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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 28 de septiembre de 2018

Las Rayas y el Peto / Por Rafael COMINO DELGADO.



Se implantó en España en 1928, durante el gobierno de Primo de Rivera. En principio hubo una fuerte oposición al mismo, especialmente entre los profesionales, lo que obligó al gobierno a tomarse el asunto muy en serio y decretar prisión inmediata para los incumplidores. En aquellas fechas ya se usaba en Francia y Portugal, implantándose en Méjico en 1930.

Las Rayas y el Peto


RAFAEL COMINO DELGADO
Torosnoticiasmurcia.com, jueves, 27 de septiembre de 2018.  
En un principio los Varilargueros (luego Picadores) debían salir a picar al toro  a una determinada distancia de las tablas. En el Reglamento malagueño de 1847, en su artículo 8 se decía: “Los picadores están obligados a salir, al menos, hasta seis varas (la vara castellana equivale a 0,835905 metros) distante de la barrera en busca del toro, cuando la suerte lo requiera; faltando a esto pagarán doscientos reales de multa, o sufrirán quince días de cárcel”. No obstante frecuentemente salían más de esas seis varas, lo que el público agradecía y celebraba. En definitiva se picaba en cualquier parte del Ruedo, incluso tenían que salir a los Medios a buscarle, si no acudía a las Tablas o el Tercio, lo cual suponía un gran riesgo para ellos, por lo que exigieron se colocase una Raya, a 7 metros de las Tablas, en forma de círculo para delimitar el terreno donde ellos hacer su trabajo, de tal forma que no saldrían más allá de esa Raya, lo que ya fue recogido en el Reglamento de 1917.

Posteriormente el maestro Domingo Ortega propuso que se colocase otra Raya, externa a la anterior, separada 2 metros de la misma, para que el toro no se pusiese demasiado cerca del caballo, y así poder valorar mejor su bravura, puesto que a esa distancia, se suponía que si el toro se arrancaba  a los cites del picador, ello era indicativo de bravura. Fue autorizada, y empezó a emplearse en 1959, usándose por vez primera en Madrid. Pero en el Reglamento de 1996 se indica que la segunda raya debe estar a 10 metros de la barrera, por lo que entre ambas rayas hay 3 metros.

Efectivamente en la actualidad entre las dos rayas suele haber 3 metros, en la mayoría de las plazas. En algunas plazas se marca con una o dos Rayas verticales a las Tablas, partiendo de las anteriores, para delimitar el lugar donde se debe realizar la suerte de varas, especialmente en las corridas concurso de ganaderías. Además, en estas corridas se suelen marcar varias rayas cortas, por fuera y paralelas a la segunda raya, para indicar varias distancias hasta donde está el caballo y comprobar a la máxima distancia a que el toro se arranca.

– Antes de utilizarse el peto del caballo era habitual que en cada corrida murieran varios caballos. Incluso había un tiro de mulillas dedicado a arrastrar los caballos muertos, y de hecho en la plaza de las Ventas de Madrid podemos ver todavía, que al hacer el paseillo salen dos tiros de mulillas, uno para arrastrar los toros, y el otro, reminiscencia del que arrastraba los caballos. Para evitar la muerte de tantos caballos, cosa por otra parte muy desagradable, se inventó el peto protector del caballo, que nació en Francia, en la zona de Nimes, a finales del siglo XIX, y fue creado por Jacques Heyral, que era propietario de una cuadra de caballos de picar.

Se implantó en España en 1928, durante el gobierno de Primo de Rivera. En principio hubo una fuerte oposición al mismo, especialmente entre los profesionales, lo que obligó al gobierno a tomarse el asunto muy en serio y decretar prisión inmediata para los incumplidores. En aquellas fechas ya se usaba en Francia y Portugal, implantándose en Méjico en 1930.

Después ha ido evolucionando con los tiempos, pues los primeros solo protegían una pequeña parte del caballo, mientras que ahora prácticamente está todo él protegido.

Con respecto a las características del peto, el actual Reglamento andaluz de 2006 dice que deberá ser confeccionado con materiales ligeros y resistentes, y cubrir las partes de la cabalgadura expuestas a las embestidas de las reses. El peso máximo del peto, incluidas todas las partes que lo componen, no excederá de 25 kilos, con un margen de uso del 15 %. En  cambio, para el Reglamento español de 1996, se establece el límite en 30 kilos.

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