la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 18 de noviembre de 2018

MENSAJE A PEDRO SÁNCHEZ: No perturbes el sueño de los muertos.



Os lo repito, aunque no me creáis, y para que os acordéis de cuando os lo advertí: ¡Sánchez, Iglesias y compañía!, ¡No perturbéis el sueño de los muertos!, pues os traerá a los vivos, como me pasó a mí, la pesadilla de una catástrofe en la existencia.


Luis Tomás Zapater Espí: 
No perturbes el sueño de los muertos

La Gaceta, 17 noviembre, 2018
Yo, Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (Stalin), desde el 9° Infierno, en calidad de Ex Jefe del Estado Soviético, comunico a Pedro Sánchez Pérez-Castejón, Jefe del gobierno de la Pre-república Española y máximo dirigente del Partido Socialista Obrero Español, el siguiente mensaje:

Desde mi fallecimiento el 5 de marzo de 1953, he pasado de residir en el Kremlin a los Infiernos; tras haber sido juzgado en el Más Allá, y hasta que sobre mi causa penal se decida finalmente de manera definitiva al final de los tiempos, se me ha condenado provisionalmente a pena de prisión indefinida con torturas y trabajos forzados a cumplir en el centro penitenciario más duro (el 9° Infierno), -del que dicen que nunca se sale- al haber sido declarado culpable por el Supremo Tribunal Celeste del asesinato de 20 millones de personas, y de otros delitos graves con menos penas (que acá llaman ¨pecados¨).

En medio de mis terribles privaciones, tormentos y árduos trabajos, solo recibo un respiro un día al año, cuando los demonios me permiten decidir qué placeres deseo disfrutar de entre aquéllos que tenía en mi vida terrenal, descansando de todos los brutales sufrimientos, no por compasión, sino para regocijarse sádicamente en la enorme pena que me causa el recordar y vivir nuevamente los paraísos perdidos, todo lo que he dejado de tener por mi terrible maldad en vida. El año anterior pasé el día libre bebiendo vodka con hielo, fumando en pipa y viendo películas americanas de los años cuarenta que tenía prohibidas a mi propio pueblo, pero este año he renunciado a mi único día de descanso por poder transmitir este mensaje al presidente del gobierno español.

No tengo especial simpatía por un presidente español cuyo nombre es igual, curiosamente, al amo del calabozo en el que me encuentro. Me pareces demasiado joven para tener un poder recibido de carambola, y con poco esfuerzo y merecimiento por tu parte; accediste a tu puesto de gobierno como un intruso, y sin apoyo de la mayoría del pueblo. No eres más que un economista del sistema capitalista, un oportunista y un pequeño-burgués que, como Zapatero, has ascendido a la dirección de un partido corrupto que mancha con su mal ejemplo el sagrado nombre del Socialismo por medio de las tretas y tácticas cortesanas que tanto desprecio, pues, para empezar, y a diferencia de mí, no has derramado una sola gota de sangre para llegar al poder; pero precisamente porque por culpa tuya se puede derramar mucha en España, he recibido una petición del Cielo para que me ponga en contacto contigo.

De hecho, ayer llegó como cosa excepcional el Supremo Embajador Celeste acompañado con su séquito de ángeles, abriéndose las puertas del infierno y todos los sistemas de seguridad, siendo acompañada esta comitiva por el Demonio Jefe de la Penitenciaría Infernal de Criminales Políticos, hasta que dieron conmigo; el Supremo Embajador Celeste me ha dicho que el Ángel del Supremo Tribunal de Ejecutorias ha estudiado la posibilidad de que pudiera, al cabo de varios millones de años, pasar del 9° al 8° Infierno y evitar la condena infernal definitiva a perpetuidad si consigo hacerles un favor muy especial: a saber, ponerme en contacto con un político radical y de extrema izquierda, como yo, para enviarle un delicado mensaje. Y entonces me hablaron de un tal Pedro Sánchez y de su intención de profanar la tumba del General Franco.

