Como cosa inusual en los pueblos, para tal ocasión se trajeron cuatro toros de Santiego Domecq que, como bonitos, eran divinos; vamos que, cualquier figura hubiera reseñado dichos animales para llevárselos prestos a cualquier plaza. Como dirían los taurinos, eran cuatro zapatitos con una armonía que daba gusto verlos bajo la perspectiva de las figuras. Por ende, imagino que Sergio Serrano y Tendero, cuando los vieron en los corrales estarían gozosos al pensar que, de una santa vez se enfrenaban a los toros de las figuras. Dicho así, tenían toda la razón del mundo para albergar tal cúmulo de ilusiones.
Y si pasamos por encima el festejo y nos ceñimos a la reseña final, cualquiera que no hubiera visto la corrida podía emocionarse con la misma ficha final del festejo. Apoteósico triunfo de Sergio Serrano, cuatro orejas y un rabo. Visto así, cualquiera se alegra del éxito de Serrano, un torero curtido en mil batallas y con todo el derecho del mundo para conseguir el respeto empresarial para que, por sus méritos, sigan contando con él en pueblos y ferias.
No sé las razones pero en El Bonillo, a los diestros les trajeron unos bombones que estaban completamente envenenados. Si quisieron hacerles un favor acabaron con ellos y si lo hicieron adrede, la putada fue de órdago. Ellos sabrán pero, la realidad es la que hubo y eso no lo puede esconder nadie. Cuatro burros con cuernos de una belleza extraordinaria pero, bellas son las putas y mira que oficio tienen, vamos, como para enamorarse de ellas. Aquí pasó lo mismo. Los toros enamoraban con su presencia pero en su esencia, jamás en mi vida había vista una corrida tan mortecina y asquerosa.
Por dicha razón, cuidado con los partes informativos que, como en esta ocasión, están igualmente envenenados. En realidad, al respecto, yo no hago el más mínimo caso de lo que dice una reseña que, en realidad no refleja nada de lo ocurrido en un festejo. Las cuatro orejas y rabo que cortó Sergio Serrano fueron pura basura porque no había toros, por el contrario, ese mismo diestro que no cortó orejas en Azpeitia y que para su desgracia resultó herido, frente a un toro encastadísmo de Ana Romero estuvo sensacional porque, como digo, se enfrentó a un toro. Por eso digo que, los despojos no sirven para nada por mucho merito que quieran darle.
Como sería la corrida de El Bonillo que, como comentarista, por aquello que había un rejoneador en el cartel, CMM suele llevar para que tome el uso de la palabra cuando hay un caballista, al que fuera fantástico rejoneador en puntas, el señor Josechu Pérez de Mendoza que, al ser preguntado por el juego de los toros, este hombre que tiene mucha sagacidad y muchas horas de vuelo por razones de edad, hasta se atrevió a decir: Por el comportamiento que han tenido los toros en el ruedo, han dado la impresión que llevaban quince días sin comer. Una definición muy correcta la de este hombre que, si eso fuera verdad, alguien tendría que responder ante un atentado de semejante calibre.
El esfuerzo de los toreros resultó una épica increíble porque, como los toros no embestían eran los toreros los que, de forma inútil intentaron por todos los medios sacar agua de un pozo que estaba seco. Sin lugar a dudas el espectáculo más lamentable que recuerdo en una plaza de toros, algo que me sorprendió muchísimo puesto que, en los pueblos, por muchas razones suelen siempre traer corridas muy interesantes que, como así ha ocurrido, siempre lo hemos contado.
Como siempre dije, los toros pueden salir al ruedo de mil maneras, nobles, correosos, agarrados al piso, alimañas, criminales y mil definiciones más pero que unos animales salgan muertos al ruedo, la decepción no puede ser mayor y, lo que es peor, la rabia de los toreros que a priori veían que tenían una corrida de Santiago Domecq, los que lidian las figuras y cuando vieron que tenía seis burros con cuernos sin el menor atisbo de casta y fiereza, su desolación no pudo ser mayor. Que tome nota Sergio Serrano para que, mientras no sea figura no se enfrente jamás a dichos toros; cuando lo sea no le pasará nada porque a las figuras se les permite todo. Pero en estos momentos, todos sabemos que Sergio Serrano es un torero cabal que nos arrebata enfrentándose al toro de verdad y con los burros muertos, si lo que le pasó en El Bonillo le sucede en una plaza de relevancia se busca la ruina para siempre.
Como digo, la pena no es que El Bonillo se quedaraá sin luez en el último toro de la tarde, lo realmente criminal es que, pese a a luz del Astro Rey hasta que oscureció, allí se vivió una tarde entre tinieblas porque no había toros en la plaza.
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