la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 10 de mayo de 2021

Juan Belmonte / por Jorge Arturo Díaz Reyes

 Juan Belmonte 
Es litúrgico. Hacemos con un toro en veinte minutos lo que hace la vida con nosotros. Le decía Juan Belmonte a Manuel Chaves Nogales. Nacer luchar, morir… Es la ley. Es el mundo. Él y tu. Él o tu. En ello va todo: la verdad, la mentira, lo bello, lo feo, la prosperidad, la ruina, el honor, la vergüenza, el bien, el mal.

Parar

Jorge Arturo Díaz Reyes
Crónica Toro, Cali mayo 10 de 2021
Parar es el tempus regit actum del toreo. Su centro de gravedad. Lo que le signa como culto a la naturaleza. Lo que le avala como rito telúrico.

Como el mar, la montaña, el cielo, el toro es más grande, potente y misterioso. Impone, ataca, estremece la arena. El hombre está ahí, cumple su destino, a pie firme se ofrece, solo con su destreza, un trapo y una espada que no usa. Espera quieto, templa la embestida, la manda, la modula, la repite hilvanando una coreografía peligrosa, real y alegórica simultáneamente.

Es litúrgico. Hacemos con un toro en veinte minutos lo que hace la vida con nosotros. Le decía Juan Belmonte a Manuel Chaves Nogales. Nacer luchar, morir… Es la ley. Es el mundo. Él y tu. Él o tu. En ello va todo: la verdad, la mentira, lo bello, lo feo, la prosperidad, la ruina, el honor, la vergüenza, el bien, el mal. Por fiero y avieso que sea, por incierta que venga la suerte, por dura que sea la tarde, por inclemente que sea el público, no eches pie atrás, mantén el sitio, el voto, la dignidad.

Está escrito. Lo dictó José Delgado Guerra “Pepe-Hillo”, en su libro primigeneo: Tauromaquia o arte de torear 1796: Parado en tu terreno, tendrás los pies firmes hasta que el toro llega y haces la suerte. Como un roble azotado por la tormenta, imaginó Hemingway muchos años después viendo los naturales de Nicanor Villalta. Consentir hasta dejarse coger si es necesario pedía Pedro Romero a sus alumnos; Desperdicios, Cúchares, Paquiro…

“Por la libertad y por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”, contradecía Don Quijote los ruegos de prudencia que le hacía Sancho.  Por cruel que se ponga todo, por dispar que sea la empresa, si quieres respetarte, aguanta, no hurtes el bulto, no traiciones.

 —¿Cómo me iba a levantar, no viste como estaba la gente? —Contestó hace años en una clínica de Cali “El Cordobés” (hijo) cuando al cuarto derechazo ligado de rodillas el toro había estrechado tanto el cerco que le cogió atravesándole el cuello.

Pero ese honor ya no se estila. —Es anacrónico, decae la clientela, hay que cambiarlo, ponerlo a tono con los tiempos que corren —claman los “sanchos” de hoy. Esa es la otra gran embestida frente a la cual para todo el toreo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario