Pela del 6º toro Bis, de Parladé, en el caballo / Fotografías: Andrew Moore
"...Por último quiero agradecer al señor Albiol todas las “cariñosas” palabras que ayer me dedicó. Como sé quién es usted y también sé quién le inspira, en cuando me los encuentre, les estrecharé amistosamente mi mano y les daré en persona efusivamente las gracias por tantos “elogios”..."
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VICTORIAS FRUSTRADAS
Domingo Delgado de la Cámara
De nuevo hay que felicitar a Juan Pedro Domecq, ayer lidió tres toros de gran categoría. Segundo, tercero y sexto, fueron toros para dejar satisfecho al aficionado más exigente. Porque no sólo fueron excelentes en la muleta, también fueron bravos en el caballo. Y es que este último extremo se olvida muy a menudo. Parece que si embisten bien en el último tercio, ya vale. Y no vale. La bravura del toro debe brillar en los tres tercios, no sólo al final. Y debe ser constante y sostenida, sin renuncios ni altibajos. Últimamente, me lamento mucho de los toros que se desaprovechan. Y es que los toreros no suelen estar a la altura de los toros. Afortunadamente, ayer se encontraron grandes toros con grandes toreros. Esto hizo que se viviera una tarde intensa, llena de emociones verdaderas. Tanto Alejandro Talavante como Daniel Luque, hicieron méritos para salir en hombros, pero se atascaron en la suerte suprema. El mal uso del acero les cerró la Puerta Grande. El título del libro de Erick Von Manstein, viene hoy pintiparado: victorias frustradas.
Abrió plaza un toro muy bonito (la corrida tenía unas hechuras impecables por armónicas) que derrochó tanta calidad como poca fuerza. Era el toro ideal para Finito de Córdoba, gran artista, pero que le cuesta confiarse. Sabedor de la dulzura del toro, Finito dio muletazos preciosos. Los muletazos del Fino, cuando se confía, sí que son de cartel. El final por ayudados por bajo fue de gran sabor. Pero…la polémica se desató en el tendido. La lidia de este toro suscitó un gran debate. Por un lado estaría Finito y gran parte del público. Piensan que si el toro es flojo ¡qué le vamos a hacer!, habrá que intentar aprovecharlo, y a pesar de la limitación de la fuerza, disfrutarlo lo máximo posible. En el otro bando está el tendido Siete y aficionados afines. Piensan que cuando un toro se cae, se trastocan todos los valores de la lidia, porque deja de ser una lucha para convertirse en una unidad de cuidados intensivos. Y semejante situación no debe ser premiada, ni valorada. Ambos bandos tienen argumentos de peso. Los primeros defienden una visión pragmática del asunto, los segundos se decantan por unos valores trascendentes. ¿Quién lleva razón? Pues aunque me ha gustado la torería de Finito, esta vez tienen razón los del Siete. La lidia de inválidos no debe ser consentida porque el toreo se convierte en una parodia. El cuarto tuvo mucha calidad pero duró muy poco. Finito dio un par de series con gusto y aquí se acabó la cosa.
Alejandro Talavante es un auténtico genio. Todos los años nos sorprende con un puñado de faenas inverosímiles por atrevidas, inspiradas, personales, extraordinarias. Tengo en la memoria varias faenas de Talavante totalmente excelsas: la de la confirmación de alternativa, la del cuvillo de Sevilla, la del toro de El Ventorrillo en Madrid, otra con un cuvillo en Zaragoza…y la del quinto toro de ayer.
Pero antes de llegar al quinto toro, desaprovechó al segundo. Los genios son así, señora, inconstantes, imprevisibles…El segundo apretó en el caballo y se comía los engaños. Se mascaba la faena grande, que no se produjo. Dos series buenas con la diestra, algo atracadas por no perder pasos al toro, otra serie con la zurda y de modo sorprendente, va a por la espada y mata fatal (esto ya no es sorprendente), ¿porqué? Vaya usted a saber…
El quinto, sin embargo, fue mucho peor toro, no humillaba, tiraba derrotes. No era un toro fácil. Pero aquí se destapó el genio. El comienzo de faena fue monumental. Empieza toreando de rodillas en redondo, y de rodillas da una arrucina inverosímil. Yo no sé cómo pudo pasar el toro porque no había espacio físico. En este momento la plaza ya estaba en pie, totalmente cardiaca. Las series en redondo han tenido una enorme emoción por el toma y daca entre los dos adversarios. El toro embestía violento y Talavante daba el muletazo limpio, sacando la pañosa por debajo de la pala del pitón. Aparte de ser un genio, Talavante es valentísimo. Uno de los encantos del toreo de Talavante es lo imprevisible. Nunca lleva la faena pensada, surge a golpes de inspiración. Surge impulsada por la intuición de cada momento. En los remates de las series, ora con capetillina, ora con arrucina, ora con pase del desprecio, la afición ha rugido. Esta faena demuestra también que cuando el torero lo tiene verdaderamente claro, se cuaja a casi cualquier toro. La gente estaba alborozada, consciente de la grandeza de la faena que acababa de presenciar. Pero Talavante mató fatal, con el toro descuadrado y entrando de cualquier manera. Fue una auténtica lástima. El faenón era de dos orejas indiscutibles.
