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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 25 de septiembre de 2020

La tauromaquia tiene su espacio en la historia pasada, presente y futura de España / por Rafael Ledesma Figueroba


Si durante siglos el toro ha ido superviviendo en nuestro país, y ha superado la intersección de mediocres sin razón, ahora más que nunca, el toro, el torero, la afición y en su conjunto la tauromaquia tienen el lugar innegable en la historia pasada, presente y futura de España, son partes indivisibles. Los toros siempre estarán cerca de nosotros. 

Rafael Ledesma Figueroba
Diario de Córdoba/Septiembre, 2020
El maravilloso mundo del toro sigue y seguirá en pie, gracias a la bravura natural del animal, que durante muchos siglos permanece con nosotros. El buen hacer de las ganaderías, sumado a las tradiciones de España, hacen que muchas personas mantengan un sentimiento de pertenencia innegable hacia el mundo taurino. Es un sector productivo muy importante para la ganadería, la cultura, y la economía rural de nuestro país. El desarrollo de las grandes dehesas en el mundo rural, con la crianza del toro y su gran variedad genética, mantienen viva la identidad del ganado y de las ganaderías con sello propio e identidad ancestral. El caballo es por antonomasia el animal más cercano al toro, conviven a la par, y crean una estampa extraordinaria. 

La tauromaquia cuenta con el respaldo de la ley española que regula sus múltiples actividades. La cultura taurina es heredada por siglos de existencia en España, sus orígenes la sitúan en la edad del bronce y otros en la época romana, centrándose por la actividad de entretenimiento de la burguesía en el siglo XI. La tauromaquia ha tenido graves controversias e incluso ha sido ilegalizada por diferentes reinados de España, e incluso un Papa desde el Vaticano mandó una bula donde se prohibió, volviendo a la legalidad en poco tiempo. Siempre ha habido detractores de la fiesta nacional y nunca se ha podido erradicarla, nadie ha podido con ella. 
Con el paso del tiempo, la tauromaquia se ha mantenido fiel a la afición, y ha crecido con arraigo en nuestro país, en muchas partes del mundo latino y en Nimes (Francia), con raíces culturales muy difíciles de borrar, teniendo su impecable y destacado lugar con lenguaje propio, con definiciones que se emplean en la vida cotidiana de los españoles. 
Existen enciclopedias destinadas a las múltiples variedades de utilización que dan vida a la ciencia y cultura de la tauromaquia. Muchos artistas realizan sus trabajos basados en el toro. La música, el folclore, la canción española está impregnada con el protagonismo de la mujer con el torero y el toro. La pintura, la poesía, la escultura, son rasgos culturales que giran en torno al toro. La ciencia de la medicina y los estudios del toro en veterinaria hacen más que presente que el toro es cultura y ciencia sin darle más rodeos. 
La ganadería brava es la base mercantil y la crianza de su supervivencia durante siglos hasta nuestros días. Los ganaderos son los verdaderos protagonistas de la existencia y defensa del toro, que junto a la gran afición nacional hacen que aún estén con nosotros. 

La muerte juega una sincronización artística inigualable, que muy poca gente tiene el valor de medir su vida ante el espectáculo que se da en la plaza de toros. Nunca un espectáculo engloba tantos contenidos reglados socialmente y regulados por ley. El final del proceso de la vida de un toro se da en la plaza, pero su pasado está lleno de historia, con unos mimos inmejorables y de gran calidad de vida. Es un espectáculo asombroso, entre el toro y el torero, que conlleva una disciplina única, una sincronización milimétrica del giro con el movimiento pausado, con mucho arte, con el respeto del público, con la música de fondo y el silencio cuando entra al estoque. Una estampa que brota emociones, sentimientos, y luces de colores con la sabiduría que entienden únicamente los conocedores del espectáculo. 
Las escuelas taurinas son las fuentes de valores de las nuevas generaciones de toreros, que pasan por ser los maletillas y novilleros. Cada ciudad trabaja con su escuela día a día para mantener en pie la herencia taurina. Las escuelas taurinas deben tener el respaldo de las instituciones públicas y de la afición. El saber de la tauromaquia, así como sus dotes de arte, sobrepasan nuestras fronteras y llegan al mundo entero, principalmente Latinoamérica y Francia, donde Nimes va creciendo como la cuna del arte taurino galo. Los pilares de la tauromaquia de España se sustentan en los círculos taurinos que trabajan por la permanencia de las corridas de toros. 

Nuestros toreros, como Manolete, Lagartijo, Guerrita, Machaquito, Joselito, El Cordobés, El Puri, Bocanegra, Finito, Chiquilín, Julio Benítez, Manuel Díaz, hacen de Córdoba una tierra de grandes toreros. Si durante siglos el toro ha ido superviviendo en nuestro país, y ha superado la intersección de mediocres sin razón, ahora más que nunca, el toro, el torero, la afición y en su conjunto la tauromaquia tienen el lugar innegable en la historia pasada, presente y futura de España, son partes indivisibles. Los toros siempre estarán cerca de nosotros. 

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