Eduardo García Serrano
Los hombres que se someten mansamente al imperio de la injusticia abdican de su dignidad y de su libertad, individual y colectivamente, dejan de ser Pueblo y se convierten en rebaño, dejan de vivir para vegetar buscando el pasto del acomodo que sólo otorga el tirano, al uso o democrático, ¡qué más da!
Los pueblos rugen cuando la injusticia enseña los colmillos, he ahí Fuenteovejuna, los rebaños balan hasta en las puertas del matadero. He ahí lo que fuimos. He ahí lo que somos.
A la vuelta de este verano calcinante nos esperan las cadenas, los grilletes y las mordazas de la nueva Ley de Memoria Democrática, pergeñada en los zulos a cielo abierto de la organización socialista abertzale conocida por el siniestro acrónimo ETA, en virtud de la cual el terrorismo socialista etarra secuestra nuestra libertad, nuestra memoria, nuestra historia y nuestros recuerdos, y asesina nuestra voz y nuestras palabras con un disparo de 150.000€, si nos atrevemos a hablar o a escribir para contar la verdad de lo sucedido en España desde el 18 de julio de 1936 hasta... ¡1983!. Período histórico que se inicia con un Fuenteovejuna contra el Comendador soviético y contra sus cipayos españoles, gloriosamente derrotados en la guerra y en la paz.
Nos van a perseguir como sólo son capaces de hacerlo los tiranos, al uso o democráticos, ¡qué más da!, con la fuerza brutal de la injusticia, con la atrocidad de unas multas económicas inasumibles y con unas celdas que están deseando llenar de fascistas de la Escuela de Salamanca y de Fuenteovejuna. Pero tenemos el derecho y el deber de desobedecer esa ley tiránica porque estamos sujetos al imperativo moral de dar testimonio. Stricto sensu, pues etimológicamente nuestros términos testimonio y testigo vienen del latín testiculus, que es la zona anatómica sobre la que los romanos ponían su mano izquierda en el Sacramentum, la ceremonia del juramento de lealtad cuando ingresaban en las legiones: Semper Fidelis a Roma, al César y a las Legiones. La mano izquierda sobre los testículos, donde habitan la masculinidad, la virilidad y el valor, y el brazo derecho izado como una bandera, como una espada, como un águila.
Que el silencio impuesto por los tiranos socialcomunistas y etarras (perdón por el pleonasmo) no cierre los candados de tu voluntad ni disuelva en el miedo y en la nada tus principios, tus lealtades y tus juramentos. Semper Fidelis a España y a Francisco Franco, a su nombre, a su obra y a su memoria.
Excelente artículo.
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