Es todo muy triste porque cuando nos concedieron la libertad, lo que no sabíamos era que sería libertad condicional bajo fianza. Y la fianza no es otra que el rebrote del puto coronavirus, la utilización permanente de mascarillas como si estuviéramos en carnaval, distancias prudenciales entre unos y otros, nada de aglomeraciones que, como se ha demostrado es lo peor que podemos hacer.
El miedo sigue vigente
Pla Ventura
Toros de Lidia / 27 julio, 2020
Ya dije en su momento que, dadas las condiciones sanitarias que se nos habían impuesto para la celebración de espectáculos taurinos, era de héroes la organización de los festejos y, así lo ha confirmado el señor José Montes, como empresario de Ávila el que calificaba dichas diversiones muy exitosas en lo que a la parte artística se refiere y de auténtica ruina a nivel económico.
Una pena que, un esfuerzo tan cabal y tan auténtico no haya tenido la respuesta adecuada por parte de los aficionados que, a duras penas se cumplió el “aforo” impuesto por la ley; seguro que, como dijo el empresario, no aspiraba a más, sencillamente que se “llenara” el coso según el decreto establecido y no pudo ser, lo que viene a demostrar que, ante todo, la gente sigue teniendo mucho miedo, más del que pudiéramos imaginar. Las pruebas, como todos sabemos, es que la pandemia no ha remitido, todo lo contrario, especialmente en la zona de Cataluña y Aragón.
Qué triste es el miedo que nos condiciona para todo; y, de tal modo, en los toros no podía ser una excepción. Claro que, lo peor está por venir. ¿Qué será –como dije en su momento- de esos empresarios que han arriesgado su dinero para montar corridas de toros con la problemática que tenemos encima? Repito que, hay que ser muy aficionado, tener dinero, amar a la fiesta de los toros, haber convenido con los toreros todo lo que puede llegar; mil cosas que, aunadas, es un auténtico milagro que se sigan anunciando corridas de toros por distintos lugares del suelo patrio.
No le quiero aguar la fiesta a nadie y muchos menos a los aficionados que, gracias a la televisión nos hemos deleitado con algunas faenas de auténtico lujo por parte de varios toreros, pero las condiciones en las que vivimos no invitan a nada; Ávila ha sido el ejemplo donde ha imperado el miedo porque, ante todo, se anunciaban dos corridas de toros interesantísimas, entre ellas, una de Albaserrada de Adolfo Martín que, para mayor suerte, dio un juego, en general muy aceptable, razón del disfrute de los aficionados. Claro que, una cosa es verlo desde casa frente al televisor y, otra muy distinta acudir a la plaza en la que, como se ha demostrado, la gente sigue teniendo miedo que, por otra parte, éste el libre para que todo aquel que quiera temerle en la parte alícuota que le corresponde.
Es todo muy triste porque cuando nos concedieron la libertad, lo que no sabíamos era que sería libertad condicional bajo fianza. Y la fianza no es otra que el rebrote del puto coronavirus, la utilización permanente de mascarillas como si estuviéramos en carnaval, distancias prudenciales entre unos y otros, nada de aglomeraciones que, como se ha demostrado es lo peor que podemos hacer. Y si hablamos de aglomeraciones, en los toros, quiérase o todo lo contrario, se tienen que dar pese a todas las medidas preventivas. ¿Solución? No acudir a la plaza que es lo que sucedido en Ávila para desdicha del empresario que, en un arranque de valor montó dos corridas de toros que ya las quisieran muchas plazas de primera.
No se sabe hasta cuándo pero, de tal forma nos tenemos que acostumbrar a vivir, por tanto, acudir a los toros sigue siendo una quimera para todo el mundo. Lo triste de la cuestión es que los toros no pueden darse sin público porque no tenemos televisiones que nos financien, de ahí que, o hay aficionados en la plaza o se deja todo para mejor ocasión. Nosotros decidiremos.
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