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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 13 de noviembre de 2019

En el adiós de don Edmundo Gil, señorío y sapiencia taurina / por Juan Miguel Núñez


Mi maestro y amigo Edmundo Gil, su ejemplo de ternura y sensibilidad, su talento y tantas elogiosas virtudes innatas en él, me llenan ahora el corazón con su recuerdo.
Gracias, Edmundo, por tu naturalidad y bondad, guía para siempre en mi vida. D.E.P

No haría falta decir que todos los espacios de información taurina tienen como principales protagonistas de la noticia a los profesionales del toro, aquellos que de una manera u otra participan de manera directa en la configuración y el desarrollo de la corrida. No obstante, nuestros destinatarios suelen ser sobre todo, cómo no, los aficionados.

En el adiós de don Edmundo Gil, señorío y sapiencia taurina 

Juan Miguel Núñez
Fundamentalmente los seguidores de este hermoso espectáculo, al que admiran y con el que se apasionan. Son los que pasan por la taquilla. Y luego comentan; y antes y después leen y escuchan. De modo que sin ellos no tendría sentido la información taurina en los medios.

Y a uno de ellos, un gran hombre, un gran amigo y un gran aficionado, quiero dedicar ahora estas letras con motivo de su adiós de este mundo, hace cuatro días.

Don Edmundo Gil, mexicano, con una larga trayectoria como fervoroso aficionado. Una autoridad taurina fuera del ruedo. Contertulio en el grupo de cabales como él que conforman la Peña Taurina “El Toreo”, en su Monterrey natal, en Nuevo León.

Don Edmundo, a quien todos le conocíamos con el apelativo que le confería su título profesional, “el ingeniero Gil”, ha  fallecido a los noventa años después de haber visto toros desde que tuvo uso de razón, y ha gozado de la amistad de las más grandes figuras del toreo, de América y Europa a lo largo de su vida.

En España era habitual su presencia en las ferias de San Isidro en Madrid y Semana Grande en Bilbao, además de otras que esporádicamente también frecuentó, como Sevilla, Granada, Alicante, Córdoba y un largo etcétera.

Porque, se diría, su pasión fue el toreo. Y así lo entendió también su familia,  comprensiva con tantos desplazamientos “obligados” que conllevó su desmedida afición; aunque Magdalena, su amada esposa, le acompañaba en todos, absolutamente todos los viajes.

Amigo y seguidor número uno de Miguel Espinosa “Armillita”, quien curiosamente nos dejó también hace dos años, el mismo día,  6 de noviembre.

Don Edmundo conoció y convivió con los más grandes de todas las épocas del toreo en América y Europa, como fueron el padre de los “Armillitas”, don Fermín; el gran Rodolfo Gaona, don Lorenzo Garza, Silverio Pérez, Manolete, Carlos Arruza y Jesús Córdoba, del que fue compadre. Estos, los más lejanos en el tiempo: Y de las figuras de la actualidad, entre otros, “Niño de la Capea”, José Tomás, Morante, El Juli y Enrique Ponce. Este último tuvo el honor de homernajearle recientemente en la Feria de León, Guanjuato, brindándole uno de sus toros , a los que bautizó como “Ingeniero” y “Don Mundo”, los dos ejemplares de Jaral de Peñas que lidió esa tarde.


Descanse en paz, el hombre, el aficionado y el amigo, que fue un ejemplo de señorío, y que nos traía cada año una visión diferente y muy completa de la actualidad taurina en los dos continentes.

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