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Maldad, odio y cobardía
Rafael Comino Delgado
En los últimos días hemos podido leer en los medios que, en la Diputación de Córdoba, se está profanando la imagen de Nuestra Madre Inmaculada, y consecuentemente blasfemado y ofendido los sentimientos religiosos de 2180 millones de cristianos que existen el todo el mundo.
El caso es que una mujer, que dice ser pintora (no puedo llamarle señora) llamada Charo Corrales ha pintado una Inmaculada Concepción, inspirada en la de Murillo, aunque con la cara de la pintora, el cuerpo casi desnudo, y masturbándose. Este cuadro se expone en la mencionada Diputación de Córdoba, cuyo presidente, el socialista Antonio Ruiz (tampoco me atrevo a decir don Antonio, porque don viene de domine que significa señor), ha autorizado la profanación.
Ello ha generado un aluvión de críticas al cuadro, y más aun a su exposición en un lugar público como es la Diputación, hasta el punto de que la empresa olivarera "Finca Duermas" ha rechazado recoger un premio, que había logrado, de manos del presidente de la Diputación.
La pintora, que por lo que he leído es gaditana (una deshonra para los gaditanos, que son personas amables, educadas, simpáticas, cordiales y muy respetuosas con los demás) ha respondido que no es la Inmaculada sino ella misma, y que así reivindica el derecho de la mujer a masturbarse. Pero nadie, que yo sepa, ha cuestionado el derecho de cualquier mujer a hacer con su sexualidad lo que guste, y menos a masturbarse, sobre todo si no encuentra un hombre dispuesto a satisfacer sus deseos sexuales.
Siempre he pensado, y creo que lo piensa cualquier persona decente y mentalmente equilibrada, que los sentimientos religiosos son sagrados, y como tales deben ser respetados, naturalmente siempre que dichos sentimientos respeten los de otras creencias.
Los principios básicos en que se fundamenta el cristianismo son:
a) Amar a Dios sobre todas las cosas; b) Y al prójimo como a nosotros mismos. Pero estos principios o sentimientos no se imponen por la fuerza ni por la ley; quien quiera los acepta y quien no quiera no los acepta.
El cristianismo es base fundamental de nuestra civilización occidental, la que más ha contribuido al desarrollo de la humanidad, y a nivel mundial ayuda a los más necesitados, independientemente de su credo. Es cierto que dentro del cristianismo puede haber personas perversas que hagan daño a los demás, porque al fin y al cabo todos somos humanos, y como tales seres imperfectos. Pero en general el cristianismo es caridad y amor a los demás.
Por todo ello me pregunto: ¿Por qué ese ataque al cristianismo, por qué ofender los sentimientos de miles de millones de personas? ¿Por qué el presidente de la Diputación permite esa blasfemia, esa profanación, esa ofensa tan burda, tan soez y tan mezquina a parte de los ciudadanos?
La contestación a estas preguntas, al menos para nosotros, puede ser la siguiente:
1) Su alma, su mente está poseída por la maldad, por el deseo de hacer daño, de herir moralmente a los demás, a las personas que no piensan como ellos.
2) Su alma, su mente está poseída por el odio a los demás, a los que no piensan como ellos, y como no pueden llevar a cabo su deseo, que sería eliminarles físicamente, pues lo llevan a cabo expresando un inmenso odio, e hiriéndolos en lo más sagrado, donde más duele, que es el sentimiento religioso.
3) A todo ello hemos de añadir una inmensa cobardía. Sí, porque odian a todas las religiones, no solo a la cristiana, desprecian a aquellos que profesan alguna religión, pero a las demás no atacan, porque saben que la mayoritaria en España es la cristiana, y al Islam no son capaces ni siquiera de insinuar el más mínimo insulto, pues lo pagarían muy caro. Es decir son infinitamente cobardes. Agreden a quien saben de antemano que pondrá la otra mejilla, como dijo Jesucristo.
Así pues unen una inmensa maldad, un inmenso odio y una inmensa cobardía, por naturaleza, porque esa es su condición.
Nosotros solo queremos decir a la autora del cuadro y al presidente de la Diputación que, ella tal vez sea un gran pintora, no lo sé, ni sabía de su existencia, y a él, que ha llegado a presidente de la Diputación de una gran provincia como es Córdoba, pero para llegar a ser una señora, un señor, les falta tanto camino por recorrer que quizá nunca lleguen a serlo. Una verdadera señora, un verdadero señor nunca hubieran cometido tal vileza.
También les quiero decir a la pintora, al presidente de la Diputación y a los que han apoyado semejante blasfemia, semejante profanación y semejante ofensa a los cristianos, que recapaciten, que reflexionen y se pregunten a sí mismos, ¿por qué herir, ofender a quien en nada les ha ofendido? Y les recordaré que para Alphfonse Daudet, "el odio es la cólera de los débiles", y que Victor Hugo pensaba que, "cuanto más pequeño es el corazón más odio alberga".
Por tanto traten, por todos los medios, de eliminar de dentro de su mente toda esa maldad, todo ese odio, acumulados que tienen y seguro que después serán más felices.
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