'..Escribir de este anormal cuando Valencia sigue hundida en el barro de la tragedia, con la incompetencia de unos y la maldad de otros, parece insólito exponer las andanzas de este personaje, pero estaba hecho y aquí va detallada la patética figura del expolítico de Sumar, Íñigo Errejón. Antitaurino declarado, defensor, dice, de los animales..'
Insultante postulador de la mentira
Manuel Viera
Burladero/6 de noviembre de 2024
Escribir de este anormal cuando Valencia sigue hundida en el barro de la tragedia, con la incompetencia de unos y la maldad de otros, parece insólito exponer las andanzas de este personaje, pero estaba hecho y aquí va detallada la patética figura del expolítico de Sumar, Íñigo Errejón. Antitaurino declarado, defensor, dice, de los animales. Comprometido con el feminismo y falso progresista de una izquierda acabada. Ya saben el quehacer perverso de quien hablaba en nombre de la razón. De quien disponía de la fórmula para acabar con el acoso y la violencia en la mujer y, como no, con el maltrato animal. Si es el del toro, mejor. Un maléfico de esos que piensan y deciden por los demás. Allí estuvo, en su Parlamento, echándoles horas, días, semanas, meses, años, pretendiendo ser la expresión de nuestra conciencia.
Allí, engreído, para menospreciar después y humillar con despreciable comportamiento lo que tanto decía defender. Nada hay tan degradante, tan horrible como mentir, y este tío mentía por hábito. Hablaba de forma grandiosa y haciendo afirmaciones tajantes para cambiar el mundo. Le importaba un carajo la política parlamentaria. Los problemas de un país sumido en una profunda e inacabable crisis de gobierno. Sólo le interesaba su bienestar mientras aniquilaba los valores más intrínsecos del ser humano actuando como el irracional que él defendía. Un cínico y mentiroso de falsas ideas demagógicas con las que justificaba con simpleza unos argumentos que presuntamente ha convertido en inmorales. Un proceder patético en el que se produce el paso de lo humano a lo animal.
Una manera torticera de disfrazar su fingida decencia. No hay cosa más peligrosa que estos falsos evangelizadores convencidos de estar en posesión de la verdad. Nada tan degradante como practicar la violencia verbal para convertirla en acoso. Y como no soportaba a quienes no piensan como él, lo descalificaba a grito desaforado en debates estériles que, más tarde que temprano, han sido desmontados.
A la espera de que nadie salga herida de cabalgada semejante el paripé de sus exsocios en el Gobierno seguirá, con hipócrita defensa, a favor de quien ha tirado a la escombrera su honestidad convirtiéndose en insultante postulador de la mentira.
PD: Todo suma, todos sumamos por y para Valencia. No la dejemos.
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