Daniel Luque ha vuelto a deleitar al respetable en todas sus intervenciones con el capote. Ya no es ninguna novedad, Luque es de los mejores capoteros de la actualidad y es quien mejor y más toreramente coloca a los toros delante del caballo. Luque se ha percatado rápidamente de la alegría y de la prontitud de su primero. Tenía tan clara la calidad del toro, que en un estatuario se ha confiado en exceso. Y como no ha sacado los brazos, ni dado el toque, se ha llevado un volteretón de órdago a la grande. Aun estando mareadillo, no se ha amilanado, ha ido rápido al toro y ha construido una faena de menos a más. Había que mandar mucho en una embestida muy agresiva y repetidora, mejor por el pitón derecho, que por el izquierdo. La penúltima serie, con la diestra, ha sido preciosa por larga, profunda y templada, y el pase de pecho ha sido monumental, un cartel de toros. Cuando Luque ha rematado por luquesinas, cerradas por otro pase de pecho de cabo a rabo, la gente estaba en pie conmocionada. El sevillano se ha tirado a matar derecho, pero desgraciadamente, la estocada estaba muy atravesada y ha hecho guardia. Otra vez la plaza se ha envuelto en la polémica. El presidente ha concedido la oreja por aquello de la petición mayoritaria y el Siete la ha protestado por lo defectuoso de la estocada. Desde luego, si la estocada hubiera sido buena, el premio adecuado eran dos orejas. Pero con una estocada tan defectuosa, propia de becerrada de peñas, en Madrid no se debería dar ni la primera oreja. No voy a volver a entrar en lo mismo, pero es que la estocada es la suerte suprema. Y si el torero ha estado muy bien, pero ha matado mal, pues que dé tres vueltas al ruedo, y ya está.
El sexto fue un sobrero de Parladé muy bravo en el caballo y de enorme temperamento en la muleta. Un toro encastado y exigente. Mira por donde, Parladé se va a convertir en una ganadería preferida por el aficionado. Luque empezó muy bien la faena. La segunda serie fue excelente por mandona. Bajó la mano, lo llevó hasta el final y pudo con el toro. Y en este instante sobrevino un error de cálculo, quiso ponerse bonito, quiso acompañar sin torear, y el toro no lo consintió. El toro de casta no se sale de los engaños, siempre se queda algo por debajo. Es el torero el que tiene que llevarle hasta el final, sometiendo la embestida. En cuanto el toro tocó tela dos veces, se rebotó y ya no embistió igual, esto último también es muy propio del toro encastado. O sea, la faena bajó de nivel. De todas formas, si Luque llega a matar bien, corta una oreja, porque toda la faena estuvo salpicada de muletazos bellos. Luque ha demostrado una enorme disposición esta feria. Puede ser que, el deseo de triunfar a toda costa, le haya precipitado en ocasiones, pero su actuación en conjunto ha sido muy buena. Ahora mismo es el torero joven con más proyección y tiene todas las cualidades necesarias para ser la figura que estamos esperando. Por cierto, las cuadrillas de Talavante y Luque, estuvieron fenomenal, tanto los de a caballo como los de a pie, todos. Hay mucha gente buena de plata. La gente salió de la plaza entusiasmada y con sólo un lamento: ¡ay, esas espadas!
Por último quiero agradecer al señor Albiol todas las “cariñosas” palabras que ayer me dedicó. Como sé quién es usted y también sé quién le inspira, en cuando me los encuentre, les estrecharé amistosamente mi mano y les daré en persona efusivamente las gracias por tantos “elogios”.
Ahora hablando en serio. La diferencia entre usted y yo, señor Albiol, es que yo respeto la libertad de opinión y usted no. Usted no acepta la opinión discrepante y yo sí, incluso cuando se me atribuyen gravísimas taras morales, que no tengo. Es muy cierto eso de que no ofende quién quiere, sino quién puede. Y sí le sientan tan mal mis escritos es porque, de vez en cuando, dicen alguna verdad. Y no hay nada más hiriente, ni nada que indigne más a los fariseos que la verdad.
Vamos, que su opinión me trae sin cuidado.
Ladran, amigo Sancho, luego cabalgamos.
Juan Pedro Domecq
Daniel Luque
Talavante
Finito de Córdoba
Ay Domingo, Dominguito, Dominguín.... qué cosas dices, Parece que estuvimos en otra corrida distinta, Buena corrida en conjunto con dos torillos, los dos primeros muy escasos de trapío, y los toreros por debajo de todos ellos. Un encierro fácil para salir por la puerta grande y solo el bruto de Luque consiguió el regalo de una oreja de un público triunfalista tras una estocada atravesada que hacía guardia, una cuarta aproximadamente, por el costado izquierdo del animal.
ResponderEliminar¿Hubiera estado mejor Fandiño con esta corrida en esta su gloriosa temporada?