El nombramiento de doña Dolores Delgado como Fiscal General del Estado es un acto obsceno, no ya solo por sus circunstancias personales dadas sus peligrosas amistades, sino también porque es escandaloso pasar de un Consejo de Ministros sectario a ocupar, sin solución de continuidad, la dirección de uno de los órganos fundamentales de la justicia..
UN ESPECTÁCULO OBSCENO
Luis Ibáñez
Madrid, 14 Enero 2020
Riéndose del más elemental respeto por la ética y por la estética, nuestro flamante Presidente se ha permitido nombrar Fiscal General del Estado a Dolores Delgado, que cesa como ministro para incorporarse usando la denostada puerta giratoria a este cargo fundamental en la estructura de la administración de justicia. Una parcela estratégica en estos delicados momentos en el que existen procesos abiertos de trascendencia suprema para la Unidad de España, tras la condena por sedición de los máximos responsables de los partidos separatistas. Delito que sigue cometiéndose con contumacia y sin ningún recato por los actuales cabecillas del separatismo que dirigen a su antojo y conveniencia las instituciones catalanas, en una actitud de punible rebeldía contra el Estado de Derecho.
Con ello Pedro Sánchez, demuestra el rumbo que va a seguir con su flamante y variopinto Gobierno. Un tipo sin escrúpulo alguno, absolutamente abducido por su ego narcisista, dispuesto no a iniciar una nueva legislatura, sino un nuevo régimen. Una temeridad en la que puede desaparecer la España que heredamos de nuestros sufridos padres y abuelos y la verdadera libertad.
El nombramiento de doña Dolores Delgado como Fiscal General del Estado es un acto obsceno, no ya solo por sus circunstancias personales dadas sus peligrosas amistades, sino también porque es escandaloso pasar de un Consejo de Ministros sectario a ocupar, sin solución de continuidad, la dirección de uno de los órganos fundamentales de la justicia que, se supone, debe contar con un perfil de un mínimo de independencia y prestigio en la carrera.
Pero Pedro Sánchez puede y ejerce. Viendo esta realidad podemos imaginar la independencia del próximo presidente del ente RTVE.
Mientras la sociedad española vencida, cautiva y desarmada, asiste mansamente al espectáculo. Un obsceno espectáculo.
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