¿Cuando habrá un llenazo como este?
Por José Antonio del Moral en http://www.detorosenlibertad.com/
¿Hasta cuando el éxito del fracaso de las ferias isidiles?
Por desgracia, cada vez hay menos abonados que asisten a todos los festejos programados, de modo que, los días más apetecibles predomina un público selecto entre famosos, políticos, artistas y buenos aficionados de otros lares, mientras que en los demás abunda el pueblo más variopinto y de cambiante aluvión que pueda darse en cualquier otro ruedo taurino. De ello, pues, depende que unos días Las Ventas parezca un foro de exigentes entendidos y otros una plaza pueblerina, sobre todo los domingos y festivos. Las más sorprendentes e incómodas, las que los aficionados normales no entienden, son las pocas tardes con figuras o con toreros que han triunfado con fuerza en otras plazas. El escenario, entonces, se troca en tribunal inquisidor. Pero, casi siempre, lo que domina es un recinto en el que todo se mezcla en forma de Babel indefinible y alocada. Muy pocas veces se logra poner a todo el mundo deacuerdo.
Aunque los resultados de cada feria en las plazas de primera categoría dependen mayormente de que los buenos toros caigan en manos de las figuras capaces de aprovecharlos al máximo, en Madrid sucede esto mismo con el aditamento que supone la presión bajo la que actúan todos los toreros, incluidos los más importantes que, por ello, casi nunca logran en Las Ventas las altísimas cotas artísticas que suelen alcanzar en plazas de segunda y de tercera categorías. Esto es así y así continuará mientras el denominador común de San Isidro en cuanto al comportamiento del público siga siendo la ya célebre e inevitable dictadura del tendido 7, en donde no más de veinte personajes vociferan, silencian, revientan o aprueban a su antojo. Pese a tanto inconveniente, nuca se sabe lo que puede ocurrir. La esperanza es lo que nunca debe perderse en el toreo y en Madrid tampoco…
La asistencia masiva de espectadores a casi todos los festejos, sea cual sea su calidad, y las condiciones contractuales que imperan desde hace años – muy favorables para que los sucesivos gestores puedan permitirse programar muchos más festejos sin el más mínimo atractivo que corridas verdaderamente atrayentes – terminan resultando un extraño “éxito del fracaso” porque no hay un solo espectáculo de cualquier otra índole que resulte más rentable que esta larguísima feria - últimamente dividida en dos - pese a las escasísimas ocasiones que el público se muestra satisfecho. Rentabilidad que compensa las pérdidas que se producen en la mayor parte de los festejos que se dan durante el resto de la temporada. Pero quien nunca pierde es la Comunidad de Madrid, aunque los mil millones de las antiguas pesetas que, según dicen, ganan cada temporada, no son nada comparado con el presupuesto multimillonario que maneja la institución gobernante.
Precisamente por eso, esta sin razón no tendrá remedio mientras la Comunidad de Madrid no se decida a explotar su plaza directamente con puntual encargo a los profesionales más acreditados que, vigilados por la Comisión que compongan aficionados de probada solvencia e independencia y de ninguna manera por recomendados más o menos solventes en materia taurina, vigilen y exijan que la feria vuelva a ser lo que fue en los buenos tiempos: una muestra de las ganaderías más prestigiosas que estén en su mejor momento para que sean lidiadas por todas las figuras que quieran participar y por los más destacados que aspiran a serlo, de modo que los carteles sean en su mayoría verdaderamente atractivos por competitivos y que los pocos huecos que queden libres sea completados por nuevos valores con un mínimo de futuro. Es decir, que los beneficios que obtenga la Comunidad se inviertan en la mejora de la calidad de los carteles.
LA FERIA DE ESTE AÑO
Sobre el papel es una más, como las de años pasados, en la que no están todos los que son – faltan Enrique Ponce y Pablo Hermoso de Mendoza – mientras aparecen muchísimos diestros que apenas interesan. Claro que, como cada temporada, podrán haber sorpresas y quizá alguna realmente buena con tal o cual éxito inesperado a cargo de algún modesto capaz de lograr un imprevisto gran triunfo. Sin embargo y a pesar de todo, el mejor resultado de los dos ciclos consecutivos que no esperan, dependerá como siempre de que las figuras que participan tengan suerte con algunos de los mejores toros que salgan, aunque también del momento que cada torero tenga los días que
actúen.
