Enrique Calvo, figura del toreo y doctor en Derecho
Metidos en responsabilidades hay que dejar claro que la base de la Fiesta es el Toro Bravo, aquel que produce la sensación de que la mayor manifestación del arte es la tragedia, manifestación que produce el héroe y con ello el amor a la Fiesta, tragedia que parece cada vez más lejana.
MEA CULPA
Por Enrique Calvo, Matador de Toros
Cuando llegué de novillero a España cerca ya de medio siglo todavía se respiraba algo de bohemia y de arte en el toreo, alcancé a conocer a Marcial Lalanda, Domingo Ortega, Bojilla, El Caracol, Lola Flores, Gabriela Ortega, toreros y cantaores que amenizaban las tertulias taurinas con sus “quejios” y arte por todos los costados. Se hablaba de las gestas de Belmonte y Joselito “El Gallo” y otras de Manolete, eran interminables estas tertulias en la Taberna La Alemana de la Plaza Santa Ana de Madrid, tampoco quiero olvidar las tertulias hace menos tiempo en Bogotá en Casa Paco, o donde Alejo Villanueva y otros tantos en donde se hablaba de toros hasta el cansancio. Hoy medio siglo después, el futuro inmediato de aquella bohemia se ve incierto y es el momento de pedir responsabilidades a quienes fueron o hemos sido los culpables de no haber tomado las medidas necesarias para sostener un arte que dio origen a bellos poemas, a grandiosas esculturas, a lienzos preciosos, a cantos de amor y desamor y, en fin, a todas las artes.
Metidos en responsabilidades hay que dejar claro que la base de la Fiesta es el Toro Bravo, aquel que produce la sensación de que la mayor manifestación del arte es la tragedia, manifestación que produce el héroe y con ello el amor a la Fiesta, tragedia que parece cada vez más lejana. Pues ese amor y respeto ha ido desapareciendo en los últimos años con un Toro lejano a la tragedia, (así hayan muerto hace poco dos toreros) en medio de una nueva sociedad lejos de la bohemia y cercana solamente al consumismo en medio de un modelo de economía personalizado.
Metidos en “el proceso” debe haber culpables a los cuales se les debe hacer un juicio por lo menos de valor, y empiezo por los aficionados que son los que sostienen el espectáculo, pregunto; ¿qué hicieron para que las nuevas generaciones conocieran de los valores míticos, históricos y culturales que tiene el espectáculo? Hay que decir como descargos que en ello somos culpables el resto de actores. Ya que éstos se limitaron a vestirse con sombrero “cordobés” y poco más.
Y continúo con el interrogatorio a sabiendas de que al final del proceso nadie es culpable. ¿Los Toreros hicimos algo por llevar a la provincia un tipo de Toro que le diese seriedad al espectáculo? Contesto como interviniente; muy poco o nada, una golondrina no hace verano. Pero me adentro en la presentación del principal actor que es fundamental, para las cuatro grandes Ferias los apoderados españoles y los llamados veedores escogen unos ejemplares que pocas veces cumplían con el Reglamento. Claro con la anuencia de las grandes figuras que al parecer sólo les ha interesado el dinero.
En éste proceso hay otro actor fundamental que es aquel organizador del espectáculo, el cual debe ser aquel que tenga la visión y la mente despejada para organizar a todos los actores dentro de unos parámetros que cumplan con unos mínimos de supervivencia del espectáculo. Aquí tengo que hacer descargos serios a las últimas empresas que sustituyeron a los profesionales. Empresas que posiblemente con la mejor intención (sacar al narcotráfico) desbancaron a dichos profesionales cometiendo cantidad de novatadas que llevaron a encarecer el espectáculo y dejando a los sectores menos pudientes en su casa, haciendo del espectáculo un acto litúrgico demasiado costoso el cual fue aprovechado por un mentiroso de la izquierda para argumentar que la Fiesta de los Toros es de la oligarquía, nada más falso, la Fiesta ha sido del pueblo, o que se le pregunte a los municipios de Boyacá y Cundinamarca y otros cuantos más apartados.
He dejado de último a descargos a los Ganaderos dado que siempre entendí que las personas que tienen un hobby o afición, les cuesta, y así lo observé anteriormente en España y aquí mismo. Los primeros ganaderos les costó la crianza del Toro, si nó pregunten la razón por la cual don Ignacio Sanz de Santamaría terminó en quiebra. Cuando se sacaron adelante las Corporaciones y Fundaciones los ganaderos, parte de ellas, subieron sus emolumentos a sumas costosas que dicen sólo cubrían los costos.
La crianza nunca debió ser negocio. Pero lo peor, ha sido la selección del Toro, en donde ganadero, torero y apoderados se confabularon en crear en el tiempo un tipo de Toro que no mueva una oreja, es decir una monja de la caridad que no ponga en riesgo ningún alamar. Por último, ante la situación decadente de la Fiesta los ganaderos no volvieron a importar ni vacas, ni sementales, ni semen para refrescar las expensas. Por lo tanto, los últimos años se ha visto una disminución de la bravura que conlleva a que el aficionado se aburra y también los Toreros. Para cerrar éste caso la única solución viable es la importación de Toros españoles posición que aborrecen los ganaderos y un personaje con influencias en el ICA.
Para cerrar el caso, sólo queda presentar pruebas que digan lo contrario a lo anteriormente expuesto en el proceso Taurino colombiano y mundial si se quiere. A lo dicho poco o nada han tenido que ver los movimientos antitaurinos, ya que lo que éstos han hecho, es aprovechar todas nuestras falencias para que las multinacionales de los alimentos a las mascotas ganen todo el dinero apoyados en los veterinarios. Es decir “el enemigo está en casa” ¿A quién absolvemos o condenamos?
ENRIQUE CALVO “EL CALI”
3 de Enero de 2019
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