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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 26 de noviembre de 2018

JUAN MORA, ARTISTA Y ORADOR / por Pla Ventrura


Juan Mora y Pla Ventura hicieron las delicias de los aficionados


Belleza, talento, humildad, sencillez, valores todos que adornan la figura y obra de Juan Mora para que, eso sí, de forma apasionada es capaz de trasmitir todo aquello que siente que, por otro lado, todo tiene que ver con el arte.


JUAN MORA, ARTISTA Y ORADOR

La palabra es uno de los dones con los que Dios dotó al ser humano para que se comunicaran entre sí. Es cierto que, al margen de la intercomunicación que todos tenemos entre nosotros, existe lo que se llama el don de la comunicación, patrimonio exclusivo de seres geniales que, con su palabra cautivan más allá de la misma expresión de todo lo que se ha dicho.

La palabra, mal usada al estilo de los políticos, puede ser una daga mortífera para cualquiera. Ahora bien, cuando la palabra tiene estilo conciliador y se dicta bajo los efluvios del alma, ésta resulta cautivadora como yo mismo pude comprobar en la ciudad de Tomelloso en fechas pasadas junto a un orador de élite llamado Juan Mora.

Me cupo la suerte de ser invitado por segundo año consecutivo a Tomelloso para participar en las XXV jornadas Culturales Taurinas de dicha ciudad manchega y, para que mi suerte fuera mayor tenía que compartir mesa de oradores junto a Juan Mora, algo que ya había experimentado en otras ocasiones pero que, en este lugar citado, el diestro de Plasencia logró extasiarme por completo, hasta el punto de dedicarle estas letras que me brotan de lo más profundo de mi corazón.

Nada le debo a Juan Mora y, por el precio de su amistad y su cariño, inenarrablemente, es mi corazón el que me dice gritarle a los cuatro vientos para que se esparza por todo el mundo la grandeza de su persona. Todo el mundo le conoce y admira en calidad de artista de la tauromaquia puesto que como sabemos es un torero genial. Pero yo quiero que se le conozca en calidad de orador, de ahí la grandeza de su palabra que, explicada como él lo hizo, logró cautivar a la sala de conferencias que, abarrotada por completo quedó exhausta de felicidad tras escuchar al diestro que, de su voz logró que hablara su corazón, algo que enamoró a los asistentes.

La grandeza de Juan Mora no es otra que no usa guión y mucho menos agenda porque, como se adivina, dice lo que ama y eso se lo recuerda el corazón. Así, a pecho descubierto, desgrana sus sentimientos Juan Mora cada vez que se le invita a participar en alguna conferencia cultural. ¿El resultado? El éxito al más grande nivel puesto que, la filosofía de Mora, la de un ser humano encantador que no hace galanuras de su arte pero sí, de forma humilde, es capaz de contar sus sueños que, para su dicha, todos tienen que ver con el arte que habitualmente practica dentro de las plazas de toros.

Belleza natural al servicio del arte: Juan Mora

Belleza, talento, humildad, sencillez, valores todos que adornan la figura y obra de Juan Mora para que, eso sí, de forma apasionada es capaz de trasmitir todo aquello que siente que, por otro lado, todo tiene que ver con el arte. Es una delicia escuchar a este hombre que, por encima de todo es capaz de resaltar los valores del ser humano como tal; luego vendrá el arte, pero por encima de todo están las personas. ¿Cabe dicha mayor? Me pregunto y no hallo respuesta en dónde destaca más Juan Mora, como torero o como orador; yo mismo me quedo con tan bella duda.

Allí, en  Tomelloso y a su lado compartí una velada memorable, Me fascinó que, tras la alocución del maestro todo el mundo se quedara con ganas; es decir, una hora de conferencia apenas les supo nada y, como ellos nos contaron, los aficionados, quedaron con ganas de más. La razón era muy sencilla, no hay que ser sabio para adivinar dicho sentir. La palabra de Juan Mora les llegó al corazón porque entendían que no estaban frente a un político capaz de decir mentiras por lograr votos; estaban viendo y escuchando a un humanista que, para su dicha está considerado como uno de los más grandes artistas de la tauromaquia en los últimos cincuenta años.

Tras escuchar al maestro saqué muchas conclusiones, ante todo que me encontraba ante una persona de un talento desmedido, ante un hombre excepcional que, aferrándose a la más pura doctrina del maestro Facundo Cabral, Mora nos dice a diario, con sus acciones, que el mejor negocio que exista para cualquier ser humano no es otro que la bondad.

La diferencia entre un charlatán y un orador es muy significativa; mientras que el primero dice mucho sin cumplir nada, lo que habitualmente se hace en la política y en el taurinismo, el segundo dice poco pero conquista mucho. Así es Juan Mora que, por ejemplo, con quince pases es capaz de cortar dos orejas en Madrid y con apenas una hora de oratoria logró enamorar a todos los aficionados de Tomelloso que, cautivados por su palabra se marcharon felices y contentos.

Repito lo que antes dije, cualquiera, con la palabra puede hasta matar siempre y cuando el verbo se utilice con maldad. Para nuestra suerte, esa misma palabra dicha con bondad, sabiduría y convicción, caso de Juan Mora, nos arrebata hasta el corazón.

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