Cuenta la tradición popular, con mas o menos variantes, que hacia 1787, en unos corrales que había en la calle de la Paloma y que eran propiedad de las monjas de San Juan de la Penitencia de Alcalá de Henares, unos muchachos encontraron un lienzo de la Virgen de la Soledad y al verlos arrastrar la imagen por el suelo, una beata, de nombre Isabel Tintero, se la compró “por tres cuartos”. Esta piadosa mujer limpió e hizo retocar la imagen y la colocó luego en portal de su misma casa donde comenzó a recibir pública veneración Tanto aumentó el culto y en tan poco tiempo que la “descubridora” de la imagen determinó llevarla “con mas decencia en un Quarto pequeño de su casa, habriendo puerta a la Calle para que con mas comodidad pudieran visitarla los Fieles”.
Tanto creció el número de madrileños que iban a rezar ante la imagen de la Virgen que se consideró necesario construir una capilla en toda regla. Para ello, en 1791, aprovechando un importante donativo de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, se adquirió un solar próximo 3 donde se erigió en 1795 una capillita por el arquitecto Francisco Sánchez 4, discípulo y colaborador de Ventura Rodríguez, a la que, con gran solemnidad, se trasladó la venerada imagen el 9 de octubre de 1796.
Madrid celebra la festividad de la Virgen de La Paloma
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