Sus triunfales y multitudinarias salidas a hombros pasaban por el Santuario de la Patrona antes de regresar al hotel
La trascendencia de su carrera en los ruedos se concentra en los 45 años que vistió de plata como banderillero, en muchas ocasiones en las filas de primeras figuras como Joaquín Bernadó y Enrique Ponce, y otros destacados diestros como José Luis Bote y Juan Rivera; asimismo fueron muy notables sus tiempos de novillero tanto sin caballos como con los del castoreño.
El hecho de doctorarse, después de estar profesionalmente retirado, cuando contaba 57 años, fue más por motivos románticos que por buscar una nueva proyección, como él mismo llegó a reconocer, puesto que después de salir a hombros la tarde de la ceremonia, ya dijo adiós para siempre a la actividad en los ruedos. Fueron padrino y testigo, respectivamente, de aquella feliz efeméride los diestros también almerienses José Gabriel Olivencia y Francisco Torres Jerez, quienes curiosamente años antes habían sido alumnos suyos en la Escuela de Tauromaquia de Almería, donde Antonio había ejercido como director de la misma durante quince años, dándose asimismo la circunstancia de que en este tiempo "el maestro" actuó en numerosas ocasiones como subalterno de sus discípulos en los festejos de noveles que organizaba el Centro.
Otros datos muy concretos de la biografía de Antonio Márquez, que había nacido el 16 de septiembre de 1951 en la popular barriada almeriense de Los Molinos, son: vistió por primera vez el traje de luces, a los 18 años, en Laujar de Andarax, el 21 de septiembre de 1969. Toreó sin picadores más de cuarenta festejos, entre otros, en 1970, en Las Arenas de Barcelona, en un ciclo de "la Oportunidad" denominado "Esperanza 70", quedando segundo clasificado entre 179 participantes, lo que le dio derecho a estar anunciado en el festejo de la final. Debutó en el siguiente escalafón, en Almería, el 2 de abril de 1972. Y fueron muy notables sus triunfos en esta plaza, donde llegó a cortar tres rabos, amén de las sucesivas salidas a hombros, en volandas de aficionados y público que le pasearon en muchas ocasiones por las principales vías del centro de la ciudad -Avenida de Vilches, Calle de Granada y Paseo de Almería- hasta el Santuario de la Virgen del Mar, Patrona de Almería, a quien ofrecía sus rezos de gratitud antes de regresar al hotel en ese desbordado clima triunfal.
Antonio Márquez, padre de otro torero, banderillero también, del mismo nombre, era un personaje muy conocido y apreciado por sus valores humanos y dotes profesionales. Su adiós deja un hondo sentimiento de tristeza en la ciudad de Almería y en los ambientes taurinos profesionales de toda España. D.E.P.
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