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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 30 de enero de 2012

Confusión y fraude / Por Por Carlos Crivell



Confusión y fraude

Por Carlos Crivell 
La publicación de los carteles de las Fallas de Valencia ha contribuido a crear más confusión. Los carteles son impropios de una Feria de plaza de primera categoría. Puede que Casas no haya tenido otra opción. Con estos carteles la gente no acudirá masivamente al coso. Cuando lo que procede es a organizar grandes eventos para que las plazas revienten, nos encontramos con esta pobre Feria que no añade ninguna gloria al presente. 

Parece que la empresa valenciana pagará un dinero importante a ASM, unos 279000 euros, que se repartirán los toreros del G-10, tanto los que están anunciados como los que no lo hacen. Es decir, un torero como Perera, no anunciado, ganará dinero en Fallas. Y se habla del pacto entre las figuras, de forma que el que lo incumpla abonará una multa astronómica de un millón de euros.

El aficionado no entiende nada. La empresa debe abonar ese dinero, que se supone que saldrá de lo que paga el operador de televisión. Además, hay que pagar la parte correspondiente de los derechos de imagen a los ganaderos, subalternos y demás intervinientes. Todo ello sin olvidar que cada diestro tiene su contrato estrictamente artístico por torear, al margen de los derechos de imagen.

Simón Casas abarata la Feria. Si contrata a todas las figuras el presupuesto resulta muy caro. Hay diestros, como Ponce en Valencia, a los tiene que llevar. Para ello prescinde de otros, en este caso de El Juli, Morante, Perera, Cayetano y Jiménez. Y contrata al citado Ponce, Manzanares, Talavante, El Fandi y El Cid. ¿Por qué discrimina a algunos? Dicen que no ha contratado a los que tienen apoderados independientes. Dicho de otra forma, ha contratado a Ponce y a El Cid, que tienen apoderados no vinculados a empresas, y a los toreros de sus socios Choperitas y Matilla. De camino se señala a dos principales inductores del problema para castigarlos: El Juli y Perera. 

Este sistema es un fraude para la afición. Se admite el enfado de las empresas ante el cambio. Ni es el momento y, posiblemente, tampoco son las formas; incluso el fondo del asunto es discutible. Se ha conseguido que los empresarios hagan ferias de peores contenidos. No pueden estar contentos. La regla básica de un organizador es presentar lo mejor del momento. Cuando estamos intentando revitalizar la Fiesta con la entrada en Cultura, la lucha contra las administraciones peseteras que buscan solo dinero en los pliegos, la búsqueda de la casta perdida, la promoción de la tauromaquia con la llegada a TVE, en fin, cuando hay una coincidencia en las necesidades del toreo, nos encontramos con este fiasco de la primera Feria del año descafeinada. Si ahora acude menos gente a los toros, que nadie se queje. 

Y hay otra cosa que me llama la atención. Si el G-10 ha hecho un pacto, ¿cómo puede aceptar que las empresas castiguen a algunos de sus componentes, caso de El Juli y Perera, porque no tienen apoderados empresarios? Se rompe la libertad para contratar. A unos del grupo se les premia y a otros se les castiga. Ya no vale la historia o la trayectoria de un torero. ¿Es esto lo que quiere el grupo del G-10? ¿Admite que las empresas castiguen a algunos de los suyos? 

Los toreros llevan razón en sus peticiones, pero las han planteado de forma inoportuna. Su plante ha logrado unos carteles mediocres en las Fallas. En Sevilla, ya veremos, pero el asunto puede ser parecido. Y ahora el grupo que manda, al margen de que se repartan dinero de la imagen entre todos, se fractura porque a unos los contratan y a otros los castigan. Me gustaría saber si Talavante o Manzanares están satisfechos con que El Juli y Perera paguen el pato de algo que han parido en conjunto. Y no vale eso del pacto y la multa por incumplir el acuerdo. Al final, la Fiesta pierde. Que se lo piensen. Me temo que el grupo se irá al garete. ¿Qué falta le hace a Perera estar en un grupo donde nadie le defiende cuando lo marginan de forma arbitraria? ¿No será que ahora hay que acabar con los apoderados indepedientes? ¿Todos con las empresas? Y nadie debe olvidar que los toreros están para torear. Y Perera, El Juli y demás damnificados también están para torear. Se supone.
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1 comentario:

  1. Soy un aficionado taurino que he pasado la barrera de los 70 años, no voy a presumir de lo que he visto por esas plazas de toros, pero algo he visto. Es evidente que aficionados mayores que yo han visto mucho más.
    Dicho esto, diré al final una cosa que como aficionado me duele el decirla.

    Esto desde hace tiempo me está llegando ha asquear, posiblemente es que me estoy haciendo mayor y veo las cosas bajo el prisma de la serenidad y objetividad que dan los años.

    Recién entrado el PSOE en 1982, decía el senador socialista Juan Antonio Arévalo, que el partido socialista se propone acabar con el fraude en la fiesta de los toros. Combatir la corrupción y terminar, en breve plazo de tiempo, con todas las lacras que la han llevado a la decadencia y han propiciado en los diversos estamentos del espectáculo, principalmente el profesional, una situación de injusticia.
    Decía también el Sr Arévalo "La fiesta posee recursos sobrados para autopromocionarse", se hablo de la suerte de varas y del afeitado.

    En fin, un canto a la esperanza. Han pasado cerca de 30 años ¿y como estamos?...MUCHO, PERO QUE MUCHO PEOR.

    Pues es muy triste pensarlo y mucho más decirlo.
    Si de mí dependiera desde este momento haría como normativa general para todo el territorio nacional la prohibición de las corridas de toros.

    Se terminaría con el engaño económico en el que alguien sale beneficiado y otros perjudicados (y que casualidad, siempre los mismos, los aficionados).

    Don Carlos Crivell, lo dice bien claro CONFUSIÓN Y FRAUDE, "El aficionado no entiende nada", "Este sistema es un fraude para la afición", "La regla básica de un organizador es presentar lo mejor del momento" o "Fiasco de la primera feria del año descafeinada".

    Muerto el perro se acabó la rabia o Entre todos la mataron y ella sola se murió.

    Miguel Ángel Alarcón

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