Mientras en España hemos logrado una fiesta totalmente descafeinada, justamente, en Francia, como explico, optan por la emoción, la grandeza, la casta, la bravura….componentes todos que propician esa belleza inusitada que siempre nos muestra su majestad el toro y, por ende, esos valientes matadores de toros que sin importarles el gran riesgo que corren sus vidas, se entregan a dichas plazas con un fervor inusitado. Es cierto que, por ejemplo Nimes y Arlés son las plazas que más se parecen a las nuestras, de ahí que, las figuras se prodigan en dichos cosos pero, en su inmensa mayoría, Francia nos da lecciones en todos los órdenes.
Allí reinan las llamadas comisiones taurinas que, en realidad, a lo único que aspiran es a contemplar la belleza del toro y, a su vez, repetir a los diestros que han triunfado en ocasiones anteriores, es el caso de Alberto Lamelas, entre otros que, en Francia es ídolo admirado. ¿Cómo se explica esta circunstancia? Muy difícil es encontrar la repuesta que nos convenza pero, insisto, toreros repudiados en nuestro país allí les admiran como si fueran auténticos ídolos.
Para mí fortuna, en varias ocasiones tuve la dicha de haber asistido a la feria de Céret y pueblo hablar en propiedad. Más tarde, como hemos podido saber, son muchas las ferias que se montan de forma paralela en cuanto a su organización como la citada feria y, para mayor alegría, allí cobran todos los toreros. Reitero que, lo dicho respecto a Francia es todo un modelo de organización al más alto nivel puesto que, disfrutan del toro, eso ante todo, pero son capaces de repartir justicia entre los toreros, primero pagándoles y, más tarde, repitiéndoles por haber logrado éxitos anteriores.
Y no digamos si de toreros franceses se trata en que, éstos son atendidos de forma admirable puesto que, Juan Leal, por citar al torero de más proyección de Francia, en su país torea lo que en España no lograría ni en sus mejores sueños. Más justicia no cabe porque, como se ha demostrado, son franceses, pero no son idiotas; es decir, saben a quién hay que ayudar y si el torero al que se apoya es francés, el orgullo que sienten no puede ser mayor.
Nosotros, por el contrario, nuestra tauromaquia funciona a base de recomendaciones si exceptuamos a las figuras que, prebendas las tienen todas. Como dije muchas veces y repetiré mientras viva, si el taurinismo hace un pacto secreto en que hay que apoyar a un torero determinado, eso ya es un secreto a voces. Pero tienen que querer porque, como sabemos, en España, muchos diestros han triunfado en una feria determinada y, al año siguiente, si te he visto no me acuerdo, es el caso del gran Diego Urdiales este año en Bilbao, la que siempre se ha considerado su plaza y, en esta ocasión, que le parta un rayo al riojano. Es todo un conflicto de intereses en que, triunfar, en demasiadas ocasiones no sirve para nada. Como digo, ahí tenemos a Francia, un país a un tiro de piedra del que podríamos tomar lección pero, no es el caso, no le interesa a nadie de los que organizan espectáculo taurinos.
--En la imagen Juan Leal, el torero francés más representativo de su país que, como muchas veces dije, si el valor puntuara totalmente para ser figura del toreo, Leal sería uno de los primeros del escalafón.
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