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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 31 de agosto de 2018

Bilbao y el toro / por Paco Delgado



..fundamental es el toro, sin cuya aportación sería inviable todo el tinglado que sobre él se sustenta. Ya se sabe que en Bilbao se pide un modelo especial, como en Madrid, por encima de la media. Y no parece que este año haya sido así con la frecuencia que se pide. Es decir, a diario.

Bilbao y el toro

Un año más, los festejos que se dan en Bilbao por su feria concitan el interés general, sobre todo del aficionado, en un mes en el que su feria sobresale del resto. Y lo hace por la seriedad con que se hace todo en torno a estas funciones y por la importancia que se da a uno de los elementos imprescindibles para que se puedan dar: el toro.

Sin embargo, y ya van varios años, no todo ha salido como se esperaba y deseaba. De nuevo el público falló -aunque hay que recordar que la gente, la masa, los muchísimos espectadores que sumados a los verdaderos aficionados deberían colmar el aforo de Vista Alegre, no tiene obligación de asistencia, siendo labor de la empresa el conseguir captar su interés y llevarlos a la plaza- y se vio más cemento del esperado. Claro que hay ahora una campaña a la contra y etcétera, etcétera, pero también hay fórmulas y herramientas que contrarresten aquel empuje negativo y anulen el mensaje antitaurino. Si aceptamos que cada vez hay menos afición se está dando la razón a los que piden que se recorte el protagonismo de la fiesta nacional en nuestra sociedad. Y no entro ya en el precio de las entradas y toda esa batalla -el fútbol es bastante más caro, por ejemplo-, sino en lograr meter de nuevo al espectáculo taurino en los medios de comunicación generalistas y devolver su presencia al día a día, no marginarlo y reducir su comentario a los días de corrida. La tele es fundamental.

Como fundamental es el toro, sin cuya aportación sería inviable todo el tinglado que sobre él se sustenta. Ya se sabe que en Bilbao se pide un modelo especial, como en Madrid, por encima de la media. Y no parece que este año haya sido así con la frecuencia que se pide. Es decir, a diario. Hubo toros que se taparon por la cara pero que no tuvieron trapío ni entidad suficiente para tener el honor de ser lidiados en este magnífico coso. Unas defensas desmesuradas no dan -o no debieran- carta banca para la consideración de ciertos animales como aptos para Bilbao. En general tampoco habría que utilizar esta vara de medir para la aceptación de los toros -pese a que ya hace muchos años que se aceptó el tramposo trueque de menos casta a cambio de más volumen-, a los que, por encima de su nivel de presentación -que como a los toreros el valor, se les supone- hay que exigir algo que de verdad les hace únicos: su bravura, si bien esto es algo muy difícil sino imposible de predecir y en su comportamiento influyen demasiados factores ni mensurables ni controlables.

Lo bien cierto es que hubo mucho toro que, al margen de su presencia más o menos aceptable, no embistió y muchos que se acabaron pronto. Hay que decir, en este punto, y a modo de pliego de descargo, que el echar kilos a un toro no suele ser sino muy negativo para que desarrolle su potencial. Así como el que muchos picadores les medio destruyan ya en el primer tercio. También hay que tener en cuenta que el nivel técnico adquirido por la mayoría de los toreros actualmente en activo es impresionante y que sus oponentes no están preparados para soportar tal caudal de poder, por lo que pocos son los que aguantan el tirón y muchos son los que al verse superados se rajan y desisten enseguida.

Llama también la atención el que no pocas reses lidiadas en esta feria hayan sido aplaudidas, e incluso ovacionadas, en el arrastre -¡y hasta se premió como encierro más bravo al de Torrestrella, manso y sin entrega!-, cuando lo que hicieron fue defenderse y el concepto de bravura se sustenta en el ataque constante y sin pausa. Diferencia sustancial que habría que analizar con más detalle y que obliga a recuperar la lidia como piedra de toque para muchas faenas que no admiten el toreo florido y vistoso que ahora es tan habitual y piden a gritos el someter y reducir a un animal que no se doblega ni sigue con docilidad y obediencia pastueña la muleta.


Pero esta es ya otra historia.

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