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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 17 de julio de 2022

La censura informativa viola la Constitución, pero... es una ocasión para Vox / por Umberto José Mazzei

 El dictador venezolano Hugo Chávez

El sistema oligárquico internacional voceado por George Soros prefiere el sistema bipartidista porque es más útil para mantener el control. Aunque en realidad se trata de una dictadura colegiada, se da un símil de democracia por la alternancia en el poder entre dos bandos de una misma cosa. Un sistema de gobierno en donde se cambia de gobierno sin cambiar de política.

La censura informativa viola la Constitución, pero... es una ocasión para Vox

Umberto José Mazzei
El Manifiesto / 16 de julio de 2022
La censura o bloqueo, en la crisis ucraniana, de toda fuente de información del lado ruso presenta una oportunidad para Vox.

Denunciar la censura como violación del artículo 20 de la Constitución española presenta para Vox la ocasión de aparecer como defensor de la libertad y partido antisistema PPSOE.

El sistema oligárquico internacional voceado por George Soros prefiere el sistema bipartidista porque es más útil para mantener el control. Aunque en realidad se trata de una dictadura colegiada, se da un símil de democracia por la alternancia en el poder entre dos bandos de una misma cosa. Un sistema de gobierno en donde se cambia de gobierno sin cambiar de política.

Tal es el caso de Estados Unidos, donde una administración blanquea a la anterior y nunca hay responsables enjuiciados por la corrupción o los delitos cometidos. Se enjuicia a quien los denuncie, como en el caso de Julian Assange.

Lo que las mayorías en los países europeos y emergentes ya perciben como el Sistema es muy similar a una dictadura en la que la censura informativa es más que un síntoma es un instrumento.

La experiencia política muestra que cuando un país se cansa de la complicidad sistémica bipartidista, cualquier vocero antisistema se hace popular de inmediato.

Venezuela es un buen ejemplo de eso. Igual que España, fue gobernada durante cincuenta años por dos bandas de ladrones que se alternaban en el poder: Acción Democrática (socialdemócrata) y COPEI (demócrata- cristianos). Ambos partidos eran bien vistos por Washington porque favorecían los intereses económicos de Estados Unidos.

En febrero de 1991 apareció Chavez en las pantallas televisivas vestido de paracaidista: un teniente coronel de quien solo se sabía que había intentado un golpe militar contra el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.

El paracaidista capturado rogaba a sus compañeros del golpe deponer las armas porque el intento había fracasado. ¡Por ahora!

La mañana siguiente en los corrillos de boulevard el comentario popular era favorable al golpe militar; mientras, en las pantallas los miembros de la oligarquía política hacían cola para condenar el intento de golpe. El divorcio entre la clase política venezolana y el pueblo venezolano era evidente.

En efecto, siete años después el golpista Chávez se presentó como candidato a la presidencia, sin ninguna propuesta política salvo su credencial de insurrecto contra el sistema de complicidad bipartidista y ganó las elecciones transversalmente, con el 68% de los votos.

Algo parecido sucedió en España con el movimiento de los Indignados hasta que fue secuestrado por Izquierda Unida-Podemos. Tras un éxito inicial, ese grupo político fue a su vez secuestrado por una tendencia marxista-femenista que copia la cultura woke de la izquierda norteamericana y que, a falta de otro apoyo , busca atraer el voto de minorías marginadas sin mensaje político genuino.

Para suerte de Vox, pronto el binomio de Pablo Iglesias e Irene Montero comenzó a predicar disparates feministas que alejan a electores partidarios del nacionalismo cultural europeo y cuya cultura se apoya en la raíz greco-romana laica del paterfamilias, así como en el natural erotismo entre sexos opuestos, que es indispensable para la continuación de la especie .

El fenómeno de Ciudadanos prosperó con el alto perfil asumido por Rivera y Arrimadas contra el golpe de estado antiespañol en Cataluña y sobre todo en las vacilaciones del PPSOE a la hora de invocar el artículo 155.

Ciudadanos desaparece porque su nebulosa aspiración política resultó definida por el apellido de Arrimadas.

Como partido nuevo, Vox necesita atraer gente que antes votó por otras opciones políticas.

El nacionalismo basado en el orgullo cultural europeo puede ser tanto de derechas como de izquierdas y en ambos casos va a estar contra la subordinación del interés económico y social europeo al interés económico de la potencia hegemónica, como sucede con la destrucción de la economía europea al dejar de proveernos del gas ruso, seguro y barato, a favor del aleatorio y oneroso gas licuado norteamericano. Como lo podremos constatar este próximo invierno

En mi opinión, el crecimiento potencial de Vox se encuentra más a su izquierda que a su derecha.

Reclamar la obediencia de la Constitución en cuanto a la libertad de información puede que divida al gobierno y ayude a que VOX borre la etiqueta de extrema derecha y se luzca como antisistema por impugnar una censura impuesta por la complicidad entre el PP y PSOE y obligarlos a defenderla en sede parlamentaria. ¡Menudo espectáculo!.

La libertad de información que garantiza el artículo 20 de la Constitución española garantiza el derecho de los españoles a formarse una opinión propia sobre el acontecer político internacional.

Lo contrario se llama “lavado de cerebro”, algo conveniente para las oligarquía políticas atlantistas que nos engañan para justificar un monopolio a favor del oneroso gas made in USA. La ignorancia también encubre la narrativa oficial donde todos los fracasos del gobierno progresista son culpa de Putin.

Vox debe alzar su voz en el Parlamento contra ese atropello a un derecho que la Constitución garantiza a los españoles.

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