Tras oír estas palabras me han venido a la cabeza los recuerdos de la ¨Gran Guerra Patria¨ contra el Fascismo, cuando tras quedar postrado en la cama durante 3 días tras el desmayo que sufrí al saber la pérfida e imprevista invasión, me fui recuperando y fue naciendo la vaga esperanza de que aunque pareciera imposible, mi victoria aún podía ser realidad; y como nunca perdí la esperanza durante los 4 años más duros que vivió un ser humano (a excepción de Hitler) durante ese tiempo, creo que tendré la fuerza de aguantar, si es necesario, millones de años, si me mantengo con la esperanza que se me ha comunicado, pues: ¿Qué son unos pocos millones de años en medio de la Eternidad? Ante Ella lo mismo vale un día que mil años.

No obstante, el camarada Carrillo me desaconsejó que tratara de ponerme en contacto contigo: ¨¡los socialistas no te van a hacer ni pajolero caso…!¨¨¡Si no me lo hicieron a mí en su día!…¨, pero sospecho que Santiago les tiene mucho resentimiento porque lo marginaron en la transición, y tras llevarse él la hiel en la oposición a Franco, ellos se llevaron la miel del poder sin dar golpe durante los casi 40 años de franquismo, en los que los socialistas estuvieron de vacaciones. Pero claro, el PSOE tuvo el apoyo de Henry Kissinger y del socialismo europeo, mientras Santiago para ellos era un outsider…

Volviendo al tema que me ¨okupa¨, voy a contarte, Pedro Sánchez, lo que me pasó a mí en vida cuando más fuerte era mi poder, justo cuando creí por un momento que ya no hacía falta Dios porque yo era el dios mismo, al tener el control bajo mi mano de acero de todas las instituciones del Estado, cuando alborozado decía que ¨en ningún lugar del mundo se respira un aire tan libre y puro como aquí…¨.

Pese a ser jefe de un Estado inmenso, que ocupaba la sexta parte de la superficie de la Tierra, seguía obsesionado con la historia un gran jefe mongol (Tamerlán) que vivió en plena Era Feudal,1 creando un inmenso imperio extendido entre el río Volga y el Golfo Pérsico; y desde Turquía a la India. Este sanguinario guerrero fue en mi juventud objeto de mi devoción, por su fanática labor de destrucción que precisó para afianzar su imperio, apuntalado con las columnas de los miles de cráneos de las cabezas cortadas por sus ejércitos. Pero cuando llegué al mayor momento de gloria en mi carrera política, cometí el error de despreciarlo, pues pensé que el alumno había superado al maestro, ya que sus matanzas de cientos de miles de personas eran solo escaramuzas de un aficionado comparadas con mis purgas y hambrunas que causaron la muerte de millones de personas. 
Henchido de mi soberbia, se me ocurrió la idea de tener sobre la palma de mi mano su cabeza, y decirle a su cara huesuda: ¨Te he superado; el nuevo Emperador del mundo soy yo¨; además, quería comprobar si él era descendiente de Gengis Khan, pues si se demostraba que no lo era, yo me autoproclamaría como descendiente suyo, y por ello mandé a mi antropólogo Mijaíl Gerasimov que lo desenterrara, aunque él se lo pensó dos veces antes de hacerlo, pues me comunicó que sobre la lápida de su tumba en el mausoleo Gur-e Amir de Samarkanda figuraba una inscripción en la que podía leerse una maldición que decía que quien osase profanar el sepulcro del emperador mongol despertaría a los demonios de la guerra y, al cabo de tres días, el mismo Tamerlán regresaría de la muerte trayendo la guerra y la devastación consigo.

Cuando me enteré de la maldición, provoqué que mis ayudantes llamaran a mi despacho, asustados ante mis gritos y carcajadas que parecían amenazar ahogarme porque, ¿Cómo un hombre ateo que no solo no necesitaba a Dios, sino que lo había desterrado de Rusia podía temer de unas letras garabateadas en una lápida vieja? De manera que ordené la apertura de la tumba, hecho que se produjo el 19 de junio de 1941, cuando Gerasimov, exultante de alegría, posaba para la cámara sonriente con el rostro del terrible guerrero entre sus manos.

