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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 16 de agosto de 2018

La venganza de Don Mendo / por Paco Mora


Alejandro Talavante (Foto: Arjona)

 ¡Qué pecado habrá cometido el bueno de “Tala” para estar ausente de ferias como las de Bilbao, Pamplona y otras en las que uno esperaba verlo anunciado después de “lo de Las Ventas”!

La venganza de Don Mendo

Paco Mora
No es una buena práctica para ayudar a la Fiesta que los triunfos de los toreros no se traduzcan en categoría y mejor trato económico. No lo es. Sin embargo hay casos que claman al cielo y el último y más sangrante es el de ese Talavante, que el pasado San Isidro puso Las Ventas patas arriba con dos tardes de éxito, que en otros tiempos le hubieran bastado para situarse en la cúspide del toreo con caché de figura, y tener abiertas las puertas de todas las ferias importantes, incluidas las de allende los mares y las del otro lado de Los Pirineos.

Pero, dichos triunfos han tenido el efecto contrario para el extremeño. ¡Qué pecado habrá cometido el bueno de “Tala” para estar ausente de ferias como las de Bilbao, Pamplona y otras en las que uno esperaba verlo anunciado después de “lo de Las Ventas”! Es muy probable que el secreto esté en lo que dijo Castella después de jugarse la vida en San Isidro en dos magníficas actuaciones pagadas con sangre, cuando le preguntaron si eso llevaría consigo mejores corridas y más dinero: “Aquí, si pides lo tuyo te dejan en casa”. O algo así.

Tengo para mí, y no estoy solo en esa sospecha, que Alejandro no ha sido tan precavido como el francés y lo han castigado severamente por su atrevimiento. De tal manera que incluso su apoderado Toño Matilla le ha dado el pasaporte ¡Ahí es nada! Cobrar más. ¿Habrase visto mayor desahogo? Con las cosas de comer no se juega, muchacho; tú arrímate y triunfa tanto como quieras pero hablar de dinero es un “tabú” que te puede conducir a quedarte sentado. Aquí, quien manda, manda y cartuchera al cañón. No hay más solución que paciencia y barajar. Y pensar que “con el tiempo y una caña hasta los verdes caen”, como rezongaba el recolector de higos debajo de la higuera.


Plumas más autorizadas que la mía ya han hecho notar en esta publicación el “caso Talavante”, pero no quiero dejar de echar mi cuarto a espadas en el asunto porque tengo en gran estima al torero en cuestión, cuya carrera he seguido desde que lo llevaba Reverte y lo vi una tarde de novillero en Hellín primero, y luego en su revelación en Las Ventas. Hoy Alejandro Talavante es uno de los pocos toreros con categoría de figura, y solo se me ocurre decirle, porque al fin y al cabo poca cosa más puedo hacer: No te preocupes “Tala” que tú pasaras a la historia del toreo como uno de los grandes de tu tiempo, y de esos que te menosprecian y te minimizan, dentro de unos años no se acordará nadie ni del santo de sus nombres. Si acaso, la máxima gloria que logren alcanzar los interfectos en cuestión sea la de ser los más ricos del cementerio.

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