la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 9 de junio de 2011

La corrida de la Beneficencia en Las Ventas / Por Domingo Delgado de la Cámara



EL JULI ES UN MAESTRO

Domingo Delgado de la Cámara

Madrid, miércoles 8 de Junio de 2011
El Juli es un tío. Un hombre de pelo en pecho. Porque hace falta ser muy hombre para, estando millonario perdido, acudir a Madrid a que unos impresentables te revienten. No tiene ninguna necesidad de hacerlo, pero su sentido de la responsabilidad y su vergüenza torera lo impulsan a dar la cara, aunque se la partan. Joselito el Gallo, el torero por antonomasia, estaría orgulloso de él. La actitud del Juli es la opuesta a la de mucho dandy diletante, de esos que casi nunca dan la cara. No digo nombres: están en la mente de todos.
El Juli es, además, el paladín de la pureza. Nadie se asienta tanto ni echa los engaños tan planos ni tan al hocico como él. Y es un maestro capaz de imponer este toreo, que es el más difícil, a todo tipo de toros. Ayer volvió una vez más a demostrar su maestría.

Su primero era un torito manso y de embestida rebrincada, que salía de las suertes huído y con la cara arriba. Otro con este toro, no pega ni sellos. El Juli, en medio de un vergonzoso linchamiento, fue capaz de hacer callar a quienes le reventaban con una faena de menos a más y a mucho más. Los que tanto se meten con él, quedan totalmente en entredicho como aficionados. Están a todas horas hablando de pureza, se les llena la boca con esa palabra. Pero luego llega el paladín de la pureza y, son tan torpes, que no lo saben apreciar.

Esa gente se lamenta, y con razón, de que las figuras de ahora no dan la cara ni hacen gestos. Pero cuando llega el que siempre da la cara, van a reventarlo. Con esta actitud se llenan de descrédito y pierden la razón en las causas en las que sí podrían tenerla. Y lo que es peor, hunden en un pozo el prestigio de la plaza de Madrid. Lo de ayer fue impresentable y, aunque las excusas son otras, lo que late en el fondo del contencioso, es el odio al triunfador. La envidia, el pecado capital español por excelencia, que históricamente nos ha hundido como país. País experto en guerras civiles...

El Juli hizo una gran faena a este tercer toro. La primera parte se basó en un toreo lineal y largo, para llevar al toro hacia delante. Y de mitad de faena en adelante, surgió un toreo de gran hondura. Un toreo macizo y arrebujado, con que impidió que el toro se saliese suelto. A base de poner la muleta en la cara, el toro no tuvo más remedio que embestir y embestir. Esa es la pureza: llevar al toro muy largo y muy por abajo. Y no esas teorías de taberna de una charpa de ignorantes.

El Juli consiguió hacer callar a quienes lo atacaban y poner la plaza a su favor, cosa dificilísima en Madrid. Hay que tener mucho temple personal para no dejarse intimidar por ese ambiente. Pero con la espada, llegó el desastre. El Juli nunca ha sido un estoqueador depurado. Se perfila muy lejos, ataca muy rápido y pega un salto. Pero ahora, además, no lo ve claro con el estoque y cuartea en la suerte. La consecuencia: espadazo chalequero y haciendo guardia que arruinó el triunfo y le privó de la oreja, dando aire a sus reventadores.
En el sexto volvió a estar muy bien. Templadísimo en un quite a la verónica y profundísimo en una extraordinaria serie con la mano derecha. Tan profundo, que acabó con la embestida de un toro de poca raza. Digan lo que digan los “entendidos”, El Juli es de los toreros que ha tenido una mejor actuación en el abono isidril.

Y vayamos con el resto de la corrida. Corrida de Victoriano del Río muy desigual, con algunos toros muy chicos. Se nota que Don Victoriano lidia este año en Pamplona y en Bilbao y tiene muchos santos que vestir. Segundo y tercero por debajo del mínimo exigible en Madrid. Aparte de una empresa rácana que no paga bien los toros, se nota también que muchos ganaderos se resienten por la crisis y la carestía de piensos y forrajes. Los toros están comiendo muy poco pienso y se nota en la presentación.

