En la corrida aludida, hasta el destino se hizo cómplice para que por allí anidara la tragedia; una diferencia bárbara la que existe entre los toros auténticos, los que siembran el ruedo de verdad y emoción, caso de Miguel Reta en Estella y los que se lidian por esas ferias de Dios en la que, lo único importante es torear bonito, algo que te permiten esos animalitos adulterados para que los artistas de la tarde se lo pasen divinamente.
En Estella hubo varios heridos, entre ellos, Imanol Sánchez que, en el ejercicio de la lidia un toro le propinó una cornada en un brazo; dos subalternos resultaron lesionados y, la peor parte se la llevó Enrique Martínez Chapurra que actuaba en calidad de sobresaliente. No se puede tener peor fortuna de la que sufrió Enrique puesto que, tras hacerle el quite a un banderillero en apuros, el toro le persiguió con saña para no dejarle entrar en el burladero, infiriéndole una gravísima cornada.
En los toros nadie quiere la sangre que puedan derramar los toreros; pero sí creo que muchos abogamos por la emoción del toro auténtico, dándose la paradoja de que ese toro que anhelamos es el que suele dar muchas cornadas. Claro que, como digo, hasta el destino se nos muestra traicionero en este sentido y, como siempre, pagan los platos rotos los desheredados de la fortuna, que se lo digan a Chapurra, un hombre que se gana la vida honradamente como sobresaliente y que por ese mal lance del destino, el pasado sábado, en Estella, por culpa de un toro fiero y bravo su vida pudo correr mucho peligro. ¿Y por qué los toros no cogen a las figuras? Es la pregunta que me hacen muchos aficionados. La respuesta es siempre la misma, porque hay una diferencia abismal entre el toro criado a modo para los artistas y el animal fiero y encastado para goce del propio ganadero y, sin duda, de los toreros que se atrevan para lidiarlos.
Se me desgarra el alma en calidad de aficionado al pensar que, en el caso de Chapurra, un torero ilusionado que desde siempre ha basado su quehacer en calidad de sobresaliente, la única vía de escape que tiene para poder sobrevivir, por culpa de esa fatídica cornada ha perdido varios festejos que tenía programados para este mes de agosto en curso. No sé qué le dolerá más, el dolor físico de su cuerpo roto y malherido o todos los contratos que ha perdido, justamente, los que alimentaban su cuerpo. Toda una tragedia al más alto nivel pero que, como el mismo Enrique ha confesado en las redes sociales, todavía le da gracias a Dios porque aquello pudo haber terminado en tragedia.
Es cierto que, en el caso de Enrique, fue todo un caso de mala suerte porque, por centímetros, no pudo alcanzar el burladero, de ahí la cornada aludida pero, mientras el toro normal puede darte un revolcón, como ayer le sucediera a José Tomás en Alicante sin hacerle saña ni perseguirlo tras la voltereta, el bicorne encastado si te coge no te suelta, lo que le sucedió al bueno de Enrique Martínez Chapurra que, por atender a un banderillero en apuros, el toro hizo hilo con él para endilgarle una cornada tremenda. Y todo ello por el miserable sueldo de un trabajador en una mensualidad. ¡La fiesta es grandeza! Que se lo pregunten a los humildes, a los que matan el toro fiero y encastado y ellos responderán.
Vemos las imágenes de la dramática cogida de Chapurra en Tafalla, y el inicio de una media verónica con el capote.
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