Decíamos en el titular que triunfó el toreo moderno y así fue. Finito representaba el buen gusto, los detalles toreros y Urdiales la verdad y la pureza; pues hubo de ser el representante del toreo moderno, Perera, quien se encontró con el toro de la tarde. Un castaño que desde la salida puso de manifiesto sus ganas de embestir.
Triunfó el toreo moderno
El día del Santo Patrón reventó de expectación llenando la plaza. No era gratuita la expectación.
En el cartel estaba la ganadería triunfadora de la pasada feria de Sevilla, Fuente Ymbro; volvía precisamente con ella el diestro triunfador del pasado año en Otoño, Diego Urdiales, acompañado por dos toreros con nombre: Finito de Córdoba y Miguel Ángel Perera. Suficientes alicientes como para ir a los toros, y por supuesto con aquellos que les gusta ir el día del Santo para que luego digan, cuando hay orejas, que han habido muchos isidros.
Parece que el Santo Patrón mandó más bueyes que toros, salvándose la corrida con la presencia en tercer lugar de un muy buen toro, un castaño llamado Pijotero. No fue la tarde de Ricardo Gallardo, aunque en nada perdió crédito con los toros presentados, y tampoco lo fue para el más esperado torero de Arnedo.
A Diego Urdiales le hicieron saludar al deshacerse el paseíllo, invitando él a sus compañeros de terna. El recuerdo de lo que hizo apenas hace seis meses era como para no querer perderse su primera actuación en esta feria. No pudo ser y su afán quedó en voluntarismo, apuntando sus maneras puras, pero todo quedó en eso, en las buenas intenciones del de Arnedo. Ni sus toros se prestaron ni fue el mejor día de Urdiales. Su crédito sigue en pie, pero para ello no le hacía falta obstinarse en hacer faenas tan largas. Lo breve siempre es mejor aunque no sea bueno, o mejor si no lo es. Ya lo sabe para la próxima.
El torero de Córdoba, nacido en Sabadell, estuvo pero no redondeó nada que pueda pasar a mejorar su currículo en esta plaza. Vanos intentos con capote y muleta y absoluta falta de compostura con la espada.
Decíamos en el titular que triunfó el toreo moderno y así fue. Finito representaba el buen gusto, los detalles toreros y Urdiales la verdad y la pureza; pues hubo de ser el representante del toreo moderno, Perera, quien se encontró con el toro de la tarde. Un castaño que desde la salida puso de manifiesto sus ganas de embestir. No podemos discutir que el torero extremeño lució al toro citándolo de lejos para ejecutar varias tandas con la mano diestra de buen corte. Siempre es de agradecer, pero después hay que torear con hondura, con la pureza que ese toro exigía. Se apoyó en lo más fácil, aprovechando el celo y repetición del buen Pijotero abusó de los circulares o redondos sin fin con martinetes de remates.
La faena, con esa explosividad del toro, no podía pasar desapercibida a pesar de esa falta de profundidad en su toreo, pero el otro exceso llegó cuando fue premiado con la segunda oreja desde el palco cuando la petición había decaído bastante y no era merecedora de ella el trasteo ejecutado. Fuertes protestas tras la concesión de ese segundo trofeo, protestas que no le impidieron la salida por la puerta grande.
Podíamos haber disfrutado del toreo profundo y puro de Urdiales, o habernos conformado con detalles y torería por parte de Finito, pero hubo que conformarse, o claudicar, con el toreo moderno, ese donde los pases se cuentan por números y no por sentimientos.
Ayer vimos la pureza de un gran puyazo, hoy de eso no hubo, pero sí la lidia y buen hacer con capote y banderillas de la cuadrilla de Perera: Curro Javier y Javier Ambel, son acreedores de aparecer en la mención de este día para las cuadrillas.
Totalmente de acuerdo con la opinión y el análisis de Antolin Castro.
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