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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 19 de noviembre de 2019

Trece hombres y un destino, el paro / por Pla Venturra


Alternativa de Daniel Crespo que, a no dudar, albergaba muchas ilusiones en semejante fecha.

Con los datos que he dado me he excedido muchísimo y he hablado de veinte puestos para todas ferias de España, incluidos los pueblos. Si siendo generosos tenemos puestos para veinte personas, ¿qué hacemos con los ciento veinte que restan? Lo dicho, esperar el milagro que nunca llega.

Trece hombres y un destino, el paro

Un año más analiza uno los doctorados que se  han producido en el mundo de la tauromaquia y, cualquiera se pone a temblar. Entre los que han alcanzado el grado de matador de toros, no sé en realidad si serán mejores o peores que los que llevan muchos años de alternativa, pero una cosa sí que está clarísima, mientras no haya huecos en el escalafón, todos juntos pueden decir misa, porque lo que se dice festejos torearán muy pocos. Pongamos como ejemplo a los futbolistas que, como se sabe, con treinta y pocos años se retiran dando paso a los jóvenes. En los toros ocurre lo contrario porque con treinta años de alternativa, todavía quieren seguir reverdeciendo viejos laureles y, como el toro que lidian les permite ser longevos en la profesión, dicho así, átame esa mosca por el rabo.

Es triste versar sobre este asunto pero, es una realidad que aplasta. Cierto es que, algunos de los doctorados, se les augura un negro porvenir puesto que en realidad, si puestos para ocupar hay pocos, imaginemos a todo aquel que no tenga muchas condiciones para ser torero que, barrunto que los hay. La papeleta que se les presenta es estremecedora y, lo peor de todo es que han llegado todos al escalafón superior cargados de ilusiones que, pasado el tiempo, se desvanecerán como un castillo de naipes.

Por lógica, no hay sitio ni espacio para nadie; tenemos doctores en tauromaquia para dar y tomar y, como digo, algunos deberían de pensar seriamente en su futuro para dedicarse a otros menesteres que, con toda seguridad, podrían alcanzar el éxito. Como sabemos, hombres de talla excepcional como toreros, caso de Emilio de Justo por citar un ejemplo relevante, el hombre ha tenido que esperar una docena de años para que se le reconociera, todo ello, teniendo condiciones más que sobradas para su profesión como ha quedado constatado. ¿Tiene capacidad todo el mundo para esperar doce años para ver si se produce el milagro?

El panorama no puede ser más desolador y no se trata de que yo sea un catastrofista, más bien un realista bien informado que es muy distinto. Qué más quisiera yo, que hubieran puestos para todos, que la fiesta estuviera teñida de equidad y justicia pero, la gran realidad es muy otra, por ello, alentar a los muchachos para que vivan mendigando en el mundo de los toros, sinceramente, con ello no se le hace ningún favor a nadie. Y, para colmo, lo peor de todo es la de cadáveres que habrán dejado en el camino todos los que se han doctorado; es decir, lo que habrán penado, las deudas que habrán contraído y, total para nada.

Una vez instalados en el escalafón los trece chicos que se han doctorado, entre todos, hacen una suma de ciento cuarenta y un matadores de toros. Por favor, hagamos una encuesta por la calle ahora que está tan de moda la cuestión. Preguntemos al respecto y, co toda seguridad, si encuestamos a mil personas, seguro que les costará muchísimo darnos diez nombres de toreros. Con eso está todo dicho. Es más, analicemos feria por feria y, como es “natural” siempre vemos a los mismos, ¿dónde está el cambio que todos deseamos? No existe cambio posible porque, insisto, los veteranos, dadas las condiciones de los toros con los que se enfrentan, no se retirarán jamás.

Tenemos, como es sabido, el grupo de las figuras que ocupan todos los puestos de las ferias, digamos que ocho toreros se reparen el pastel; otros seis para la lidia de las corridas duras y media docena más que pululan por los pueblos arrastrando hambre y miseria. Con los datos que he dado me he excedido muchísimo y he hablado de veinte puestos para todas ferias de España, incluidos los pueblos. Si siendo generosos tenemos puestos para veinte personas, ¿qué hacemos con los ciento veinte que restan? Lo dicho, esperar el milagro que nunca llega. Recordémosles a los chicos que lo intentan que, mérito lo tienen todo, pero se trata de su futuro, por ello, muchos deberían de imitar a Simón Casas que, el mismo día de su alternativa se retiró cansado de pasar hambre y miseria y, fijémonos dónde ha llegado como empresario taurino.

Es cierto que el mundillo de los toros es muy amplio y, si se me apura, hasta generoso, no siempre vestidos de luces. Campo para trabajar hay mucho, ahí tenemos el caso de Alberto García que, el chico empezó como recortador jugándose la vida, sencillamente porque ama el mundo de los toros pero, muy pronto se dio cuenta que, en su menester, su vida sería corta. ¿Qué hacer? Muy sencillo. Usó su inteligencia y se hizo empresario y, diez años después de tomar aquella decisión es un hombre de éxito en el campo empresarial. Y como Alberto un largo etcétera de hombres que, amando al mundo de los toros no dudaron en poner su inteligencia y trabajo al servicio de la fiesta de los toros.

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