la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 13 de septiembre de 2020

Don Antonio Bienvenida, la leyenda del arte / Pla Ventura

 

Un libro fascinante el que ha escrito el señor Rodríguez Peral en el que, centrando su obra en la figura de don Antonio Bienvenida, analiza con todo detalle y lujo de pormenores, tanto los ascendientes de la saga como los descendientes para que, la saga citada, todos queden en ese lugar de privilegio que merecen, sencillamente por llamarse Bienvenida puesto que, dicho apodo, en el toreo, son palabras mayores.

Don Antonio Bienvenida, la leyenda del arte

Toros de Lidia / Sptbre. 2020
Recordar cosas bellas es como volver a vivir y, como quiera que no todo tenga que ser desagradable en la vida, los recuerdos son los que nos revitalizan de nuevo para que sintamos emociones indescriptibles ante tantas cosas como lindas como hemos vivido. Digo esto porque, taurinamente hablando, he vuelto a leer el libro escrito por don José Luís Rodríguez Peral, el que nos narra la vida y obra de don Antonio Bienvenida y, esos recuerdos me fortalecen en el alma.

Hay personajes en el mundo que, cuando más sabes de ellos, más los aprecias y admiras y, don Antonio Bienvenida, como personaje, como torero y como ser humano, era digno de admirar mientras a uno le quede un soplito de vida; son esas clase de hombres que supieron forjarse una leyenda para que en el devenir de los años, la misma sirviera como lección para nosotros que, de forma humilde, somos capaces de asimilar toda la grandeza que el personaje entraña.

Rodríguez Peral es un privilegiado de la vida porque, la misma, como denota su libro, Bienvenida, El arte en el Toreo, es todo un estigma, una soberana lección para que todos conozcamos a fondo a un hombre de leyenda que transitó por el mundo de los toros sin más ambición que crear arte y ayudar a sus semejantes. Es la segunda vez, repito, que mis retinas se centran en tan bellas letras que, como me sucediera con JUAN BELMOTE, MATADOR DE TOROS, de Manuel Chaves Nogales, al final son libros de culto en el que, de forma irremediable, centra uno su atención, concita sus cinco sentidos para no perder el más mínimo detalle al respecto para poder conocer al personaje, en este caso al entrañable don Antonio que, como el mundo sabe, fue el único torero del planeta al que se le llamó don Antonio Bienvenida, por aquello de sus míticos valores que esgrimía en la calle y, sin duda alguna, por sus mágicas lecciones dentro de los ruedos del mundo.

Analizar, pormenorizar al respecto de toda la vida y obra de Antonio Bienvenida en un libro tan apasionante, los aficionados a los toros debemos de sentirnos orgullosos de que, entre la torería existiera un hombre del talento, la bondad, el arte y la empatía con el ser humano, llamado Antonio Bienvenida. No se le escapa detalle alguno al señor Rodríguez Peral que, como digo, conmueve con su pluma por aquello del análisis fantástico en torno a tan mágico diestro que, si se le reconocieron sus bellos valores en calidad de artista, como ser humano era irrepetible.

Antonio Bienvenida era un hombre con hitos históricos en los que nadie ha logrado emularle. Fue el torero que más encerronas tuvo con seis toros en solitario; incluso un día, se anunció en Madrid con seis toros por la tarde y otros tantos después de cenar, llenando en las dos ocasiones el coso de Las Ventas. No pudo culminar su segunda gesta porque unos calambres en su pierna derecha le impidieron continuar su lidia pero, mató nueve toros en una misma jornada. Era el único torero que se enfrentó al propio sistema establecido, sabedor de que sus compañeros figuras mataban el toro desmochado, algo que denunció don Antonio Bienvenida sin remilgo alguno. Fue el único torero que se negó a tomar la alternativa en Madrid porque los toros que había elegido de Miura, los cambiaron y, por dignidad, prefirió pasar tres noches en el calabozo para, tras dicho encarcelamiento, doctorarse con todas las de la ley con los de Miura y en Madrid.

Nunca fue figura del toreo porque, en realidad, las cifras nunca le acompañaron ni él lo quiso. Como fuere, mató casi mil corridas de toros en España, amén de sus innumerables festejos por todas las plazas del mundo. Sufrió quince cornadas, tres de ellas gravísimas –la de Barcelona la más grave de todas- en las que, se temió muy seriamente por su vida que, como sabemos, acabó en un tentadero en el que estaba ayudando a su sobrino Miguel en la finca de doña Amelia Pérez Tabernero en El Escorial, hace ahora cuarenta y cinco años, es decir, Antonio Bienvenida vivió en la época dorada de España y se marchó junto a Dios para no conocer a tanto indeseable como tenemos ahora en el mundo de la política.

Dije que no fue nunca figura del toreo pero, pese a todo, todos los toreros le consideraron, hasta los que fueron sus enemigos, un TORERO  de toreros. Miles fueron sus virtudes, entre ellas, esa dádiva generosa que siempre le acompañó a favor de los más débiles. Toreó decenas de festivales, corridas benéficas de todo índole, entre ellas, la llamada Beneficencia en la que actuaba gratis, -como en todas- en la del Montepío de los toreros, en la de la Policía e incontables festejos de esta índole en que, Bienvenida ponía su arte y exponía su vida a favor de los más necesitados.

Tras su retirada hizo una incursión en el mundo empresarial y, qué mal lo pasa un torero en un despacho, algo que sabían aquellos indeseables que se buscó como socios que, al final, le costó un ojo de la cara por aquello de defender su dignidad como hombre mientras que, sus socios, se lavaron las manos tras robarle y le dejaron tirado como una colilla. Claro que, mientras que sus socios murieron como ratas inmundas, don Antonio Bienvenida, por su toreo y por su gallardía como ser humano, supo forjase la leyenda de la que, tantísimos años después, sigue disfrutando.

Como se demuestra, al final, cada uno queda en la vida como es y, Bienvenida ha quedado como un gran señor al que, para mi suerte, me cupo la suerte de verle en directo en Madrid siendo yo apenas un jovencito pero, aquella tarde jamás la pude olvidar. Era la confirmación de alternativa del mexicano Curro Rivera que, apadrinado por don Antonio y ejerciendo como testigo el inigualable maestro Andrés Vázquez, en dicha tarde me cupo el placer de saborear aquel arte que desde muy chico me habían contado de este gran torero. Son, amigos, esas tardes que se quedan para siempre en el corazón y las retinas de cualquier aficionado y, en dicha fecha, me cupo el honor de extasiarme con tan magno torero del que tanto había leído sobre su persona y, lo que es mejor, de su obra artística que, pasados los años, ha quedado impregnada en el corazón de todo buen aficionado y, sin duda, escrita para la posteridad en todas las hemerotecas por el mundo.

Como digo, un libro fascinante el que ha escrito el señor Rodríguez Peral en el que, centrando su obra en la figura de don Antonio Bienvenida, analiza con todo detalle y lujo de pormenores, tanto los ascendientes de la saga como los descendientes para que, la saga citada, todos queden en ese lugar de privilegio que merecen, sencillamente por llamarse Bienvenida puesto que, dicho apodo, en el toreo, son palabras mayores.

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