En cuanto al juego, sin ser un dechado ni de casta ni de bravura, y estando muy debajo del nivel al que nos tiene acostumbrados últimamente Don Victoriano, casi toda la corrida se dejó torear. Lo que ocurrió es que Juan Mora y Morante estuvieron como estuvieron...

El primero se defendía y no se dejó picar. Llegó a la muleta con fuerza y sin estar sometido. Desbordó a Mora por el pitón izquierdo y, después de darle dos series con la mano derecha, mostrando al público las posibilidades del toro, cogió la espada. El toro no estaba definido porque no estaba podido, pero en otras manos podría haber sido un toro de los que rompen a embestir.

El cuarto derribó espectacularmente a Antonio Prieto, pero después el picador le dio un gran puyazo. El toro llegó a la muleta punteando un poco y sin terminar de humillar, pero pronto y alegre. Otro toro con posibilidades. Juan Mora lo sacó garboso a los medios, pero luego fue incapaz de torearlo en redondo. La gloria de Juan Mora sería hacer toda la faena a base de trincherazos y pases del desdén. Pero hay que torear en redondo, y en el toreo fundamental, Mora falla estrepitosamente. Aburrido por el destoreo, el toro se fue a las tablas, y ahí terminó la faena. Estocada al encuentro, unos golpes de verduguillo y sensación general de que Mora tuvo un lote para haber estado muchísimo mejor.

Ya nadie discute el mal momento de Morante. Está para sopitas y buen vino. Su primero fue un torito ideal para él. Justísimo de trapío y de gran clase y suavidad. Un juguete ideal para Morante. El de la Puebla dio tres series deslabazadas y sin acople y, rápido, se fue por la espada. El año pasado a un toro así le hubiera armado el lío: con solo veinte muletazos hubiera puesto la plaza boca abajo. Pero parece que ahora tiene la cabeza en otra parte.

Con el quinto también mal. Un toro mansito, como todos sus hermanos, y que, como todos sus hermanos, salía de la suerte distraído. Pero, como todos sus hermanos también, noble y facilón. Morante no hizo nada con él: una mirada del toro y un desarme le hicieron tirar por la calle de en medio. Lo único bueno de Morante fue el capote: lanceó muy bien a la verónica a su primer toro, e hizo un quite por chicuelinas precioso al segundo toro de Juan Mora. Y esto es lo que dio de sí la Beneficencia 2011.

Un último comentario. Toda la vida el día de la Beneficencia se adornaba la plaza de manera especial y el servicio de divisas y banderillas era de gala. Este año no: ni había adornos especiales ni se ha banderilleado con banderillas de gala. Banderillas y divisas corrientes, como las de todos los días. Muy mal hecho. Estos detalles deberían cuidarse, como se hace en Sevilla y en Bilbao, plazas donde la tradición se observa fielmente, y da gusto ver toros. Pero, pensándolo bien, para qué... Muchas veces la plaza de Madrid es la plaza de tercera más paleta del mundo. Ayer sin ir más lejos.
*******

2 comentarios:

  1. ¡Venga, hombre! Nos queréis meter con calzador al maldito Juli: al que no ha cargado la suerte en su vida, al del destoreo, al de alargar el muletazo sin ton ni son, al que hace ir y venir a los torillos.
    A esa burla del toreo basada en la tontuna del temple -¡ah!, Damaso- la queréis emcumbrar, engañando a quien os lea de buena fe. Juli es dañino y perjudicial desde su presentación en Madrid: su poder al servicio de toros como el tercero de ayer mueve más a pena que a risa, de su forma de matar ni hablamos, de su papel nefasto en todo el tinglado taurino hay para escribir un libro. Es uno de los toreros más dañinos que han existido: su influencia en los jóvenes es nefasta.
    Que haga todo eso que decís que hace con toros de verdad, y luego hablamos.

    ResponderEliminar
  2. Este del anterior comentario debe de estar con la jumera porque si no no me explico.

    El JUli es de lo mejor de hoy dia en el toreo, quizás no tanto como dice el autor, pero en absoluto jamas lo que postula en taliban de marras.

    ResponderEliminar