Pero poco duró nuestra alegría, pues solo 3 días más tarde, como decía la maldición de la tumba, se desató la alarma en mi vasto imperio cuando las fronteras en la Polonia ocupada de la Patria soviética fueron violadas por las divisiones del Reich, el ejército más numeroso que vieron todos los tiempos, precedidas de miles de aviones que sembraron la muerte en mi Ejército. La mitad de mi aviación, la tercera parte de mis fuerzas acorazadas y medio millón de mis hombres fueron puestos fuera de combate en las primeras semanas de la guerra. El Emperador mongol, ofendido por mi afrenta sacrílega, se vengaba de mí y de mi pueblo, poniéndose al frente de los ejércitos fascistas que todo lo arrasaban.

Desde aquel día aprendí la dura lección de no burlarme de lo sagrado, de respetar el descanso de los muertos, y coherentemente, ordené en 1942, siendo jefe de Estado de un país oficialmente ateo, que Tamerlán fuera enterrado nuevamente con todos los honores de su religión (la musulmana).

A partir de mi dura experiencia que casi me cuesta la vida, te digo, estimado Pedro, que la demagogia está muy bien cuando no se tiene el poder para hacer oposición, pero cuando se está en el poder, hay que sustituir la demagogia por política de Estado. Y en tu caso he visto de todo menos política de Estado. Os habéis rodeado los socialistas de todo tipo de minorías perturbadoras para la paz y la seguridad del Estado (separatistas, pro-abortistas, feministas radicales, homosexuales heterófobos, etc.). ¡Gentes que defienden públicamente la extensión a las clases populares de las más depravadas costumbres de la gran burguesía, o que pretenden la fragmentación del sagrado suelo de la Patria, o ambas cosas!; gentes que por su prolongado culto a Onán impiden que la Nación pueda reemplazarse, prolongando el bajón de la tasa de natalidad que hará que el país que llamáis España deje de existir sin relevo generacional. Como estadista, tuve muy presente el peso de la política natalista, sin la cual no habrían podido mis ejércitos ganar la Gran Guerra Patria al enfrentarse a los de Hitler en proporción de 6 a 1.

De otro lado, habéis fomentado contra Franco un odio irracional; confieso que al principio de mi carrera de estadista no le tenía en gran estima, no solo lógicamente, por el abismo ideológico que nos enfrentaba, sino también porque lo minusvaloré; pero poco a poco fui aprendiendo no solo a respetarlo, sino a tener cierto aprecio por él, hasta el punto de entregar a su servicio secreto la lista de algunos jefes comunistas españoles de las principales capitales de España que me pasaba Carrillo para deshacerse de los camaradas que podían estorbar su liderazgo, a cambio de barcos españoles que de manera gratuita enviaban carbón y minerales del norte de España a los puertos de la Unión Soviética.

Como digo, al principio me burlaba de Franco llamándolo ¨pequeño Kornilov¨.2 Pero empecé a respetarlo cuando me di cuenta de su inteligencia y cualidades de estadista en el momento en que me ganó la guerra civil española, a pesar de haber enviado a la República comparativamente más material del que él recibió de sus aliados fascistas. Más tarde, durante la II Guerra Mundial, me di cuenta del papel decisivo que tuvo al no haber entrado en guerra junto a los alemanes, ni haber permitido que éstos atravesaran España, pues de haber caído Gibraltar, otra habría sido la historia, y probablemente los alemanes hubieran llegado a Moscú. Inteligentemente, Franco me aseguró que, aunque había enviado a la División Azul, España no entraría en guerra, y durante la postguerra fue admirable su posición apoyando económicamente al Comandante Castro, quien públicamente alabó a Franco por su labor de contención frente al imperialismo yankee en América Latina.

Curiosamente, el jefe del Estado más debilitado durante la II Guerra Mundial, (porque España había vivido una guerra civil), fue el único que sobrevivió a la Gran Guerra y a las décadas de la postguerra, pues Franco nos enterró a todos, a los vencedores y a los vencidos. Muertos quedaron en guerra Hitler, Mussolini y Roosevelt; en los años posteriores a la guerra caímos Churchill y yo; y Franco seguía vivo y había pasado de saludar a Hitler a abrazar a Eisenhower.

