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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 18 de julio de 2022

"San Fermín" 2022. La lidia del mejor / por Jorge Arturo Díaz Reyes

”Rufián” de Jandilla. Fotograma: Plaza Toros TV

Salida soberbia. Solo la capa de Marín en el quite le rindió honores, por chicuelinas y media. Con prontitud, empuje y celo se jugó en la prolongada y bien situada vara de Manuel Cid y volvió por más, aunque no lo halló porque se le quitó el palo apenas tocar.

La lidia del mejor

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro / Cali, VII 18 2022
Premiado como “el mejor” del San Fermín 2022, y por ende candidato para toro de la temporada general (mundial). Quinto de Jandilla en la octava corrida, “Rufián”, número 70, negro, cinqueño, de 565 kilos, astifino, bien puesto, merece recordar las percepciones que aquel día motivó su lidia.

Salida soberbia. Solo la capa de Marín en el quite le rindió honores, por chicuelinas y media. Con prontitud, empuje y celo se jugó en la prolongada y bien situada vara de Manuel Cid y volvió por más, aunque no lo halló porque se le quitó el palo apenas tocar.

Murillo e Izquierdo le adornaron justamente y entonces, Talavante, como descubriendo la fortuna de su sorteo que le había deparado lo mejor de lo mejor, brinda por segunda vez al público. Doble brindis que ha menudeó en la feria, no se sabe si por exceso de reverencia o en busca de indulgencia, pues luego en las entrevistas no pocos de los oferentes se quejan de que su bullicio no los deja concentrar en la lidia.

Bueno, lo que sea. El extremeño, con cuatro por alto, un cambio, natural y el de pecho, se planta con toda su longilínea verticalidad en los medios, ya seguro de la joya que tenía entre manos. Frugalidad, quietud, y buen trazo, rentan de las embestidas fijas, humilladas y largas. Dos tandas izquierdas de gran precisión y elegancia confirman qué pese a los avatares de esta opaca temporada de su reaparición, la convicción que lo puso donde lo puso, persiste.

Pese al viento que le flamea el trapo, cinco derechas, una zurda y el de pecho seguidos de otros cuatro naturales de factura y el forzado exhiben la excelsitud del jandilla. Todos felices. En el callejón Borja Domecq sonríe complacido. Y la fiesta sigue con farol, costadillos, giros, trincheras, circulares… a todo va y de todo vuelve, leal, por abajo, bravo.

La faena roza el tiempo reglamentario, y solo en las postrimerías un amago de renuncia deslustra, solo eso, un amago fugaz, no le hace perfecto. Olvidándolo, acude invicto a las tres manoletinas, la trinchera y el por alto. Alejandro entra de frente rebotando contra los pitones y dejando una espada completa, pero levemente desprendida y tendida que no mata, que alarga, que hace sonar el aviso, que requiere tres golpes de cruceta tras los cuales se van también las orejas, la ovación al arrastre y la vuelta al ruedo para el matador que no tienen glosas.

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