Por Bocanegra
Madrid, 13 de Mayo de 2010
¿Y donde está el faro? ¿quién tiene el faro? No existe, la nave va irremisiblemente al naufragio. Ni faro ni farero, ni capitán que la guíe, a la deriva va, a la deriva ante la mirada estúpida de la gente, pasiva y silente.
En plena fase decadente de los toros en Madrid y su Comunidad en las últimas temporadas, y aprovechando que el Parlament de Cataluña debatiría una Iniciativa Legislativa Popular que propondría la prohibición de los espectáculos taurinos en la aquella región, la Comunidad Autónoma de Madrid hizo sonar clarines y timbales para anunciar que su Consejo de Gobierno acordó declarar Bien de Interés Cultural (BIC) la fiesta de los toros para proteger su valor «social y ecológico, cultural y económico», según informó en rueda de prensa el vicepresidente y portavoz Ignacio González. Muy bonito, sí señor, pero habría que preguntarse si esa protección abarcaría a la plaza de toros de Las Ventas, la más importante del mundo con su Feria de San Isidro como eje fundamental del calendario taurino internacional.
Va a ser que no, ni lo último ni lo anterior, y todo apunta a que esas siglas (BIC) mejor significarían Bien de Interés del Consejo, de un Consejo Taurino presidido por la misma persona que lo hace en el de Gobierno, y que está llevando a la ruina nuestra plaza, donde nada funciona con normalidad, ni nadie cumple con arreglo a la responsabilidad exigible, ni la empresa, ni la autoridad, ni.....
Desde un largo periodo de estabilidad y prestigio de la plaza, se abrió la espita con la polémica adjudicación de Las Ventas a la empresa Taurovent –con cambio de denominación posterior a Taurodelta- llegando al anuncio de los actuales y lamentables carteles de la mundialmente famosa feria de San Isidro.
La reprobación de los mismos ha sido general, menos por aquellos sospechosos de ser lamedores y pesebreros. La razón se impone y día a día vemos el desarrollo de una feria que responde a la ínfima categoría de lo anunciado, en un ambiente cutre propiciado por la rotación de un público indocto fácil de manejar y por la resignación de los aficionados que aún no ha abandonado el barco.
En esta deriva se ha llegado a la corrida de esta tarde, lamentable encierro de Parladé, seis bóvidos disfrazados de toros, y algunos de novillos, con la coartada bicorne sobre su hueca anatomía. Sin raza, sin fuerza, como ánimas errantes en el purgatorio de Las Ventas. De pena y de bochorno estos juanpedros repudiados en Sevilla –que ya es decir- y acogidos en la Villa y Corte para dar el timo del toco-mocho al cateto madrileño, con autores, cómplices, y encubridores, bien identificados y sin que nadie proceda contra ellos. Ay los toros, siempre los toros como fiel reflejo de la sociedad.
Mal día para confirmar alternativa, porque así, lo más seguro es que la desconfirme el más pintado. Esto es lo que le ocurrió al pobrecito de Juan Manuel Más en la plaza de su pueblo.
A un legionario como Diego Urdiales lo metieron en un simulacro de maniobras, y por allí anduvo con oficio y sin gracia. Gracia es la que le va a hacer en el futuro como siga cayendo en la trampa del toro artista. Y Matías Tejela por allí pasó compuestito y bien vestido.
Entre todos consiguieron que el personal harto y aburrido, aunque silente y resignado, fuera abandonando la plaza según avanzaba el tostonazo en la nubosa y fría tarde para salir de estampida de la antes anhelada Monumental Plaza de Toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
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