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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 1 de junio de 2020

Toros de Guardiola / por Barquerito

El capricho de los Guardiola consistió en lograr presentar siempre corridas parejas de la parte de Villamarta. Una operación costosa y nada sencilla, que fue ley en las plazas de compromiso: Pamplona, Sevilla, Madrid, Bilbao, Zaragoza, Logroño, Puerto de Santa María, Almería…

Toros de Guardiola

Barquerito
Madrid, V 31 2017
A que el asunto condujo a una evocación de Juan, Alfonso, Jerónimo, Luis y Jaime Guardiola, los responsables, en distinto grado, de que cualquiera de las corridas que lidiaban, de encastes distintos, fueran siempre de hechuras tan serias como parejas. En ese punto rozaban la perfección y, en todo caso, marcaron época. Una época que ya pasó. Ganaderos de otra época.

Aplausos. Enviado por Ignacio Álvarez Vara, Madrid V 31 de 2020. /Crónica toro.com)

En el texto se alude a don Álvaro Domecq, tan riguroso en ese mismo asunto. No se aclara que las seis cabezas de los seis toros de la
inauguración de la plaza de Illumbe, debidamente naturalizadas en el taller de las hermanas Ochoa, colgaban de la pared del patio de caballos. No sé si seguirán colgando. Seis gotas de agua....

NO HUBO EN EL PRIMERO de los tres tramos de San Isidro ninguna corrida de toros propiamente pareja, Ni siquiera la de Parladé. Juan Pedro Domecq goza de una bien ganada fama, la de presentar corridas igualadas en línea, tipo y peso, como si la selección fuera matemática. Se quebró la costumbre en Madrid, donde solo pasaron reconocimiento cinco y no los seis toros del envío. De todas las corridas que Juan Pedro lleva echadas este año la mejor presentada y las más uniforme –cinco toros de Veragua y uno de Parladé- ha sido la de Arles. Tanto como la de Sevilla -seis cromos-, si no más.

La idea de presentar corridas parejas no es nueva ni antigua ni preceptiva. Solo que hubo una familia de ganaderos, los Guardiola, que estuvo haciendo bandera de ese capricho durante cuatro décadas. Cuatro fueron los hierros y las ganaderías que legó a sus herederos el primer Salvador Guardiola ganadero. Dos, de sangre Pedrajas, y dos, de Villamarta. El toro de Pedrajas se identificaba sin mayor problema: por el lustre singular, un brillo raro en el pelo del toro de lidia, por lo blanco de las astas y por lo afilado de los pitones. Los pitones como agujas muchos años antes de la invención de las fundas protectoras. Las camadas de pedrajas eran mucho más reducidas que las de villamartas. La selección, severa y rigurosa. 

Como Villamarta fue en origen una ganadería mestiza y experimental, bazar de alianzas y cruces de sangres diversas, las camadas carecían de la uniformidad tan visible en los hierros de procedencia Pedrajas. El capricho de los Guardiola consistió en lograr presentar siempre corridas parejas de la parte de Villamarta. Una operación costosa y nada sencilla, que fue ley en las plazas de compromiso: Pamplona, Sevilla, Madrid, Bilbao, Zaragoza, Logroño, Puerto de Santa María, Almería…

El rigor de los Guardiola marcó una época en Sevilla porque fue estímulo para sus colegas. Ejemplo digno de ser emulado. Don Álvaro Domecq abrazó la causa: lo primero, la presentación no de un toro ni dos, sino de los seis. Las seis cabezas de la corrida de Torrestrella de la inauguración de la plaza de Illumbe en San Sebastián son la prueba irrefutable de aquel riguroso capricho que los Guardiola convirtieron no en costumbre sino en ley.

No es fácil abrir o cerrar lotes en corridas dispares. Por eso habrá sido el reparto tan poco equitativo de toros en San Isidro. Sin apenas excepción. En las corridas trufadas de cinqueños y cuatreños, los lotes se han venido abriendo por la edad sin más mirar. Y se han mirado las puntas no solo porque sean lo primero que enseñan los toros, sino porque se tienen los cuernos por un carné de identidad.

No ha sido parva la galería de toros singulares del primer tramo de la feria. Y con ellos, los seis de la corrida de Cuvillo que el 24 de mayo abrió el segundo tramo, donde venían en paquete los hierros tuétano del abono: Alcurrucén, Jandilla, Salvador Domecq, José Luis Pereda, Victoriano del Río y Garcigrande. Sobre el papel, la semana de oro, y entonces se llamaría semana de hierro a la de signo torista del tercer y último tramo: Cuadri, Dolores Aguirre, Victorino, Rehuelga (Rafael Buendía), Adolfo y Miura.
FIN

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