Todo esto, querido Sánchez y adláteres socialistas, lo podéis comprobar documentalmente a partir de un análisis de la historia objetivo y sin prejuicios. 

Otra cosa es que viváis permanentemente de eslóganes y de propaganda de otros tiempos. Pero vosotros y el pequeño-burgués anarquista de la coleta vivís obsesionados con una ¨derecha¨ que en España ya no existe: ¡En España ya no hay derecha! ¡Lo que llamáis derecha, -o ultraderecha, como os gusta llamarla a los socialistas-, son liberales…! ¡Si la liquidó el Partido Popular, que es un hecho del que se enorgullecía Aznar, y la remató Rajoy! Pero el problema es que en España tampoco tenéis una verdadera izquierda: sois todos una panda de anarquistas desorganizados, y lo único que sabéis es fomentar el desmadre. Con vuestra propaganda pro-abortista, feminista radical, heterófoba y anti-religiosa me recordáis a un panfleto que escribió Lenin titulado: ¨La izquierda internacionalista, un desorden infantil.¨ Todos los errores en los que habéis caído y que son propios del revolucionario en su etapa juvenil, los denuncié yo en mi madurez, y los extirpé del PCUS al llegar al poder a golpe de deportaciones y fusilamientos. Pero vosotros vivís permanentemente en la niñez de la revolución, y nunca asumís las responsabilidades propias de la madurez del gobierno.

Para terminar, querido Pedro, puedo predecir y predigo que la jugada propagandística de sacar a Franco del Valle de los Caídos no te va a dar buen resultado; jurídicamente consolidará una nueva jurisprudencia no escrita que no surge de los tribunales, sino de los bemoles de los que malgobiernan por la cual las decisiones contra Derecho, incluso obrando contra los propios actos del Estado, (violando un Concordato con la Santa Sede, como cuando Hitler violó el Pacto de No Agresión), pasarán a ser hechos de transcendencia jurídica, con lo que a partir de ahora en España regirá la ley del más fuerte, que será justificada después con bellas palabras con apariencia jurídica dichas por los magistrados comprados por el poder, al que le deben su carguito en el Constitucional o en el Supremo; políticamente ganarás más apoyo de los radicales a costa de perder el de los moderados, que son mayoría; pero eso es lo de menos. Por mucho poder que llegues a tener pese a tu ineptitud, okupa de la Moncloa, no me gustaría, si estuviera en el mundo de los vivos, estar tu su pellejo ni un minuto, porque esa decisión va a traer sus consecuencias; porque no se debe perturbar el sueño de los muertos; y no solo hablo de ti, Pedro; hablo también de tu familia, de tus más allegados colaboradores, de tu partido…y, como ocurre en las maldiciones cuando se tocan cosas sagradas, también lo va a pagar caro todo tu pueblo, no solo el que ponga sus manos sacrílegas sobre la lápida, sino también todo el que te votó, y hasta el que no te votó, pues aunque el pueblo no aprobara mayoritariamente esta profanación necrófila, llegará a su punto máximo de degradación moral con el consentimiento tácito de este acto vil y carroñero.

Abrirás la tumba, sí, pero no para resucitar a Franco como quisieras, (pues te gustaría hacerlo para sentarlo en el banquillo), sino para ventilar la pestilencia de los hedores de la próxima guerra incivil que lleváis años preparando entre españoles, la mayoría de los cuales hace tiempo que dejaron de serlo, bien en el fondo porque ya no se sienten españoles (los separatistas) o bien en la forma porque aunque se proclamen como tales ya no reaccionan ante los hechos como españoles de bien (los llamados constitucionalistas, que dicen defender a España mientras bendicen una Constitución de la que han surgido todos vuestros lodos por proclamar los privilegios de los separatistas burgueses por medio de la creación de vuestras ¨regiones autónomas).

Os lo repito, aunque no me creáis, y para que os acordéis de cuando os lo advertí: ¡Sánchez, Iglesias y compañía!, ¡No perturbéis el sueño de los muertos!, pues os traerá a los vivos, como me pasó a mí, la pesadilla de una catástrofe en la existencia.


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