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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 15 de marzo de 2020

¿Cuidar de mí? / por Antolín Castro



La incompetencia más absoluta se ha puesto de manifiesto a las primeras de cambio. En el camino queda, y quedará, el sufrimiento de muchos conciudadanos, ajenos a tanta ineptitud. Es muy difícil, por no decir imposible, que uno pueda poner su familia a salvo dejándola en manos de estos gobernantes. Yo, desde luego, no les concedo ese derecho.


¿Cuidar de mí?

Antolín Castro
Madrid, 15.03.2020
Directamente le digo a este gobierno que mejor no. Ni están capacitados ni quiero correr más riesgos.

A la vista de los hechos no puedo dejar en sus manos ni mi cuidado ni el de los míos. Unos irresponsables no pueden ocuparse de tareas que requieren un mínimo de respeto y sentido común.

Un respeto, porque es obligado para quienes tienen la alta responsabilidad de estar al frente de la sanidad y la seguridad que es de todos y para todos. Respetar a los demás va mucho más lejos que comportarse arbitrariamente y al albur de sus intereses con cada cosa que les toca decidir.

Y sentido común, porque necesariamente es el sentido que ha de guiar todos sus actos. No están ni preparados ni capacitados para asumir tal responsabilidad. A las pruebas nos hemos de remitir.
Cómo van a cuidar de mi si no lo hacen con sus esposas. Todo un presidente de gobierno, y un vicepresidente también, las han expuesto a contagiarse, no con solo impedir que acudan a lugares nada recomendables ante situaciones de expansión de este virus, más al contrario, las animaban y jaleaban para que acudieran. ¡¡Serán irresponsables!!


Dejan que se puedan infectar y, lo que es peor, que se produzca una avalancha de contagios entre todos. ¿Alguien me va a convencer de que ponga a mis hijos y nietos en sus manos? No, rotundamente no. Su negligencia e ínfima capacidad para cuidar de los suyos, les incapacita para cuidar de los demás.

Pueden estar muy cualificados para arengar a las masas, organizar manifestaciones multitudinarias o protestas callejeras, incluso criticar duramente a quienes en otros momentos han tenido la responsabilidad de gobernar, pero no lo están en absoluto para ofrecer respuestas y soluciones, plenas de sentido y no sectarias, para toda una población, esa población que tienen, muy a nuestro pesar, a su cargo.

Puede que muchos, así lo dijeron los votos, se conformen con sus palabrerías vanas y vacías pero, ya se ha visto, sus actos no avalan esa virtud necesaria para saber y distinguir cuál es su verdadera responsabilidad de gobernantes.

La incompetencia más absoluta se ha puesto de manifiesto a las primeras de cambio. En el camino queda, y quedará, el sufrimiento de muchos conciudadanos, ajenos a tanta ineptitud. Es muy difícil, por no decir imposible, que uno pueda poner su familia a salvo dejándola en manos de estos gobernantes. Yo, desde luego, no les concedo ese derecho.

Hasta que no les quitaron la venda sectaria de los ojos algunas Comunidades Autónomas, no fueron capaces de atisbar la que se nos venía encima. Tan cegados estaban que dejaron que sus esposas se contagiaran, poniendo en peligro a sus hijos, al entorno que les rodea, al gobierno entero y aplicando tarde y mal las medidas que protegieran a quienes tenían el deber de proteger con sus decisiones.

Bastante hemos tenido con sufrir su inacción e incompetencia. La sensación es de total desamparo. No podemos confiar en quienes no asumen responsablemente el papel que están obligados a desempeñar, despojados de intereses partidistas e ideología, dirigido a la protección de todos.

Ni tan siquiera puedo concederles el derecho a que con su familia pueden hacer lo que quieran. Ni eso les salva.

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