El 7° salta por segunda vez al callejón. Foto: Camilo Díaz
Ocho feos mansobroncos de Dosgutiérrez, el primero para recortadores, dieron al traste con la segunda de feria en una tarde oscura, lluviosa, fría y accidentada. La terna que fue exonerada del desastre salió aplaudida. El Cid porque se despidió y los otros por por el esfuerzo.
Los ocho más odiados
Cali, Colombia, 1 07 19
El palco de los ganaderos, desierto desde el penúltimo toro, era toda una proclama. Y la iracunda bronca del aterido publico que a tres cuartos ocupó La Monumental, recordaba el título de Tarantino, “Los ocho más odiados”. Mala catadura, cornicortos, capacachos, brochos, gachos, bizcos excepto el grandulón séptimo bis. De talla escaleruda y todos desclasados, brutos y mansos a morir. Sobretodo mansos. Uno, el séptimo, saltó dos veces seguidas al callejón formando un coge coge y lo cambiaron. Se negaron a capotes y muletas, recularon se rajaron y entableraron, pero fueron al monopuyazo que a veces valió por tres. Poder, tenían, para peor. Todos fueron pitados y abroncados en los arrastres, marcando quizá la fecha más fallida del hierro en esta su plaza.
El Cid, se despedía de una ciudad que lo ha querido mucho y que no aceptó que la estulticia del ganado y su evidente deseo de salir pronto del paso, le impidiera evocar y demostrárselo. Una ovación de saludó y otra de salida no tuvieron otra explicación. Él con la pernera agujereada agradeció con sobriedad. Había dado de baja al segundo con pinchazo, estocada caída avisada y tres descabellos. Al quinto, a paso de banderillas, con espada contraria, trasera y tres descabellos que fueron aplaudidos.
El extremeño Emilio de Justo, dejó fe de que estaba dispuesto a todo por vencer la adversidad. Acompañó los desordenados envites iniciales de su lote para intentar verónicas, y con la muleta porfió como un condenado, logrando a punta de pata y gritó juntar dos o tres muletazos en tandas inopinadas. Daba pena ver el empeño estrellado del torero premiado como la revelación de la temporada 2018. Pero para torear se necesitan por lo menos dos. Espadazo pasado pero efectivo al tercero y tres pinchos. Fierrazo bajo y descabello al sexto.
El caleño David Martínez, con partitura similar. Tenacidad contra infortunio, protagonizó los dos únicos momentos alegres de la corrida. Sus dos tercios de banderillas. Más lucido el del cuarto, que le cogió y al cual había recibido de rodillas. Sesgo, cuarteo, violín y una explosión eufórico-musical. El del segundo menos hilado por la renuencia del peligroso animalote, tuvo el mérito del valor y la eficacia e igual celebración de la parroquia. Lo demás, bregar y bregar sin esperanza. Incierto con el acero, pinchó cinco veces al uno y escuchó dos clarinazos preventivos antes de la media letal. Para terminar, le puso un espadazo fulminante al zambombo de cierre.
Sí, fue una mala tarde que la estoica concurrencia vivió con la misma intensidad y afición de las buenas. Vapuleó a la ganadería y aplaudió a los toreros. Manizales es Manizales.
- FICHA DEL FESTEJO
Lunes 7 de enero 2019. Plaza Monumental de Manizales. 2ª de feria. Frío y lluvia. Tres cuartos de plaza. Ocho toros de Dosgutiérrez (en Santacoloma-Murube), primero para recortadores, mal y disparmente presentados, mansos y broncos. Todos los arrastres protestados. Devuelto el 7º que saltó dos veces al callejón reemplazado por el primer sobrero del mismo hierro.
El Cid, silencio tras aviso y saludo.
Emilio de Justo, saludo y silencio.
David Martínez, silencio tras dos avisos y palmas.
Incidencias: Ángel Gómez, banderillero, fue cogido por el tercero
sufriendo cornada en la pantorrilla izquierda y fractura del peroné.
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