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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 23 de abril de 2020

El coronavirus taurino

Efecto coronavirus: Durante tiempo, solo los papelillos habitarán en las plazas de toros

Sólo me queda mirar al cielo y pedirle al Todopoderoso nos eche un capotazo y le dé una larga cambiada al COVID19, que los laboratoristas den un puyazo a este bicho y lo haga sangrar, donde el mejor de plata le ponga los garapullos en todo lo alto castigándolo, y que el médico de turno tras unos muletazos de pitón a pitón, lo mate de un bajonazo como se merece ese marrajo..

El coronavirus taurino

Esta pandemia en primer lugar nos debe dejar la lección que nuestra prioridad debe ser cuidar, preservar y conservar la vida en la especie humana.

La misma que hemos tratado de destruirla por muchos siglos. Conquistas, guerras, bombas, divisiones separatistas por etnias a través del tiempo, muchas por dominio que por razón. Ahora que nos hemos visto vulnerables en todo el mundo por un virus natural o de laboratorio, con capacidad de poder destruir a toda una especie, nos tiene que poner a reflexionar, ya que debemos ser más conscientes con la vida y con sus costumbres, es decir vivir en calidad y no en miseria humana.

El planeta va a cambiar en varias actividades, entre ellas los sectores productivos, financieros, agrícolas, ganaderos (también de bravos), turísticos, de salud, educativos, alimenticios, etc., etc., en nuestro caso es específico: sector taurino. Hay una interrogación… ¿Por qué tendría que cambiar? YO me pregunto y como estoy en aislamiento social, YO me respondo: Porque no se pueden seguir pagando tan altos honorarios a los matadores por más buenos que estos sean, ni los altos costos de piso de plaza y tampoco pagar caprichos ganaderos que más responden a nombres que a bravura. A ello hay que agregar la costosa campaña publicitaria que resultan muy onerosas.

Todas las primeras ferias taurinas en el llamado “Planeta de los Toros” han sido suspendidas, algunos esperanzados al mes de septiembre y otros ya hasta el próximo año, en realidad, nadie sabe cómo se va a desarrollar el proceso virulento que tenemos y mucho menos sabemos si habrá oportunamente el antídoto que paralice la pandemia, es decir, se puede volver a planificar todo, pero en realidad no hay certeza que eso pueda suceder. Y ahí surgen otras preguntas cómo los sueldos de los hombres de plata, los servicios taurinos, la prensa especializada, los medios de comunicación, el personal necesario y suficiente para el desarrollo de una corrida, en fin. Muchas cosas que pensar, otro tanto para planificar, pero a ciencia cierta, nada por definir, o en su defecto, decir que la incertidumbre va ganando tiempo. Mientras tanto qué.

Nos estamos reinventando cosas, que muchas veces dejamos como pendiente, pero con la cuarentena y el aislamiento, poco se puede hacer, ya que la fuente o data son los mínimos, el rigor histórico está en las bibliotecas, en los archivos, todo lo que está cerrado y así estará por algún tiempo. La planificación del futuro tiene mucho positivismo, pero en concreto cuando hay que dar el “enter” en el ordenador, nuevamente nos ponemos a pensar a decidir, y las decisiones son con un margen de error, que ni el mejor estadista o matemático puede certificar que la posibilidad de éxito es el 99 por ciento.

Sólo me queda mirar al cielo y pedirle al Todopoderoso nos eche un capotazo y le dé una larga cambiada al COVID19, que los laboratoristas den un puyazo a este bicho y lo haga sangrar, donde el mejor de plata le ponga los garapullos en todo lo alto castigándolo, y que el médico de turno tras unos muletazos de pitón a pitón, lo mate de un bajonazo como se merece ese marrajo que nos está haciendo pasar mal momento, y las mulas se lo lleven ya al desolladero, cuando el respetable agite las mascarillas blancas en los tendidos y la puerta grande salve a la humanidad.

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