La “memoria histórica taurina” de Barcelona y Cataluña sobrevivirá gracias a la Federación de Entidades Taurinas, a las peñas y a los aficionados que, en un claro acto de resiliencia, siguen soñando y viviendo el toreo.
Cataluña sigue siendo taurina
Joan Colomer
Diciembre / 2018
La Cataluña taurina sigue resistiendo con notable salud a pesar de la inconstitucional prohibición que, aún anulada, nos sigue privando de festejos en la Comunidad. La Casa de Madrid de Barcelona organiza, como cada año, un interesante ciclo de conferencias taurinas que sirven para aglutinar a profesionales y aficionados taurinos catalanes. Este ciclo de conferencias da paso, más adelante, a otro no menos interesante serial de conferencias en la torera sede de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña. Todos estos actos cuentan con un gran éxito de público y sirven para certificar la buena salud de la entendida afición catalana que sigue aguantando digna y estoicamente los ambates nacionalistas y animalistas. Cataluña sigue siendo taurina pese a quién pese. Nadie podrá borrar su historia, su tradición y la enorme fuerza y atracción que los toros tuvieron en la ciudad condal. La afición catalana sigue en pie, esperando que Balañá o Matilla levanten la suspensión de la prohibición y devuelvan la dignidad a una Monumental traicionada por los propios taurinos.
La esperanza de un cambio político en el Ayuntamiento de Barcelona que facilite un clima de distensión favorable para abrir la Monumental, es una opción que se va desvaneciendo. Es poco probable que la izquierda deje arrebatarse el poder tan facilmente y, si así fuera, el candidato Manuel Valls ya ha dejado claro que los toros en Barcelona son una cuestión cerrada. Así las cosas, el futuro de la Monumental está mucho más cercano al triste destino de “Las Arenas” que al de una nueva etapa taurina que suponga la reivindicación de la tradición taurina catalana y la recuperación de las libertades que nos ha arrebatado el fanatismo inquisitorial de la izquierda, los nacionalistas y los mal llamados “ amigos de los animales”. Pasan los años y la situación se enquista y enrarece. El cómplice silencio de los taurinos agrava la situación y desvanece cualquier expectativa de los aficionados catalanes que, a pesar de la situación, siguen mostrando constancia y fidelidad a todos los actos que se convocan.
Mi opinión es que los toros no volverán a Cataluña, y creo que hay que empezar a asumirlo y a asimilarlo. A los aficionados catalanes sólo les queda luchar para mantener vivo el recuerdo de una Monumental y de una brillante historia taurina que ningún mequetrefe de la política podrá borrar o esconder. La “memoria histórica taurina” de Barcelona y Cataluña sobrevivirá gracias a la Federación de Entidades Taurinas, a las peñas y a los aficionados que, en un claro acto de resiliencia, siguen soñando y viviendo el toreo.
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