen con el sota, caballo y rey que les enseñan los taurinos y empresarios. Ya sabemos, y lo hemos dicho, que o no tienen ni idea de qué va esto del toreo o son tan malvados que nos engañan sabe Dios por qué oscuros intereses. Yo les puedo asegurar, así lo llevo diciendo desde que tengo una tribuna donde escribir, que toreros mejores que los que ponen en todas las ferias… los hay a montones. A las pruebas me remito y me seguiré remitiendo.
Tenemos un torero más, David de Miranda, en quien depositar nuestra ilusión y nuestras esperanzas como aficionados y alejarnos, si nos dejan, de tanta figura… decorativa.
Hoy, la máxima figura, El Juli, ni resolvió los problemas de sus toros, ni tuvo otra disposición que no fuera estar lamentando todo lo que le iba sucediendo, que si el viento (De Miranda le mostró cómo olvidarse del viento mientras se torea: con cojones), que si las pocas fuerzas, que si el molesto cabeceo. Tal fue su desencanto que hasta le falló su famoso julipié varias veces. En su segundo vivimos el bochorno de un palco que devolvió un toro por lesionarse durante la faena de muleta. ¿Un favor a la figura?, pues tras el bochorno, con el toro sobrero se terminó en ridículo.
Regresaba Paco Ureña a Las Ventas, tras de su grave percance, y no pudo estar más cariñoso el público de Madrid con él: Ovación al terminar el paseíllo, obligado a dar una vuelta en su primero y una oreja de su segundo. Todo para este torero puede resultar poco por su entrega y su pureza habitual, pero hoy quizá no se alcanzaron las cotas necesarias para tanto premio.
Para las cuadrillas evitaremos destacar especialmente a ninguno.
El Pana este sábado en Las Ventas. A las 12:30 se proyectará en la Sala Cossío la película ‘El Brujo de Apizaco’, dirigida por Rodrigo Lebrija. Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’ falleció el 2 de junio de 2016 tras un percance, sucedido un mes antes en la Ciudad de Lerdo (México). Una oportunidad de ver parte de su vida y su toreo.
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