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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 18 de mayo de 2015

Todo y nada / por Ignacio Ruiz Quintano




"...La renovación de Ancelotti la piden Los Capitanes, que aman la paz del vestuario. La desean el As y el Marca, que son muy de Luis Enrique. Y la apoya Simeone, un entrenador que casi debe a Carletto tanto como Luis Enrique..."

Todo y nada

  • –Es un grandísimo gestor de grupos –ha dicho el Cholo cholero–. Si el Madrid lo deja ir, perdería una pieza importantísima, sobre todo por el grupo que formó.
  • ¡La “Band of Brothers” de Carletto!

Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Dos años y muchos euros y rapsodias después, estamos donde estábamos: ante un Barça Gloria Bendita.

–Lo hemos dado todo –dicen capitanes y piperos, y no mienten.

Esto de que el Mejor Madrid de la Historia (en nóminas, al menos) no gane nada para que el Barça de Luis Enrique pueda ganarlo todo sólo tiene una explicación: alejar a Mourinho del banquillo culé, única justificación histórica que tendría Carletto, un pacificador, un administrador de egos, el hombre que devolvió la sobremesa al “Txistu” y la sonrisa al madridismo.

–Lo hemos perdido todo, menos la “sourire”.

A Cristiano le han quitado la Copa, la Liga, la Champions… y a Irina, aunque el piperío intenta consolar a su Aquiles con la posibilidad del Pichichi, una cosa que fue Marianín, y una Bota de Oro, una cosa que, en ese mismo puesto, fue Stoichkov.

Por mucho menos que eso (¡un móvil ¡un p… móvil!), fíjense en la que ha liado en TV el viejo Ekáizer, un sacamuelas del periodismo chismoso, que pierde el móvil y ve detrás de su despiste la mano negra de los anacletos de la Cía y el Mossad.

A Cristiano la Copa se la quitó Simeone; la Liga, Ancelotti; la Champions, Morata; y a Irina, Bradley Charles Cooper, el francotirador de Clint Eastwood, aunque el tema ya se vislumbra en Herodoto (¿leéis los truños de Varoufakis sobre el juego y no vais a leer una anécdota sobre juegos contada por Herodoto?): se trata del relato de Candaules, un rey tan vano que lamenta que nadie más que él conozca plenamente la belleza de su reina, por la que desea ser envidiado. Entonces hace que su primer ministro, Giges, se esconda detrás de una cortina, desde donde podrá ver a la reina bañarse desnuda. Pero ella le ve los pies (en los pies tras de las cortinas se basa toda la Historia Antigua), que sobresalen, y le dice: “Tienes dos modos para expiar tu ofensa; o morir, o matar al rey y casarte conmigo”. Giges decide en un pispás y se convierte en el fundador de la dinastía que terminará con Creso.

Se impone, pues, renovar al hombre que, elevando a Luis Enrique, ha impedido la llegada de Mourinho (¡aquel voto de Messi, hombre!) al Barça. Mourinho es portugués, odia al Combinado Autonómico de Del Bosque y es políticamente incorrectísimo. Luis Enrique es español, ama al Combinado Autonómico (¿quién no recuerda sus lágrimas ante Tassotti?) y es piperísimamente madridista.

La renovación de Ancelotti la piden Los Capitanes, que aman la paz del vestuario. La desean el As y el Marca, que son muy de Luis Enrique. Y la apoya Simeone, un entrenador que casi debe a Carletto tanto como Luis Enrique.

–Es un grandísimo gestor de grupos –ha dicho el Cholo cholero–. Si el Madrid lo deja ir, perdería una pieza importantísima, sobre todo por el grupo que formó.

¡La “Band of Brothers” de Carletto!

A ese grupo, Simeone le levantó los seis puntos de la Liga (1-2 y 4-0), la eliminatoria de la Copa y el “prestigio” en la Champions, donde hubo que recurrir a la jaula de Sergio Ramos como medio centro para encerrar… a Raúl García.

–El club más ambicioso tiene que hacer el fútbol más espectacular –dijo Ancelotti, al llegar.


PORTEROS
En este Madrid, el criterio para elegir entrenador valdrá para elegir portero. Yo echaría el guante a aquél que no quieran los Capitanes ni la Prensa ni los entrenadores rivales, que quieren a De Gea, un Ablanedo con más horas de peluquería. Elegiría a Neuer o a Courtois. Y como alternativa, a Cech, que toca (mal) la batería y cuyo casco le proporciona una ventaja para entrar en el vestuario blanco a hacerse cargo de la taquilla de Casillas, el hombre del finiquito. Para el piperío, el tamaño del finiquito es directamente proporcional al madridismo del beneficiario. Todos tenemos en la memoria los finiquitos de Raúl, Hierro o Valdano, enormes madridistas. Casillas podría superarlos a todos.

1 comentario:

  1. Francisco Javier Gómez Izquierdo, en Salmonetes blogspot:

    Al inicio de la temporada 14/15 el Real Madrid tenía la plantilla soñada por cualquier entrenador. Ocho o diez mejores futbolistas del mundo en portadas de As y Marca (Casillas, el mejor portero del mundo; Ramos y Varane, los mejores centrales del mundo; Kroos, Cristiano, Benzema, Bale, James...) aspiraban a ganar todo lo ganable dirigidos por el estratega Ancelotti, al que se encomendaba por sueldo multimillonario estudiar a Messi y neutralizarlo. El señor Ancelotti ha resultado ser un muy buen padre de familia que ha procurado la prosperidad de los suyos empleándose por un generoso salario en el Real Madrid. El señor Ancelotti se habrá llevado extraordinariamente con sus jugadores, pero en estos dos años no ha aportado nada al fútbol, al menos a este aficionado que no ha entendido muchas de sus decisiones, inapropiadas a mi parecer a la calidad de la plantilla puesta a su disposición. El entrenador Ancelotti no sólo no ha estudiado a Messi. Tampoco el juego del Atleti, del Sevilla, el Schalke, la Juventus´... y que me perdonen si me equivoco, ni siquiera el del Córdoba, un equipo de segunda al que la suerte le ha permitido jugar en primera.

    En Navidad yo veía campeón indiscutible al Real Madrid, pero de pronto aparecieron maneras displicentes, actitudes soberbias y una abulia inexplicable que transformó una selección mundial en un equipo tan sobrado de talento que acabó por pisárselo ante conjuntos de cierto fuste. El declive físico blanco ha sido evidente y ha pasado lo que tenía que pasar. Que el Barça -son sólo dos por mucho que el año pasado se colara el Atleti- se ha llevado cómodamente la Liga con un Messi soberbio al que es tontería ponerle adjetivos.

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