la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 28 de septiembre de 2018



..ha surgido la noticia: Manuel Caballero se hace cargo de la carrera de José Fernando MolinaManuel ha sido matador de toros de éxito y conoce muy bien el paño. No se arriesgaría a oficiar de apoderado por primera vez en su vida si no hubiera quedado tan impactado como todos los que vimos a Molina en su debut.

¿Ha nacido una estrella?

Por Paco Mora
José Fernando Molina, un novillero que debutaba con picadores, nos deslumbró a casi todos los aficionados en la pasada Feria de Albacete. Parecía un milagro que un muchacho que apenas se había vestido de luces en media docena de becerradas, evidenciara una seguridad, un temple y unos conocimientos tan extraordinarios. Pese a tan escaso bagaje parecía un torero consagrado, y de las chimeneas de la mayoría de las casas de la ciudad manchega aquella noche salió fumata blanca, anunciando el ilusionado “torero habemus”. El debutante hizo que una vez más en las cenas de amigos, en las tertulias y en la intimidad de los hogares de la ciudad, se hablara de toros, como cuando Montero y Pedrés, Chicuelo II y Dámaso González. Había surgido una vez más el chispazo de la pasión por el toreo un tanto adormecida últimamente.
Ahora, ha surgido la noticia: Manuel Caballero se hace cargo de la carrera de José Fernando Molina. Manuel ha sido matador de toros de éxito y conoce muy bien el paño. No se arriesgaría a oficiar de apoderado por primera vez en su vida si no hubiera quedado tan impactado como todos los que vimos a Molina en su debut. Y además Caballero, junto con Manuel Amador (junior), forma parte de la actual empresa de Albacete que encabezan Luisma y Pablo Lozano (hijo). Y detrás de esa empresa, aunque solo sea sentimentalmente, hay tres taurinos de campanillas: Pablo, Eduardo y José Luis.

La tarea no es fácil, puesto que en el lábil arte del toreo lo que hoy es blanco mañana puede ser gris y pasado mañana más negro que la noche negra. Pero el cálculo de posibilidades de que las manos en las que ha confiado su suerte el joven Molina le lleven al estrellato, dadas su condiciones, es muy alto. Sólo él no puede fallar, porque de momento se las van a poner como a Fernando VII dicen que le ponían las perdices…

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