Pablo Aguado / Foto: Arjona
Sevilla: balance positivo
Paco Mora
Punto final de una feria saldada con un balance positivo, tanto en lo que atañe a los toros como a los toreros y a la asistencia de público, con varios llenos y muchas buenas entradas, que para sí las quisieran todas las plazas de España. Algún día con viento, pero en general buen tiempo. El palco presidencial, como en la copla de La Parrala, unos dicen que sí y otros que no. La banda de música comenzó en huelga de pitos caídos, pero poco a poco fue entrando en calor y acabó tocando incluso en algunos momentos que hubiera quedado mejor en silencio.
Y ahora a lo que importa. Comencemos por la materia prima: El toro. El encierro más completo el de Fuente Ymbro, lo dije ayer y algunos torcieron el gesto, pero hoy, con más sosiego, las coincidencias han sido más numerosas. Y es que la verdad ni teme ni ofende. Hay quien se ha atrevido a escribir que mi opinión de ayer venía dada por mi amistad con Ricardo Gallardo. Pues miren, quien esto firma no se casa con nadie a la hora de escribir su opinión, y si los de Los Romerales no hubieran cumplido como buenos, lo más que habría hecho, en aras de esa amistad que es cierta, es achantarme la “muí” y al buen callar llaman Sancho. Lo que no haría nunca es dejar de ensalzar un magnífico encierro, por temor al qué dirán cuatro sobrecogedores o lameculos, y la corrida del rincón de Cádiz fue de categoría especial XXL. Cinco toros desorejables. Vamos, que estuvieron muy por encima de los tres toreros que la lidiaron. Lo que ocurre es que fueron toros-toros con los que hay que apostar fuerte si no se quiere estar por debajo de ellos.
También los de Jandilla colaboraron con Morante, Roca Rey y Pablo Aguado para ofrecer la tarde más completa y exitosa de la Feria. Una tarde para el recuerdo con la revelación incontestable de Aguado. Sevilla puede tener en él otro torero de leyenda, que a mí me recuerda algo así como la mezcla de Pepe Luis Vázquez y Antonio Bienvenida. ¡Casi ná! Hubo toros sueltos de Domingo Hernández que, a su manera, también fueron de nota. Santiago Domecq debutó en Serva La Barí con éxito. Los de Miura siguen con su leyenda. Torrestrella continúa en su buen aire de siempre y alguno del Pilar salvó la honrilla del hierro. De los demás prefiero no acordarme, que uno no está aquí para hacer amigos. Y a mi edad querer salvar lo insalvable es de memos.
El Juli abrió la Puerta del Príncipe y eso con tantos años de alternativa sobre los hombros tiene mucho mérito. Como lo tiene que Castella fuera voluntario a la guerra de los de Zahariche. Sobre Emilio de Justo, es de justicia decir que mantiene el tipo y de Octavio Chacón y Pepe Moral, que siguen en la brigada de choque sin bajar gatillos. Álvaro Lorenzo está camino de convertirse en un fino estilista; Ginés Marín algo desvaído. Perera demostró una vez más su solidez y rotundidad muletera de muchos quilates, y Cayetano, en su voy y vengo, salvó los muebles. Ferrera y López Simón pudieron estar mejor y El Fandi dio su medida, Paco Ureña lo intentó y El Cid es ya un torero para la historia, mientras Manzanares, que no hizo mal papel en Sevilla, no está en su mejor momento. José Garrido sigue luchando y a Morante lo dejo para el último lugar por aquello de “los últimos serán los primeros”. Se acabó la Feria de Abril en mayo.
¡Viva San Isidro que comienza!
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