La en gran parte blanda aunque muy noble corrida de Juan Pedro Domecq permitió que Morante de la Puebla sembrara sus aquí muy jaleadas estampas que recetó con más belleza que emoción. Vamos que, el capote y la muleta de Morante volvieron a complacer sin que sepamos si hubiera triunfado o no porque su ayer mellada espada lo impidió.
La falta de raza del primer toro y la escasa fuerza del sobrero de la misma ganadería que reemplazó al devuelto cuarto por inválido, limitaron mucho la fuerza de esos olés que solamente Morante escucha en su tierra. Osea, que Morante estuvo sin estar. Milagro cuasi exclusivo del cigarrero de la Puebla.
La bellísima y muy natural tauromaquia del espada riojano cada vez que le cae un bombón son por todos reconocidas tanto por sus paisanos como por los foráneos de cualquier latitud.
Por fin medio entró Urdiales en La Maestranza
y un gran “postre” pinchado de Manzanares
Se esperaba en Sevilla más que nunca la presencia del ya más que veteranísimo Diego Urdiales. El gran eco que tuvieron sus grandes faenas del año pasado en Bilbao y en el Otoño madrileño pudieron verse por televisión y había muchas ganas de verle así en la Maestranza, ayer nuevamente llena hasta los topes. Y el caso fue que con uno de los más potables toros Juan Pedro, el segundo, cuasi lo inmortaliza. La bellísima y muy natural tauromaquia del espada riojano cada vez que le cae un bombón son por todos reconocidas tanto por sus paisanos como por los foráneos de cualquier latitud. Hasta en México todavía recuerdan su gran faena de hace dos años en la Monumental de Insurgentes. Y en tales evidencias no creo que nadie ose negar su valía artística. Su clasicismo es tan especial porque lo expresa mediante una tímida intención, como pidiendo permiso antes de la interpretación de cada suerte. Y es que en sus mejores faenas Urdiales parece convertirse en gran torero. Pero cuando los toros no le son tan propicios, el tinglado se derrumba. A mi me da pena verle con los toros que no se le prestan cual ocurrió ayer frente al quinto de Juan Pedro que Urdiales creyó le iba a dejar hacer lo que le había hecho al segundo y se tropezó con su muy escasa energía, impidiéndole torear como lo había hecho antes. Fue como un mar de apuntes sin disparar, un quiero y no puedo de pobrecito sediento. Y, para colmo, fatal con la tizona y el descabello. No le bastaron las posturitas, pues. En tal tesitura, muchos especularon sobre si en la feria del año que vienen vendría a una, a dos corridas o a ninguna…
Quien sí volverá a la Maestranza cuantas veces le de la gana será José María Manzanares, incluso en el estado que no sé si decir goza o padece últimamente en “su” Sevilla. El pueblo le adora mientras los “listos” no cesan de afirmar que “no está”…
Desde luego que con su infalible espada falló estrepitosa e incomprensiblemente al matar al tercer toro que no fue ni fu ni fa por blandito y descastado. La rotunda intención muletera de Manzanares se tropezó con un apagado enemigo, por lo que el empaque manzanarista no encontró su habitual rotundidad.
Cuando saltó el último toro al albero maestrante, llevábamos casi tres horas transcurridas. Pero no se fue nadie de la plaza. Seguro que si hubiera sido otro torero el tercer espada, muchos se hubieran “excusado”. Pero es que allí seguía estando Manzanares y nadie osó perderse la faena que llevó a cabo. Marca de la casa. Es decir, una faena de las suyas, meciéndose en cada muletazo como nadie se mece salvó el joven maestro. Fue a derechas, el mejor pitón del toro, dejando algunos perfumados naturales para el final y, vaya por Dios, otra vez pinchó aunque no tanto como antes. Solamente una vez antes de la estocada definitiva. Manzanares se quedó solo esperando que sus dos compañeros abandonaran la plaza. Y solo la atravesó cruzando el albero desde el burladero hasta la puerta de cuadrillas, recibiendo elegantemente las palmas que le dedicamos. Le falta su última y cuarta comparecencia en esta feria.
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Domingo 5 de Mayo de 2019. Sexta de feria. Tarde medio calurosa con lleno de “no hay billetes”.
Siete toros de Juan Pedro Domecq, incluido el sobrero que reemplazo al cuarto, devuelto por su invalidez. Bien presentados y nobles en distintos grados de fuerza, muy escasa en líneas generales. Por más aprovechables destacaron el segundo y el sexto.
Morante de la Puebla (añil y oro): Pinchazo y estocada caída, silencio. Dos pinchazos y estocada, aviso y ovación.
Diego Urdiales (plomo y oro): Estocada y descabello, vuelta al ruedo. Pinchazo, media baja y tres descabellos, aviso y silencio.
José María Manzanares (marino y oro): Tres pinchazos y estocada trasera, silencio. Pinchazo y estoconazo, gran ovación de despedida.
A caballo, destacó sobremanera Chocolate. En la brega, Duarte. Y en banderillas, Pirri, El Victor, Juan José Tirado, Suso que fue cogido sin consecuencias y Luis Blázquez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario