Los tres espadas le brindaron un toro cada uno a la Infanta Elena, cosa que no hicieron el día de la prensa y eso que la tuvieron más cerca
LOS BRINDIS
Antolin Castro
España
S.I.- Esta palabra, brindis, es muy habitual en los toros, la tenemos permanentemente en la boca. De toda la vida se asocia con el ejercicio que hacen los toreros al ofrecer su faena a alguien, familiar, personalidad, conocido o, mucho más habitual, al público.
Este acto, este gesto, encierra el deseo de ofrecer lo mejor de si mismo a quien se hayan dirigido, si bien en estos tiempos modernos carece de sentido muchas veces al ser muy reiterativo y otras tantas veces cuando incluso se adivina que con el toro brindado no se podrá hacer nada. Muchos de esos brindis se pierden en la nada, como si fueran brindis al sol.
Los tres espadas le brindaron un toro cada uno, cosa que no hicieron el día de la prensa y eso que la tuvieron más cerca. Hoy, ocupando el palco real se hicieron patentes las habilidades de los espectadores para hacerle llegar las monteras de los toreros. Lo hicieron por relevos y les salió muy bien. El mexicano Spínola pareció intentarlo el solito, pero quedó a medio tendido, será cuestión de entrenar para la próxima vez.
Brindar, lo que se dice brindar, lo hicieron varios toros de Baltasar Ibán, brindaron sus buenas embestidas para que triunfaran los espadas, pero estos no supieron entender el gesto y si lo supieron no terminaron de corresponder tales brindis bovinos. Fueron dos brindis de primer nivel, 2º y 3º, y otros dos más livianos, 4º y 5º. Pero que brindaron triunfos, seguro. Otra cosa fue que los alcanzaran sus matadores.
Serafín Marín fue el que más cerca estuvo, pero también el que tuvo el brindis más claro. Intermitente trasteo, mejor en los inicios y en el cierre emocionante por manoletinas. La espada se le negó después tras un pinchazo y una tendida que no hizo efecto inmediato. Ovación para el catalán. En su segundo, menos claro pero que embestía también, se tradujo todo en enganchones y desajustes, viendo silenciada su labor.
Rubén Pinar tuvo el otro brindis bueno y le ofreció distancias enormes al de Ibán, quizá equivocadamente, y no hubo entendimiento pleno. Más difícil era en el sexto, incómodo por ambos lados y no pasó nada salvo abreviar.
El mexicano Fermín Spínola, cuya inclusión en la feria la ganó en este mismo ruedo el pasado año, disfrutó de menos brindis de los ibanes de turno, estuvo clásico y elegante pero frío y la gente le pasó factura sin prestarle mucha atención y es que el 12 de octubre le vieron los aficionados y hoy mucha más gente pero de toda índole a la que no les pidas mucha observación. Otra vez será.
Brindis hubo en la tarde en varias direcciones, pero finalmente no se pudo brindar. En lo que va de feria ningún espectador ha terminado alcoholizado a base de brindar.
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