... no se explica el empeño puesto en la exhumación del que la salvó en los años treinta, a ver si repite la hazaña del Cid y la salva, aunque sea embalsamado…O desde la vida eterna, que es más verosímil.
El salvador de España
Fue en Nairobi donde conocí a Pío Cabanillas Gallas, que acompañaba a su amigo el entonces Ministro de Comercio Leopoldo Calvo-Sotelo a la IV Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, celebrada en esa capital africana en mayo de 1976. Cabanillas había sido ya ministro de Información y pronto lo volvería a ser y en el incipiente cabildeo partitocrático se
Pío Cabanillas |
Según se alejaba en el tiempo el “entierro mayúsculo” que por pocos meses se perdió el pobre Luis Felipe Vivanco y se les iba soltando la lengua a los de la “adhesión inquebrantable”, vi y oí por televisión al amigo Pío que en una simpática entrevista o alocución decía que esperaba que “a España no le volviera a salir otro salvador”. Esas palabras no eran más que la glosa de un epigrama que había circulado años atrás, concretamente al ser bautizado el primer nieto del Generalísimo, atribuido por el poeta García Nieto que fue quien me lo recitó, al ambiente de “Rosanco y Vivales”, distanciado ya de la Poesía heroica del Imperio y que decía así más o menos – cito de memoria-:
Por la voluntad de Dios/ que en sus mercedes no es manco,/ en vez de un Francisco Franco/ ahora tenemos dos. /El uno del otro en pos/ nos llegan, por nuestro bien./ Pero Dios nos libre, amén/ de que, doblando la hazaña, si el uno ha salvado a España/ la salva el otro también.
El caso es que la exhumación del concepto por mi amigo Pío no dejó de inquietarme, pues de sus palabras se desprendía que en las altas esferas de la mirífica Transición lo que se tramaba era volver a las andadas, es decir, poner a España en el trance de que alguien tuviera que acudir en su auxilio.
La motivación de los que han puesto a España en ese trance, cuyos propósitos a mí no se me alcanzaban del todo, debe de ser la interiorización freudiana del epigrama susodicho, de lo contrario no se explica el empeño puesto en la exhumación del que la salvó en los años treinta, a ver si repite la hazaña del Cid y la salva, aunque sea embalsamado…O desde la vida eterna, que es más verosímil.
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