Por Bocanegra
Madrid, 6 de Mayo de 2010
La primera en la frente, o no; según se mire. No se esperaba mucho de la corrida de apertura, como tampoco existen grandes esperanzas en el resto de este abono de ínfima categoría. Hoy quizás hemos salido ganando al superarla para alcanzar el nivel de mediocre en el resultado del festejo.
Mediocre el palco, mediocre el tendido, y la mediocridad por el ruedo. El palco ya venía investido de vulgaridad desde los corrales al aprobar la escalera ganadera de Don Salvador Domecq. La aplicación del buen criterio empresarial y ganadero siempre fue el de procurar presentar un encierro más o menos parejo, con la acostumbrada disparidad de tres toros normales y tres que suben de trapío. Pero de un tiempo acá se impone la ventajilla de desembarcar tres reses reglamentarias y tres que bajan. Total, que a cada espada le suele corresponder un toro y medio en lugar de dos toros como se anuncia al público en los carteles, como así ocurrió en el día de hoy con permiso de la autoridad, cuando, por contrario, es su obligación garantizar al espectador sus legítimos derechos.
Por ahí apareció en el tendido de la revolución extinta –el de la voluntades domeñadas- una pancarta con el manido rótulo de ¿A quién defiende la Autoridad? Se ignora la responsabilidad de la autoridad en el fiasco de los carteles aprobados por la marquesa y compañía, y de la ruina que le están buscando a la plaza; la jeta de Cayo Lara y Cándido Méndez en el 1º de mayo se extiende sobre los antes hoscos rostros de “la afición”.
¡Autoridad!Tanta pancarta ¿paras qué? No se sabe si alguien les habrá dicho a sus porteadores aquello no menos trillado de “ni está ni se le espera”, además eso ya no se despacha hoy en día. Como que algunos andarían por ahí haciendo el tonto si de verdad existiera autoridad en este pobre país.
La autoridad, de haber estado hoy en Las Ventas, hubiera rechazado en los corrales algún toro de los lidiados, o habría ordenado la correcta ejecución de la suerte de varas, o no hubiera concedido una oreja sin petición reglamentaria.
¿Qué habrá pensado el matador Sergio Aguilar del palco de hoy? El pasado domingo, por lo visto, sí que hubo autoridad –degenerada en autoritarismo- para negarle el mismo usía un trofeo pedido mayoritariamente por el público.
Habrá que esperar que cuando aparezca la autoridad en esta feria –vamos a ver si es verdad- no sea para salvar su notoria mediocridad, atendiendo las peticiones de un público mediocre que sustituye al tradicional abonado huido y escaldado de la fechoría del Consejo Taurino de la Comunidad de Madrid.
De este cartel, se salvó el que tenía que salvarse, Curro Díaz. Gallo y Bautista tendrá que renovar ilusiones.
Por fin se encontró en Madrid el torero de Linares con un toro ideal, feo y sin cara, pero noble, templado y colaborador, para destapar el tarro de las esencias que atesora. No se rompió el diestro ni tampoco el tarro, una buena parte de sus aromas han quedado dentro para mejor ocasión, aunque mejor que ésta no será fácil que se presente en una plaza como Las Ventas.
La mano izquierda de Curro Díaz quedó inédita tras su respingo ante una acometida dudosa del toro amigo, pero no pasa nada, para eso estaba la derecha del presidente que asomó solícito su pañuelo blanco sobre el faldón de ornato tras la buena estocada del torero de Linares.
Hala, todos contentos, empezamos con una oreja, para que luego digan que la feria va ser mala.
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