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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 16 de diciembre de 2018

La Plaza México ha tocado fondo / por Juan Carlos Valadez


Plaza México. Foto Tauroagencia.


Varios frentes se le han vuelto a abrir a la empresa de la Plaza Mexico, que nuevamente es blanco de críticas desde distintos sectores que vienen a acrecentar las duras críticas que ya existían hacía su gestión. Los fracasos ganaderos, el hermetismo con el que se maneja y la falta de respeto hacia los aficionados, están deteriorando a marchas forzadas la muy desgastada imagen de la empresa y de la Plaza, sin que se vean señales de cambios desde las oficinas de Augusto Rodin.

La Plaza México ha tocado fondo 

Juan Carlos Valadez
La temporada 2018 – 2019 en la Plaza México ha tocado fondo, los motivos y las razones son ampliamente conocidas y es que esta temporada que se ha gestado rodeada de polémica y falta de toros, ha sido un abuso y un engaño para todos aquellos que han adquirido una entrada.

Después del petardo Guadalupano algunos aficionados que hicieron el viaje desde distintos puntos de la República me comentaban que aquello era para llevar a los juzgados a la actual empresa y denunciar a los jueces de plaza por incumplimientos al reglamento, además por lidiar toros sin trapío, con sospecha de manipulación de sus astas y por permitir que se vendan entradas a precios muy superiores en la reventa, boletos que presuntamente salen de sus taquillas con trato preferencial para los revendedores.

Lo cierto es que no se puede tapar el sol con un dedo. La corrida guadalupana ha sido la gota que derramó el vaso y una nueva muestra evidente del fracaso de la actual gestión que ha sido incapaz de presentar toros aptos durante toda la temporada, y que además permitió que el pasado miércoles se montara un espectáculo indigno y vergonzoso para la historia de la Plaza México.

Lo más triste es que la empresa propiedad de Alberto Baillères y Javier Sordo no da muestras de cambio, a pesar de que vive momentos muy delicados en cuanto a su imagen pública, reconocimiento y popularidad. Atrincherados, aguantan el vendaval de críticas y mantienen inexplicablemente al frente a las cabezas operativas del desastre, mandando con esto una señal de que estos señores parecen vivir al margen del mal momento que le están haciendo pasar a la afición mexicana.

Y cómo prueba de esto tenemos los malos resultados de este año junto a los también malos de la pasada temporada, unidos a los malos resultados ganaderos, junto con repeticiones inexplicable de algunas ganaderías y de algunos toreros que apoderan y que, año tras año, fracasan con estrépito, con lo que están provocando que la paciencia de varios sectores taurinos de la ciudad, incluyendo el del aficionado, estén llegando a su límite; y eso que el límite de la afición capitalina parecía casi infinito, pero las entradas no mienten; no es descabellado señalar que hoy en día si la fiesta taurina se llegará a extinguir en la Ciudad de México, no sería por culpa de ningún grupo anti taurino o político, los únicos culpables del desastre serían Don Alberto Baillères y Javier Sordo.

A esto hay que sumarle actitudes poco comprensibles e impropias de una empresa que se dice profesional, como vetos a periodistas, más una nula comunicación con los aficionados -fuera de un par de coloquios desaboridos y pachangas discotequeras- que han conseguido que muchos buenos aficionados abandonaran la plaza en los últimos tres años, aficionados que por cierto a lo largo de muchos años le dieron lustre y esplendor a los tendidos de la hoy decadente plaza.

Pero la apuesta de los señores Baillères y Sordo parece que es la de expulsar a los buenos aficionados, para dejar únicamente en los tendidos semidesiertos a un puñado de aficionados triunfalistas y frívolos, aficionados que no distinguen entre una corrida de toros en la máxima catedral del toreo o una pachanga pueblerina. Esa es la afición que está empresa está fomentando; un público sin conocimiento, impropio de la categoría que siempre ostentó este templo del toreo.

No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Por todo lo anteriormente señalado estos son síntomas de una muerte anunciada, ya que si los taurinos hacen lo que quieren, es porque la empresa también es cómplice y permite la estafa y la manipulación hacia el aficionado. No entienden que esta Fiesta sin un mínimo de exigencia ya no tiene sentido de ser.

Por todo esto, el toreo está moribundo en la capital mexicana.

Ya no hay toros como pudimos ver en la pasada corrida guadalupana, sino borreguitos anovillados. No hay toreros machos, sino toreritos que ya le agarraron la medida a la afición y a quien le ven la cara cada domingo. No hay tampoco una autoridad que vele por la pureza de la fiesta y haga que los taurinos junto con la empresa respeten el reglamento. No queda nada.

Y usted se preguntará; ante el fracasó del pasado miércoles ¿que han dicho empresa y autoridades? Pues como era esperable ni un ápice de autocrítica.

Señores y señoras, lo hemos dicho hasta el cansancio; los verdaderos culpables del estado actual de la fiesta en la capital mexicana tienen nombre y son los empresarios de la Plaza Mexico y no los diputados, ni los anti taurinos, ni los críticos taurinos.

Es tristísimo ver espectadores abandonando la plaza al sexto toro como sucedió el pasado miércoles y que se corten orejas inexplicables y otorgar Puertas Grandes a faenas vulgares y tediosas en la máxima catedral del toreo de México.

Ya para rematar, no permitamos que nos engañen más con esa cantaleta de que la fiesta se defiende en la plaza de toros, porque eso es una vil mentira:

NO SE PUEDE DEFENDER LA FIESTA DE LA MAFIA TAURINA Y SUS AUTORIDADES CORROMPIDAS EN LA PLAZA, YA QUE ESTOS SEÑORES NO ESCUCHAN Y EL AFICIONADO ESTÁ INDEFENSO ANTE ESTOS GRUPOS. LA FIESTA AHORA SE DEBE DE DEFENDER DEJANDO DE ACUDIR A LA PLAZA MÉXICO HASTA QUE ESTOS SEÑORES SE VAYAN O DEN MUESTRAS DE CAMBIO, PORQUÉ DE OTRA MANERA CONTINUARÁN IGUAL O PEOR.

Desertar o morir.

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