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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 23 de agosto de 2018

4ª de las Corridas Generales en Bilbao. Bajón de público y menos de lo esperado / por J.A. del Moral



Bajón de asistentes. Preocupante. Entre la media y los dos tercios de entrada para la despedida del muy querido en Bilbao, Juan José Padilla; la primera tarde en esta feria del aquí también predilecto, El Juli,; y la siempre grata presencia de Manzanares tras su nula tarde de antier. Era de esperar que el atractivo ciclo agosteño en Vista Alegre rompiera de una vez hacia esa tarde redonda que no acaba de llegar. Solo se cortó una oreja y de amable regalo a un muy efectista Padilla del más que manejable cuarto toro. Trofeo sin duda cariñoso. Por bajo del estupendo tercero y de sí mismo El Juli aunque perdió una oreja con la espada. Fue toro de dos. Y casi por otro tanto la que perdió Manzanares del sexto que fue el más bravo en el primer tercio – magnífico a caballo Paco María – que en último aunque bastante noble por el lado derecho. Total, menos de lo esperado.


Bajón de público y menos de lo esperado

J.A. del Moral ·23/08/2018
Bilbao. Plaza de Vista Alegre. Miércoles, 22 de agosto de 2018. Cuarta de feria. Tarde agradable con dos tercios de entrada.
Tres toros de Domingo Hernández (los tres primeros) y otros tres de Garcigrande. Muy deslucidos los del primer hierro de la casa. Más gratos y manejables los del segundo. El quinto fue el mejor. 
Juan José Padilla (fucsia y azabache): Estocada, silencio. Estocada, oreja.
El Juli (azul casi negro y oro): Media estocada atravesada de efectos fulminantes, silencio). Pinchazo y estocada, ovación con saludos.
José María Manzanares (marino y oro): Estocada desprendida, palmas con saludos. Tres pinchazos y estocada, palmas con saludos.

Muy bien a caballo Paco María. En la brega destacaron Mambrú, Duarte, Álvaro Montes, Rafael Rosa y Suso. También los nombrados en banderillas, así como Luís Blázquez.

La función empezó con cierto retraso por un revuelo en la puerta de
cuadrillas, a la postre resuelto con un Aurresku de Honor a Juan José Padilla. Homenaje merecido que en Vista Alegre se celebra en casos muy especiales. La gente ovacionó al torero y supongo que también al dantzari tras cada parte del Aurresku. luego de finalizado el paseíllo, otra grandísima ovación a Padilla quien, como viene haciendo en su despedida de cada plaza, recibió en los medios con muchas reverencias y saludos. Padilla sabe escenificar todo muy bien y, en estas despedidas, lo borda. Pero a cuantos hemos visto casi todas en las plazas más importantes, tanto saludo nos está hartando. Como también los efectismos que Juan José prodiga como nadie porque, a la postre, resultan algo tragicómicos.

La empezó muy mal con un torazo que enseguida mostró sus dificultades, en vista de lo cual, Padilla ordenó a su picador que se lo matara. Y así fue. El bruto llegó completamente parado a banderillas – un tremendo mitin a cargo de los peones que solo pudieron clavar un palo en cada ocasión de parear tras varios intentos baldíos – y otro tanto a la muleta. Menos mal que Padilla logró dar fin con el morlaco al primer envite. Y silencio. Bueno… Si esto mismo hubiera ocurrido con El Juli y con Manzanares, se lía la mundial.


Padilla se desquitó con creces en el cuarto, un toro bastante mejor, a Dios gracias, recibido con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio. También se lo picaron fuertemente. Y tampoco banderilleó Juan José sin que nadie osara pedírselo. No obstante, llegó muy manejable a la muleta y algo tardo para mayor comodidad del jerezano.


Exceso de doblones muy por bajo en el arranque de la faena. Y muy por las afueras en las suertes fundamentales por redondos y al natural. Pectorales de parecida por prudente guisa y martinetes a go-gó. Estocada efectiva y clamorosa petición de oreja que don Matías no osó negar. Le hubieran matado de no haber otorgado el despojo. Padilla se marcó una vuelta al ruedo de las suyas portando la bandera pirata y otra azul de las fiestas bilbainas.
Y hasta la próxima que aún no sé donde será para mi en septiembre. 
Mes en el que anuncio a mis lectores voy a seguir a Enrique Ponce y, en tantos sitios juntos, y a su joven gran rival, Roca Rey, salvo parada en la feria de San Miguel en Sevilla y ya veremos si también en la primera parte de la de Otoño en Madrid. La del bombo que ya tiene aseguradas dos tardes a don Alejandro Talavante. La competencia entre el portentosamente eterno Ponce con el más joven y el más valiente que ha afrontado en su vida – abuelo y nieto parecen – esté siendo lo mejor con mucho de la presente temporada.

Y vamos con la primera de El Juli este año en Bilbao. También muy querido y admirado en Bilbao aunque esta vez se le fueron muchos partidarios a las choznas o a las playas circundantes. O sea, que le quieren, pero menos. El bajón en la taquilla a quien más va a afectar es a don Julián. Aunque se aplicó a fondo, con el segundo toro, de Domingo Hernández, no encontró ninguna facilidad y miara que se empeñó en meterle mano con la muleta en una de las faenas más sucias que le hemos visto en su vida. Enganchones por doquier. Mal asunto. Sin temple no se arregla nada en el toreo. Por fortuna, el marrajo cayó fulminado de una media estocada trasera y algo atravesada. Pitos seguidos de silencio.


Con el bastante mejor quinto – de Garcigrande en su mejor versión – muy suelto de salida pero sumiso en un lento quite por delantales y, luego de picado y banderilleado con tino, también más que proclive en la muleta, El Juli empezó su faena doblándose por bajo en el tercio y por redondos en los medios con intensas rondas. Como luego al natural de la misma guisa. Lo mejor fue la última tanda a derechas. Si todo lo anterior hubiera sido tan bueno como esta ronda final y de haber matado pronto y bien, la labor de don Julián hubiera sido premiada con dos orejas. Pero no consiguió una cosa ni la otra por lo que el resultado se limitó a agradecer la ovación que se le tributó.


José María Manzanares no termina de levantar cabeza. Muy pronto rajado el tercer toro, lo mató pronto y bien. Mejoró la cosa con el muy bravo ante el caballo sexto y último. Tan noble por el lado derecho como algo díscolo pues, en principio, no halló manera Manzanares de fijarlo hasta que, por fin, lo consiguió por redondos. Empacados y señoriales los finales. Lamentablemente, lo perdió todo con la espada. Su arma fundamental falló y tuvo que contentarse con saludar la última ovación de la tarde. 


Y así fue, si así os parece… porque leo algunas crónicas sobre la corrida de antier y, con una, patidifuso me quedé solo con el titular: “Distinguida faena de Roca Rey“, versión de quien, inexplicablemente, lleva años odiando a Ponce, del que critica biliosamente hasta sus vueltas al ruedo por demasiado largas y reverenciales, dice el ínclito…

Vamos a ver. La única faena importante de esa tarde fue la del gran maestro valenciano. ¿O no?

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