Se espera todo de El Juli en sus dos corridas a la vista del temporadón que está protagonizando en el máximo esplendor de su carrera. El triunfador del año pasado, Sebastián Castella, tendrá tres oportunidades y hay que desear que las aproveche a tope, no como en la pasada feria de Sevilla en la que se le escapó el mejor toro del serial maestrante. Casi lo mismo podemos decir de Miguel Ángel Perera, que viene a dos y, ojalá que ya resueltos los problemas personales que tanto le han afectado últimamente. Morante, que también comparecerá un par de tardes, es uno de los grandes favoritos. Madrid se le viene dando más que bien. En cambio, hay preocupación con El Cid por la falta de sitio que le aqueja desde hace demasiado tiempo. Deseamos fervientemente que al menos un toro le devuelva a su ser triunfal como de costumbre en Las Ventas donde sigue siendo preferido.
Por José Antonio del Moral en http://www.detorosenlibertad.com/
Artículo ya publicado en el diario La Gaceta
07/05/2010
La feria de San Isidro en Madrid es la más trascendental de cuantas se celebran en el mundo, pero no siempre la mejor, ni siquiera la más importante porque, desde hace muchos años, sus resultados dependen más de la suerte que haya con el ganado o, mejor dicho, de a quienes correspondan los mejores toros y del cambiante comportamiento del público de la plaza de Las Ventas que de lo que consigan los toreros no siempre valorado en estricta justicia. Sin embargo, cada vez que un diestro triunfa en este escenario se multiplican sus expectativas, haya sido merecido o no el éxito. Lo que añadido al ambiente taurino que inunda la gran ciudad, depara las continuas polémicas que se forman espontáneamente en todos sus rincones.
La feria de San Isidro en Madrid es la más trascendental de cuantas se celebran en el mundo, pero no siempre la mejor, ni siquiera la más importante porque, desde hace muchos años, sus resultados dependen más de la suerte que haya con el ganado o, mejor dicho, de a quienes correspondan los mejores toros y del cambiante comportamiento del público de la plaza de Las Ventas que de lo que consigan los toreros no siempre valorado en estricta justicia. Sin embargo, cada vez que un diestro triunfa en este escenario se multiplican sus expectativas, haya sido merecido o no el éxito. Lo que añadido al ambiente taurino que inunda la gran ciudad, depara las continuas polémicas que se forman espontáneamente en todos sus rincones.
¿Hasta cuando el éxito del fracaso de las ferias isidiles?
Por desgracia, cada vez hay menos abonados que asisten a todos los festejos programados, de modo que, los días más apetecibles predomina un público selecto entre famosos, políticos, artistas y buenos aficionados de otros lares, mientras que en los demás abunda el pueblo más variopinto y de cambiante aluvión que pueda darse en cualquier otro ruedo taurino. De ello, pues, depende que unos días Las Ventas parezca un foro de exigentes entendidos y otros una plaza pueblerina, sobre todo los domingos y festivos. Las más sorprendentes e incómodas, las que los aficionados normales no entienden, son las pocas tardes con figuras o con toreros que han triunfado con fuerza en otras plazas. El escenario, entonces, se troca en tribunal inquisidor. Pero, casi siempre, lo que domina es un recinto en el que todo se mezcla en forma de Babel indefinible y alocada. Muy pocas veces se logra poner a todo el mundo deacuerdo.
Aunque los resultados de cada feria en las plazas de primera categoría dependen mayormente de que los buenos toros caigan en manos de las figuras capaces de aprovecharlos al máximo, en Madrid sucede esto mismo con el aditamento que supone la presión bajo la que actúan todos los toreros, incluidos los más importantes que, por ello, casi nunca logran en Las Ventas las altísimas cotas artísticas que suelen alcanzar en plazas de segunda y de tercera categorías. Esto es así y así continuará mientras el denominador común de San Isidro en cuanto al comportamiento del público siga siendo la ya célebre e inevitable dictadura del tendido 7, en donde no más de veinte personajes vociferan, silencian, revientan o aprueban a su antojo. Pese a tanto inconveniente, nuca se sabe lo que puede ocurrir. La esperanza es lo que nunca debe perderse en el toreo y en Madrid tampoco…
La asistencia masiva de espectadores a casi todos los festejos, sea cual sea su calidad, y las condiciones contractuales que imperan desde hace años – muy favorables para que los sucesivos gestores puedan permitirse programar muchos más festejos sin el más mínimo atractivo que corridas verdaderamente atrayentes – terminan resultando un extraño “éxito del fracaso” porque no hay un solo espectáculo de cualquier otra índole que resulte más rentable que esta larguísima feria - últimamente dividida en dos - pese a las escasísimas ocasiones que el público se muestra satisfecho. Rentabilidad que compensa las pérdidas que se producen en la mayor parte de los festejos que se dan durante el resto de la temporada. Pero quien nunca pierde es la Comunidad de Madrid, aunque los mil millones de las antiguas pesetas que, según dicen, ganan cada temporada, no son nada comparado con el presupuesto multimillonario que maneja la institución gobernante.
