la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 12 de octubre de 2019

Ntra. Sra. del Pilar Patrona de la Hispanidad



ORACIÓN A LA VIRGEN DEL PILAR
PATRONA DE LA HISPANIDAD

Dios, Padre bueno, que nos amas y nos buscas.
¡Bendito seas por la Virgen María, nuestra madre!
Ella se apareció al apóstol Santiago en aquel Pilar
como símbolo de fortaleza en la fe
y elemento fundamental en la observancia
del Evangelio de Jesucristo.
Asístenos con tu Espíritu de clarividencia, Padre,
para que imitando a María seamos fraternos,
humanos y misericordiosos, con aquellos
con quienes compartimos la vida.
Que la Hispanidad sea elemento de cohesión
entre pueblos de habla Hispana
con cada una de sus particularidades.
Que María, discípula de su propio hijo,
guíe nuestros pasos por el camino
del respeto mutuo, el amor y la fraternidad;
para ser todos en España y en el mundo,
instrumentos de tu Paz. Amén.
Virgen del Pilar, ruega por nosotros.

Colón tomando posesión de Guanahani en nombre de los Reyes Católicos el 12 de octubre de 1492 


«Bendita y alabada sea la hora
en que María Santísima
vino en carne mortal a Zaragoza.
Por siempre sea, por siempre sea
bendita y alabada»

Por Guy Fawkeslein. Dominus Est
El día 12 de octubre la nación española se reviste de fiesta por celebrar, no su patrona (que es la Inmaculada) sino dos de los hechos más prodigiosos de su historia que la Providencia quiso que concurrieran en la fecha pero no en el tiempo: por un lado, la venida en carne mortal de la Virgen María para consolar a Santiago apóstol; por otro lado, la llegada a América de las tres carabelas capitaneadas por Cristóbal Colón, descubriendo, España, así un nuevo continente. Doble motivo, por tanto, para hacer fiesta hoy en España y recordar a los pueblos hermanos de Hispanoamérica, pues en definitiva es el aniversario del encuentro de dos mundos puestos en manos de la Madre de Dios. Intentaremos ordenar los datos que conocemos acerca de esta piadosa tradición.

El origen de esta leyenda piadosa lo encontramos en el s. I, alrededor del año 38-40 cuando Santiago el Mayor está predicando en la, todavía, Hispania romana a orillas del rio Ebro. Desanimado por la terquedad de los íberos y por los escasos frutos de su predicación, la Virgen María, que aún vivía en Jerusalén, se le apareció en una columna para confortarle. Leamos la crónica de un códice del s. IX:

Después de la Pasión y resurrección del Salvador y de su ascensión al Cielo, la Virgen María quedó encomendada al apóstol san Juan. De ella recibieron los apóstoles el impulso para salir a anunciar el evangelio en todo el mundo. El apóstol Santiago, hermano de Juan e Hijo de Zebedeo, movido por el Espíritu Santo se dirigió a las provincias de España. Antes de partir besó las manos de la Virgen y pidió su bendición.

Ella lo despidió con estas palabras: “Ve, hijo, cumple el mandato del Maestro y por Él te ruego que en aquella ciudad de España en que mayor número de hombres conviertas a la fe, edifiques una Iglesia en mi memoria, como yo te lo mostraré”. Saliendo de Jerusalén, Santiago llegó a España y pasando por Asturias llegó a la ciudad de Oviedo, donde sólo pudo bautizar a un hombre. Luego, entrando por Galicia, predicó en la ciudad de Padrón. De allí volviendo por Castilla se dirigió a Aragón, donde se encuentra Zaragoza, a orillas del Ebro. En esta ciudad, luego de predicar muchos días, bautizó a ocho varones con quienes conversaba durante el día del reino de Dios. Por la noche, solo y descorazonado, se encamina por la ribera del río para descansar y orar en silencio. Durante la oración, una de esas noches oyó voces de ángeles que cantaban: “Ave María llena de gracia…” al oírlos se postró de rodillas y vio sobre un pilar de mármol a la Virgen que le decía: “He aquí, Santiago, el lugar donde edificarás un templo en mi memoria. Mira bien este pilar en que estoy, al que mi Hijo y Maestro tuyo trajo de lo alto por mano de los ángeles. Alrededor de él harás el altar de la capilla, en este lugar obrará la virtud del Altísimo portentos y maravillas por mi intersección por aquellos que, en sus necesidades imploren mi patrocinio. Este pilar permanecerá en este sitio hasta el fin del mundo y nunca faltarán en esta ciudad verdaderos cristianos”. Confortado por esta presencia de María, edificó un templo. Es la primera iglesia del mundo dedicada a la Virgen.


