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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 22 de mayo de 2021

Moros en la costa / por Eduardo García Serrano

Nada hemos aprendido. Mohamed VI, sí. Sabe que allende nuestras fronteras fluviales, marítimas y terrestres no hay ni patricios ni Césares, sólo plebeyos decadentes dispuestos a pagar lo que él les pida cada vez que les llene la costa de moros desesperados. El Emperador Septimio Severo decía que “cuando se agarra a un lobo por las orejas ya no se le puede soltar”... salvo que con la otra mano le rebanes el cuello. Pue eso.    

Moros en la costa

Eduardo García Serrano
El Correo de España / 21 Mayo 2021
Mohamed VI es un tirano que utiliza a sus súbditos como munición contra España. Aplica, según le dicta el rigor de sus intereses, el periódico recurso de las medievales aceifas sarracenas sobre los Reinos Cristianos de España. No siembra de sangre, fuego y sal la tierra de los infieles de Santiago Apóstol, pero la colapsa con su marabunta de desharrapados que en Marruecos vegetan entre las moscas y la nada mirando al norte del Estrecho de Gibraltar como quien paladea las leyendas y los mitos de la Tierra Prometida, de la Arcadia Feliz y del Cuerno de la Abundancia.

Tal y como como le dijeron los caudillos dálmatas y balcánicos al Emperador Tiberio “no nos mandas pastores para gobernarnos, nos mandas lobos”, en Marruecos gobiernan los lobos de Mohamed VI que, investidos de la teocrática bendición de su poder y sedientos de codicia, no administran, rapiñan las ayudas internacionales que, como el maná celestial, llega a Marruecos desde el Occidente Infiel y desde el paraíso perdido de Al-Ándalus, más para saciar al lobo alahuí, a su manada y a su camada, que para paliar las indecentes condiciones de vida de su pueblo. Europa lo sabe, pero paga. España lo sabe, pero paga. Pagan, como se paga a un matón incómodo para mantenerlo en sus predios. Pagan como la Roma decadente (subrayo, decadente) pagaba a las tribus bárbaras para que no cruzasen la fronteras fluviales del imperio, el Rin, el Danubio, y el Éufrates. De nada les sirvió. Cruzaron todos en avalancha y abrevaron sus caballos en el Tíber y sus gaznates en los palacios de los Césares y de los patricios.

Nada hemos aprendido. Mohamed VI, sí. Sabe que allende nuestras fronteras fluviales, marítimas y terrestres no hay ni patricios ni Césares, sólo plebeyos decadentes dispuestos a pagar lo que él les pida cada vez que les llene la costa de moros desesperados. El Emperador Septimio Severo decía que “cuando se agarra a un lobo por las orejas ya no se le puede soltar”... salvo que con la otra mano le rebanes el cuello. Pue eso.    

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