Precisamente por eso, esta sin razón no tendrá remedio mientras la Comunidad de Madrid no se decida a explotar su plaza directamente con puntual encargo a los profesionales más acreditados que, vigilados por la Comisión que compongan aficionados de probada solvencia e independencia y de ninguna manera por recomendados más o menos solventes en materia taurina, vigilen y exijan que la feria vuelva a ser lo que fue en los buenos tiempos: una muestra de las ganaderías más prestigiosas que estén en su mejor momento para que sean lidiadas por todas las figuras que quieran participar y por los más destacados que aspiran a serlo, de modo que los carteles sean en su mayoría verdaderamente atractivos por competitivos y que los pocos huecos que queden libres sea completados por nuevos valores con un mínimo de futuro. Es decir, que los beneficios que obtenga la Comunidad se inviertan en la mejora de la calidad de los carteles.
LA FERIA DE ESTE AÑO
Sobre el papel es una más, como las de años pasados, en la que no están todos los que son – faltan Enrique Ponce y Pablo Hermoso de Mendoza – mientras aparecen muchísimos diestros que apenas interesan. Claro que, como cada temporada, podrán haber sorpresas y quizá alguna realmente buena con tal o cual éxito inesperado a cargo de algún modesto capaz de lograr un imprevisto gran triunfo. Sin embargo y a pesar de todo, el mejor resultado de los dos ciclos consecutivos que no esperan, dependerá como siempre de que las figuras que participan tengan suerte con algunos de los mejores toros que salgan, aunque también del momento que cada torero tenga los días que
actúen.
Se espera todo de El Juli en sus dos corridas a la vista del temporadón que está protagonizando en el máximo esplendor de su carrera. El triunfador del año pasado, Sebastián Castella, tendrá tres oportunidades y hay que desear que las aproveche a tope, no como en la pasada feria de Sevilla en la que se le escapó el mejor toro del serial maestrante. Casi lo mismo podemos decir de Miguel Ángel Perera, que viene a dos y, ojalá que ya resueltos los problemas personales que tanto le han afectado últimamente. Morante, que también comparecerá un par de tardes, es uno de los grandes favoritos. Madrid se le viene dando más que bien. En cambio, hay preocupación con El Cid por la falta de sitio que le aqueja desde hace demasiado tiempo. Deseamos fervientemente que al menos un toro le devuelva a su ser triunfal como de costumbre en Las Ventas donde sigue siendo preferido.
José María Manzanares, otro de los grandes favoritos, está por ver si vendrá o no en plena recuperación de su ya intervenida hernia vertebral. Alejandro Talavante, es de esperar que triunfe si tiene suerte y mata bien.
El Fandi seguro que divertirá al personal aunque con la murga del 7 como telón de fondo. Se espera a las dos más jóvenes promesas, Rubén Pinar y Miguel Tendero. Como también a Diego Urdiales, a El Fundi, otro con tres corridas – demasiadas – y a Rafaelillo.
Y, cómo no, a Cayetano que está puesto en los dos lugares más privilegiados sin más merecimiento que su fama mediática, que no estrictamente taurina, Prensa y Beneficencia. Mejor hubiera sido dejarle solo en una de estas dos corridas y que en la otra hubieran dado el sitio que merece a Enrique Ponce en el vigésimo aniversario de su alternativa.
Finalmente, lamentar la más que posible ausencia de José Tomás a no ser que sigan los “milagros” y pueda comparecer en los dos festejos que todavía le anuncian.
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