"...El antetítulo es brillante: "Quiere convertir la ciudad condal en el Silicon Valley de la investigación deportiva". Era, insisto, cuando todos creían que estos tíos eran unos absolutos genios y el resto de la humanidad era torpe hasta decir basta. Hasta que el Silicon Valley de la investigación deportiva amaneció un día con una deuda de 1.350 millones de euros y una situación de quiebra técnica de manual..."
El nuevo Silicon Valley de la investigación deportiva
Juan Manuel Rodríguez
L. D. Madrid, 12/7/2022
Como antaño, como cuando parecía que en el Fútbol Club Barcelona eran todos muy listos y en el resto del fútbol mundial, pero de modo muy especial Florentino Pérez, eran muy torpes, el club catalán lo está volviendo a hacer. Lo está volviendo a hacer de un modo muy similar a como cuando Neymar dejó plantado precisamente al Real Madrid para irse con Sandro Rosell por (según él) 53 millones de euros, que más tarde se convirtieron en 86 por arte de magia negra y que posteriormente El Mundo descubriría que eran en realidad habían sido 200. A las ocho y nueve minutos de la tarde del 22 de septiembre de 2018 el club catalán publicó un tuit en su perfil oficial en el que podía leerse lo siguiente: "Josep María Bartomeu explica en Harvard el modelo del éxito del Barça". El ex presidente, feliz y con las manos cruzadas por encima de las rodillas, atiende a la famosa Universidad desde el palco del Camp Nou, sólo le faltan pizarra, tiza y birrete. El tuit, por cierto, sigue ahí, inasequible al desaliento y al paso del tiempo, nadie se tomó la molestia de borrarlo.
Como siguen ahí, para mayor escarnio y burlas de todos, las declaraciones de quien fuera vicepresidente de Rosell cuando se firmó a Neymar: "En Harvard se sorprenden de que compartamos nuestro conocimiento". El antetítulo es brillante: "Quiere convertir la ciudad condal en el Silicon Valley de la investigación deportiva". Era, insisto, cuando todos creían que estos tíos eran unos absolutos genios y el resto de la humanidad era torpe hasta decir basta.
Hasta que el Silicon Valley de la investigación deportiva amaneció un día con una deuda de 1.350 millones de euros y una situación de quiebra técnica de manual y el rector de Harvard, mister Alan Garber, cayó entonces de repente en la cuenta de que la singularidad del modelo culé, tal y como la definieron en el Sport, no suponía en realidad otra cosa que gastar lo que no se tenía.
Y como decía, como antaño, el Barcelona lo está volviendo a hacer. Uno asiste con cierto estupor a los problemas que, salvo el torpe Real Madrid, tienen todos los clubes españoles para cuadrar sus cuentas. El pasado 25 de junio, y sobre el Valencia, la página El desmarque apuntaba que el club ché tenía que ingresar más de dos millones de euros al día para poder fichar; el Sevilla, abocado a presentar déficit en sus cuentas tras no alcanzar los ingresos mínimos esperados, sigue soñando con tratar de vender al mejor precio posible a Koundé; lo mismo le pasa al Atlético de Madrid, que tiene un déficit de 45 millones y que ha fichado a Witsel porque llega gratis y se tiene que comer con patatas a Morata y a Saúl, demasiado caros para Juve y Chelsea respectivamente. Y de ahí para abajo, y me refiero lógicamente a la clasificación. Todos tienen que vender para poder sobrevivir, algunos a sus mejores futbolistas, y entre tanta incertidumbre, sometidos como están los clubes a un rigor económico asfixiante, uno asiste impávido a una nueva clase magistral del Fútbol Club Barcelona, que es tan generoso que no pone reparos en explicarnos a todos la singularidad del modelo que le llevó a deber 1.400 millones de euros y a tener que deshacerse de una parte importante de su patrimonio.
El Valencia, que ya se desembarazó de Parejo y de Coquelin, que se fueron al Villarreal, pone ahora en el inmisericorde punto de mira a Gayá, Soler y Gonzalo Guedes, o sea la columna vertebral del equipo; el Sevilla ha tenido que traspasar a Diego Carlos al Aston Villa con todo el dolor de su corazón por 35 millones; en el Betis no se descarta en absoluto la venta de Fekir, que es indiscutiblemente su jugador franquicia, porque de otro modo no podrá fichar; incluso el Real Madrid, que sí podría ir a Harvard si quisiera para explicar cómo se gestiona de verdad un club serio, se ha visto aliviado con las marchas de Bale, Isco y Marcelo, que acababan contrato, y sigue trabajando en adelgazar como sea la plantilla.
Y, mientras todo eso sucede, el Barça retiene a Araujo, ata a Pedri y a Gavi, llega a un acuerdo con Dembélé, a otro con Lewandowski, parece dispuesto a pagar 70 millones por Raphinha, tiene como objetivos a Azpilicueta y a Marcos Alonso, no se olvida de Koundé, fichó a Kessié y a Christensen y sueña con Bernardo Silva. Y todo ello, además, transmitido en vivo y en directo, minuto a minuto y ante la perplejidad del resto de equipos de la Liga que se preguntan cómo lo hará el Barcelona, dónde estará el truco y cómo es posible que ellos sean tan listos y los demás tan inútiles, en qué consiste esa fórmula mágica y, como diría Sport, singular que les permite fichar estando arruinados. A Harvard ya no porque me parece que no volverá a colar, pero igual en Oxford o en Cambridge sí están dispuestos a recibir a Joan Laporta con los brazos abiertos para que explique a todo aquel ingenuo que le quiera escuchar cómo piensa transformar la ciudad condal en el nuevo Silicon Valley de la investigación deportiva.
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