Independientemente de la veracidad o no de esta tradición oral que consigna este texto, sí es cierto que según la carta 67 de san Cipriano de Cartago, del año 255, ya existía una comunidad cristiana en la romana ciudad de Caesaragusta (origen de Zaragoza). Si ya existe esa comunidad cristiana, no es aventurado suponer que hubieran erigido un templo y éste podría ser en honor de la Santa Madre de Dios como ya afirma en el 855 el monje Aimonio del monasterio de san Germán de París quien lo vincula a tiempos del obispo Valero de Zaragoza, del s. IV, y dice que “la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza es la Madre de todas las iglesias de la ciudad” (PL 126, 1016).

Otro dato en su favor nos lo ofrece la prohibición en todo Al-Andalus de construir cualquier templo cristiano nuevo, pero la mencionada iglesia dedicada a la Virgen María no se vio afectada por esta prohibición, lo que nos lleva a concluir que ya existía antes del s. VIII, máxime si tenemos en cuenta que el mozárabe Moción, dejo 100 soldadas en su testamento para la iglesia de Santa María de Zaragoza. Seguramente, esta iglesia funcionaría como catedral de los obispos Braulio de Zaragoza y Tajón de Zaragoza. Éste último siendo presbítero se marchó a Roma en busca de obras de san Gregorio Magno (s. VII) que por muchas razones fue un papa muy leído en la península ibérica.

Tras la reconquista, la diócesis de Zaragoza vuelve a ser erigida canónicamente siendo su primer obispo, Pedro Librana. Éste escribe una carta al resto de obispos de España para darles a conocer la bula “Litteras devotionis” de Gelasio II, del año 1118 donde denomina al templo de Santa María de Zaragoza como “beato et antiquo (=dichoso y antiguo)”. En 1146 se construye el templo de estilo románico, donde se descubre en 1272 el sepulcro de san Braulio de Zaragoza (s. VII) lo que indica la continuidad local de la tradición. El 12 de junio de 1296 el papa Bonifacio VIII mediante la bula “Mirabilis Deus” concede indulgencias a los que visiten aquel templo en unas fiestas determinadas y la salvaguardia de los jurados de Zaragoza el 27 de mayo del 1299. Pero no será hasta el 27 de marzo del 1299 cuando encontremos por vez primera el título de “Santa María del Pilar” en un documento concediendo gracias especiales a los peregrinos que acuden a venerar esta imagen.

En el año 1456, el papa Calixto III avala en documento pontificio la tradición histórica del Pilar. En 1459, Juan II de Aragón y Navarra considera a la Virgen del Pilar la protectora de su persona y bienes concediendo al templo nuevos privilegios. Y coincidiendo con la conquista de América y la toma de Granada, el católico rey Fernando, se hace cofrade de la Virgen del Pilar y edifica una capilla en su honor en Granada; aunque no será hasta 1573 cuando la cofradía del Pilar tenga sus estatutos canónicos. Los sucesivos pontífices: Clemente VII (1529), Pablo IV (1558) y Sixto V (1588) admitieron en sus respectivas bulas la devoción al Pilar. En 1515 se reconstruye el templo que había sido arrasado por un incendio en 1434, el templo será de estilo gótico.

En 1619 la ciudad de Zaragoza, a los pies de la Virgen del Pilar, hizo el voto inmaculista y en 1640 se obró el prodigioso milagro del “cojo de Calanda” según el cual al joven Miguel Juan Pellicer, habiéndole amputado una pierna, durante la noche le volvió a salir, atribuyendo su curación a la intercesión de la Virgen del Pilar. En 1642 se la nombra Patrona de la ciudad. En 1680 las Cortes de Aragón pidieron a la Santa Sede que les proveyera de Oficio y Misa a la Virgen del Pilar, cosa que les fue concedida el 7 de agosto de 1723. En 1681 el templo es reformado adquiriendo un estilo más barroco. En 1754 se le concede al templo el poder celebrar misa en Sábado Santo tras los oficios de Semana Santa.


