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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 22 de abril de 2020

Lamentable, Morata, lamentable / por Juan Manuel Rodríguez



Esa camiseta que tuviste que ponerte lamentablemente durante cinco años la lucieron con orgullo Di Stéfano, Puskas, Gento, Rial, Marquitos, Santillana, Juanito, Pirri, Benito, Michel, Butragueño, Ronaldo, Stielike, Zoco o los Sanchis. Por esa camiseta murió Velázquez, sufrió Buyo, galopó San José, luchó hasta le extenuación Hierro. 

Lamentable, Morata, lamentable

Lo primero que te viene a la cabeza cuando ves a Alvarito Morata es que es un soñador. Lo piensas, más que nada, porque él mismo se encargó de recordárnoslo a todos. Primero soñó toda su vida con vestir la camiseta del Real Madrid, luego la de la Juve, después de nuevo la del Real Madrid, más tarde la del Chelsea y, por último, la del Atlético de Madrid, que es su actual equipo. O lo que es lo mismo: Morata tiene más vidas que un gato. Primero había soñado toda su vida con vestir la camiseta del Real Madrid aunque, eso sí, lo había soñado en concreto desde el 12 de diciembre de 2010, día en el que debutó con el primer equipo en La Romareda contra el Zaragoza, y el 18 de julio de 2014. Ese día, el 18 de julio de 2014, Alvarito Morata pasó a haber soñado toda su vida con vestir la camiseta de la Juventus de Turín porque curiosamente se hizo oficial su fichaje por el equipo italiano: cuatro temporadas, que por supuesto no cumplió, y una quinta opcional, que jamás en la vida fue una opción ni medianamente razonable.

El 21 de junio de 2016, y de una forma abrupta, Morata recuperó su sueño original, el que había tenido inicialmente de haber vestido la camiseta del Real Madrid toda su vida, y eso fue porque ese día el equipo blanco utilizó la opción de recompra del delantero y se lo llevó por 20 millones de euros. Un año y unos pocos días después, en concreto el 19 de julio de 2017, el sueño de toda la vida de Morata pasó a ser el de fichar por el Chelsea, y probablemente esto fuera así porque precisamente ese día se anunció su fichaje por el club inglés por 80 millones de euros. Este penúltimo sueño, el de jugar en el Chelsea, le duró a Alvarito un año y medio, exactamente hasta el 28 de enero del año pasado, que fue el día en el que se confirmó su fichaje por el Atlético de Madrid, un sueño que sigue en vigor... quiero imaginar que hasta que fiche por otro equipo. De modo que sí, efectivamente Alvarito Morata sueña despierto. Este mediodía, en Fútbol EsRadio y al objeto de justificar lo que a mi modo de ver no tiene justificación posible, mi amigo Petón decía que todos los futbolistas son unos actores y, no sé por qué, al oirle me vino instintivamente a la cabeza la escena de una película de George Cukor, La costilla de Adan, en la que Spencer Tracy enseña a Katharine Hepburn cómo se provocan las lágrimas. Recuerdo a Morata llorando en su regreso al Real Madrid y me digo a mí mismo que la escena española se perdió, sin lugar a dudas, un gran actor. Morata podría haber sido perfectamente nuestro Vittorio Gassman.

Se puede soñar de verdad, se pueden fingir los sueños y se puede decir que se sueña una cosa cuando en realidad se sueña con otra muy distinta, pero, como dijo Abraham Lincoln, "se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo", y la verdad es que yo creo que ni siquiera los aficionados colchoneros piensan en serio que Morata soñara toda su vida con jugar al fútbol en el Atlético de Madrid; por si mi caso vale de algo, yo las lágrimas de Alvarito en su regreso al Real Madrid no me las creí. Pero pongamos que así fuera, pongamos que, efectivamente, Morata hubiera soñado toda su vida con ser futbolista del Atleti y, mientras vistió las camisetas del Real Madrid, de la Juve o del Chelsea se dedicara a ocultar su verdadero sueño engañando a sus aficionados. 

Una vez que has cumplido tu sueño, ¿qué necesidad tienes de faltarle al respeto a uno de tus anteriores equipos? ¿Qué necesidad hay de ofender al madridismo? ¿Es tu cuota para seguir en el Atleti? No lo creo porque Marcos Llorente, por ejemplo, no la ha pagado, Marcos ha sido un señor.

Esa camiseta que tuviste que ponerte lamentablemente durante cinco años la lucieron con orgullo Di Stéfano, Puskas, Gento, Rial, Marquitos, Santillana, Juanito, Pirri, Benito, Michel, Butragueño, Ronaldo, Stielike, Zoco o los Sanchis. Por esa camiseta murió Velázquez, sufrió Buyo, galopó San José, luchó hasta le extenuación Hierro. Lo que para ti resultó lamentable otros, como por ejemplo Fernando Redondo, que ayer rememoraba los veinte años de su famoso taconazo en Old Trafford, consideran que ha sido lo mejor que les ha pasado en la vida. No hay más que ver la cara de satisfacción de cualquier jugador, ya sea veterano o novel, cuando es presentado como nuevo futbolista del Real Madrid, para darse cuenta del efecto que provoca esa camiseta, que a ti debió provocarte sarpullidos, en quien se la pone. Por esa camiseta bregó Raúl, sudó Zidane, sufrió Kopa y mató Hugo Sánchez. Para insistir en que eres feliz jugando para unos colores no es necesario manchar otros, ¿no? Y, si lo haces, la lamentable no es la camiseta, no, el lamentable eres tú.

¿Sabes qué?... me parece que vuelves a mentir, creo que faltas nuevamente a la verdad. Me parece que, durante unos segundos, has tocado el techo del mundo, has viajado a Shangri-La, te has sentido el rey del mundo y has disfrutado de una sensación tan placentera que, cuando te la han quitado, no has sabido asimilarlo. Me parece que piensas que eres mejor que Mariano o que Jovic, creo que hubo un momento que creíste que eras mejor que Benzema y probablemente que Cristiano, y te crees injustamente tratado por el club que te hizo hombre, primero, y futbolista profesional más tarde. Y, en vista de que sabes que ya no regresarás jamás y puesto que no puedes volar los puentes con tu juego, has decidido hacerlo con tus palabras, la mayoría de ellas ofensivas. Probablemente te haya inspirado Del Bosque, quién sabe. Dicen que la gratitud es la memoria del corazón: no llores por haberlo perdido, Alvarito, y agradece que sucedió. Empleando tu propia expresión, no seas tan... lamentable.

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