En 1902 se funda la corte de honor de la Virgen y en 1905 se la corona canónicamente. En 1908 los obispos de las repúblicas hispanoamericanas regalaron 19 banderas previamente bendecidas por el entonces papa reinante Pio X para que hicieran vela ante la Virgen del Pilar, corte que se vio completada en 1953 cuando el papa Pío XII envía la bandera pontificia para el mismo fin. Este mismo papa años antes, en 1948, concedió al Pilar el título de basílica menor mediante la carta apostólica “Decus ornamentumque” y en 1954, también el mismo pontífice, enviaba un radiomensaje al Congreso Mariano Nacional reunido allí aquel año mariano donde exalta con vibrantes palabras la excelsitud de Zaragoza por el pilar sagrado que alberga. Por último, reseñar que dos veces fue visitada por el papa san Juan Pablo II, en 1982 y 1984.

Vemos pues, que el Pilar concita en torno a él una historia de fe y amor a la Santísima Madre de Dios pero también es un signo eminente del catolicismo español. Esta fue, como se dijo arriba, la fecha en el tiempo en que Dios quiso que el evangelio llegara a tierras de ultramar. Con un proceso similar a la romanización de la península ibérica, América pronto conoció la fe cristiana. Roma forjó la unidad de Hispania a sangre y fuego como toda gesta histórico-militar América se vio forjada por lo mismo. Pero Roma legó a España una lengua, una religión y una cultura y así logró su unidad territorial y política; lo mismo ocurrió en el caso de España: éste contribuyó al progreso de los pueblos de América consolidándolos con una lengua (el español), una religión (cristianismo) y una cultura (greco-romana). Prueba de esto es que Cristóbal Colón hizo celebrar una misa desde el minuto uno en que pusieron pie en aquellas tierras recién descubiertas el día 12 de octubre de 1492. Ese mismo día consagró los nuevos territorios a la Madre de Dios.

Junto al descubrimiento de América, está la toma de Granada de las manos del moro Boabdil. Ambas empresas fueron posibles por el arriesgo y empuje de una tenaz mujer monarca de Castilla; efectivamente, nos referimos a la reina Isabel la Católica, desposada con el rey de Aragón, Fernando el Católico. A esta mujer, de controvertidas opiniones en su biografía, no se le podrá negar nunca que todas las empresas que acometía estaban motivadas por la fe y el amor a Jesucristo y su Iglesia. Al poco de enterarse del éxito de Colón, decidió que había que mandar a aquellas tierras misioneros que anunciaran a Jesucristo y bautizaran a aquellos habitantes. Hasta tal punto fue la fe católica la que reguló la vida y los motivos de la conquista que cuando llegan los primeros frailes dominicos y ven los despropósitos y vejaciones a que eran sometidos aquellos indios, no dudaron en denunciarlo públicamente en los sermones y homilías. Consecuencia de estas denuncias fueron el cuerpo de leyes conocidas como “Leyes de Burgos” (1512) y “Moderación de Valladolid” (1513) donde se reconocía y protegía la dignidad de los habitantes de aquellas tierras y sus derechas más básicos y esenciales.

La Virgen del Pilar quiere ser hoy columna segura y puente de unión entre todos los pueblos de habla hispana. Seguramente haya cosas en esta historia que nos avergüencen a todos pero debemos superar los recelos y nacionalismos exasperados para construir lazos de amor y fraternidad sabiendo que es más lo que nos une que lo que nos separa. Hay que aprender a valorar el patrimonio común sabiendo que hoy la Iglesia reza mayoritariamente, en el mundo, en la lengua de Cervantes. Por último, cerramos nuestro artículo con la oración que san Juan Pablo II recitó ante los pies de esta bendita imagen en su primera visita a España, el 6 de noviembre del 1982:

Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen Santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas.

¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos.

Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad.

En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia.

Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.

Guy Fawkeslein. Dominus Est

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